Razones
Jorge Fernández Menéndez
Hace ya mucho tiempo que el cártel de Sinaloa no existe como tal. Está dividido y confrontado entre varios grupos, pero desde el 25 de julio pasado la división se ha convertido en una guerra abierta por quedarse con el control de la organización criminal, una de las más extensas y prósperas del mundo.
Desde la extradición de El Chapo Guzmán, el 19 de enero de 2017, las divisiones por la sucesión no han hecho más que acentuarse. El triunvirato que había mantenido con mano de hierro el control de la organización ya no existía: el Chapo estaba preso e incomunicado en Nueva York; el gran estratega, un hombre que fue tan poderoso como poco conocido, Juan José El Azul Esparragoza, según sus familiares había fallecido de muerte natural. Quedaba el Mayo Zambada, el más discreto de todos ellos y el que nunca en su medio siglo de carrera había pisado la cárcel por las extremas precauciones que tomaba.
Pero la extradición del Chapo desató la lucha por la sucesión. Desde su fuga de Almoloya, Guzmán Loera perseguido por la estructura de seguridad y por los servicios de Estados Unidos, casi no operaba y su lugar lo fueron ocupando sus hijos, encabezados por Iván Archivaldo, quienes comenzaron a desconocer la autoridad de El Mayo y de su tío Aureliano Guzmán, el Guano. Todavía cuando los chapitos fueron secuestrados por el CJNG en Vallarta intervino el Mayo para negociar con los captores y rescatarlos. Lo mismo sucedió con la captura de Ovidio en 2019 que detonó el culiacanazo. Pero cuando en el juicio de el Chapo testimoniaron en su contra el hermano y el hijo del Mayo Zambada, la relación se rompió.
Los enfrentamientos comenzaron en territorios periféricos, como Chiapas, y se fueron acercando a Sinaloa. Y luego de los sucesos del 25 de julio pasado la ruptura total y la guerra eran inevitables.
Se repetía en el cartel la historia que comenzó en 2008 con la captura de uno de los hermanos Beltrán Leyva, el Mochomo, que derivó en una guerra en la que estos lograron el apoyo de los Zetas y el cártel de Juárez para tratar de acabar con los de Sinaloa. Ahora para enfrentar a los Chapitos las alianzas son muy similares: en estos enfrentamientos que se están dando en distintos puntos de Sinaloa (por controlar la plaza pero sobre todo los laboratorios de fentanilo y drogas sintéticas que operan en buena parte del estado) a las huestes del Mayo, encabezadas por uno de sus hijos el Mayito flaco, Ismael Zambada Sicairos, se unieron fuerzas de otros estados, particularmente el grupo de los rusos que trabajaban para el Mayo en Baja California (un territorio clave para el tráfico de fentanilo), pero también grupos de Juárez, enfrentados desde siempre con los chapitos y que tuvieron ya sus primeros combates en Ojinaga, Chihuahua, esta misma semana. Pero es significativo también que se les uniera el principal sucesor de los grupos de los Beltrán Leyva, Fausto Isidro Meza López, el Chapo Isidro, con fuerte presencia en el norte de Sinaloa y parte de Sonora.
Cuando se dice que las estructuras del mayo han resultado más fuertes de lo que parecían es porque se trata de una conformación, una organización que nada o poco tiene que ver con la original, se integró un grupo criminal nuevo, por lo menos con el objetivo, a corto y mediano plazo, de derrotar a las fuerzas de Iván Archivaldo Guzmán.
Estos enfrentamientos y esa reconfiguración no son ajena a las fuerzas políticas y empresariales que han apoyado en el pasado al cártel como una sola organización. Como sucedió en el 2008 con la ruptura de los Beltrán Leyva, eso obliga a muchos a tomar partido y aumenta la confrontación y los ajustes de cuentas.
La diferencia es que en el poder político no se esperaban lo sucedido el 25 de julio y aún no terminan de saber realmente qué ocurrió, cómo terminaron aquella mañana el Mayo y Jesús Guzmán López en el aeropuerto de Santa Teresa en Nuevo México. Y todo ocurre además en los días finales del sexenio y en medio de una situación de confrontación por temas de seguridad con los Estados Unidos, que comenzará a juzgar a esos y otros narcotraficantes, de estos mismos grupos, en los próximos días.
El tema no es menor y se cruza también con la reconfiguración del Cártel Jalisco Nueva Generación que no puede intervenir en la lucha que se libra en Sinaloa y aprovechar la división, porque su propia unidad es precaria de cara a la hipotética sucesión de Nemesio Oseguera El Mencho, aquejado, como está el Mayo Zambada de delicados problemas de salud.
El CJNG está enfocado en sus divisiones internas y en la lucha por conservar sus territorios en Jalisco, Zacatecas, Colima, Nayarit, pero sobre todo en Chiapas, Guanajuato y Michoacán, donde enfrentan divisiones internas, pero también a rivales muy duros. Eso y su propia estructura, que está organizada en torno a un núcleo central y familiar seriamente debilitado, junto con un crecimiento exponencial tipo franquicias es lo que le impide intervenir en la guerra sinaloense. De todas formas, algo saben: quien gane, tarde o temprano, se volverá contra ellos.