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Jorge Fernández Menéndez

Hay que preguntarse qué tiene que suceder en Zacatecas para que finalmente alguna autoridad decida que la población de ese estado no puede seguir siendo castigada por los grupos criminales como viene ocurriendo desde hace meses, en realidad años. La semana antepasada fue asesinado el general José Silvestre Urzúa Padilla, coordinador de la Guardia Nacional. Ayer murió el juez de control Roberto Elías Martínez que un día antes había sido atacado a balazos cuando salía de su domicilio y abordaba su automóvil en el Municipio de Guadalupe. El juez recibió dos tiros en la cabeza.

Al mismo tiempo hubo enfrentamientos todos estos días en Jerez y en otros puntos del estado. Tanto la frontera de Zacatecas con San Luis Potosí como con Jalisco, son literalmente zonas de combate. Los casos del general Urzúa o del juez Martínez no son, desgraciadamente, aislados: en el estado van 50 policías asesinados en lo que va de este año. En Fresnillo, en Jerez, en la propia capital, ni hablar de las zonas limítrofes con Jalisco y SLP, la gente vive con miedo en su propio hogar, algunas encuestas oficiales muestran que el miedo atenaza a más del 90 por ciento de la población. Los grupos criminales no sólo están en disputa por un territorio que no produce drogas pero donde se pueden instalar laboratorios y depósitos y cuyas comunicaciones son claves para enlazarse con el Pacífico, el centro y el norte del país, la lucha en la frontera con San Luis Potosí (una entidad que va a terminar recorriendo el mismo camino que Zacatecas si nos atenemos a la forma en que se está desarrollando allí la violencia), implica también la posibilidad de extenderse desde allí a las huastecas y al golfo de México.

Pero lo de Zacatecas parece ser algo más que la de por sí compleja lucha entre grupos criminales. A principios de año, cuando se designó como coordinador de la Guardia Nacional al general Urzúa, el mismo que fue asesinado en extrañas circunstancias (todo indica que fue una emboscada) en el municpio de Pinos (precisamente en la frontera con SLP) se anunció un plan para recuperar la seguridd en el estado que ha sido un fracaso. No sólo no se ha recuperado la seguridad, sino que la violencia sigue extendiéndose y parece imparable, lo mismo que los asesinatos, la extorsión impuesta como norma en buena parte del estado, y los secuestros. Ni hablar de los feminicidios.

Por supuesto que no es fácil controlar la violencia en estados como Zacatecas. Nadie lo piensa así, pero es desconcertante que en once meses no se haya podido tener avance perceptible alguno, que no haya mucha más atención del gobierno federal, que no haya reacciones ante el asesinato de un general en activo o de un juez de control.

Se dijo que luego del asesinato del general Urzúa se enviarían 600 elementos de la Guardia Nacional a Zacatecas. No vemos que haya cambiado la dinámica criminal, ni que a una acción tan brutal como el asesinato de un general brigadier, haya habido una reacción proporcional de las fuerzas del Estado. La semana pasada, sin dar más detalles, se dijo que en un enfrentamiento había muerto el asesino del general Urzúa. Puede ser, pero ese no fue ni un hecho aislado ni fue producto de una acción individual. Abatir en un enfrentamiento a un sicario no es equivalente a asesinar a un General, comisario a su vez de la Guardia Nacional. Los golpes deben dirigirse a los mandos, las estructuras centrales de los grupos criminales, cualquiera de ellos, porque está comprobado que sicarios les sobran, y para esos grupos son sencillamente desechables. Al contrario, si las acciones no se dirigen a los mandos, éstos se empoderan, como ocurre en Zacatecas y en otros puntos del país, y la lucha contra ellos se torna cada día más conpleja y costosa.

En todo esto sobrevuela además una duda ¿en el gobierno federal no se quiere entrar con la firmeza que la situación exige porque allí gobierna el hermano del senador Ricardo Monreal, David (que está lejos de tener el talento político de Ricardo) y es uno de los bastiones políticos del senador de Morena? No lo sé. Como decíamos, hace un año, ya con David Monreal en el poder, se anunció el plan Plan Zacatecas II, un programa se dijo, destinado a reducir las altas cifras criminales. Fueron desplegados en la entidad para reforzar la seguridad más de mil 900 militares y de mil 600 elementos de la Guardia Nacional. El día que mataron al general Urzúa se celebraba un año de la implementación de ese plan. El fracaso del mismo tuvo como corolario ese asesinato.

Cauduro

Murió este fin de semana Rafael Cauduro, uno de los más importantes artistas del México contemporáneo, creador de innumerables obras y de los extraordinarios murales del edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Cauduro siempre me pareció un pintor sencillamente admirable. Los murales de la Corte son terribles, una expresión de las verguenzas, carencias y desafíos que aún tiene por delante la justicia en México. Pero el resto de su obra, con una carga de enorme realismo y muchas veces de enorme sensualidad, es apabullante. La muestra retrospectiva de Cauduro que recientemente se había montado (no sé si sigue en exposición, ojalá así sea) en San Ildefonso, logró reunir buena parte de su obra y ratifica la calidad de este artista que ya llevaba varios años muy enfermo y que falleció este fin de semana en Cuernavaca. Cauduro fue uno de los grandes artistas del México contemporáneo. Ojalá así sea reconocido.

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