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(Segunda parte)

Ulises Lara López

Llegamos a una celebración más del Día del Maestro (a), la segunda en la que, por primera vez en la Historia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), una normalista de carrera, encabeza la responsabilidad de uno de los pilares del gobierno para el desarrollo de su población.

Precisamente la semana pasada, en gira de trabajo por Xalapa, Veracruz, la maestra Delfina Gómez Álvarez, destacó que en los últimos dos años más de 180 mil docentes han sido basificados por la SEP, una muestra de la revalorización del magisterio nacional que no se había dado en las pasadas administraciones por diferentes políticas laborales y educativas que en el sexenio anterior llegaron con penas a 110 mil plazas a lo largo de cinco años.

Más aún, dijo que esto ha sido resultado de las gestiones de los distintos órdenes de gobierno y, sobre todo, porque son prioridad para la administración federal.

En el mismo sentido, la responsable de la estrategia educativa del país, recordó los esfuerzos para salvaguardar la salud física y emocional de los docentes, como esencial para garantizar la educación en todos niveles, de esta manera, sector educativo fue el tercero en ser inmunizado contra COVID-19 y en la asignación presupuestal se mostró la voluntad de considerar recursos suficientes para atender las demandas y necesidades de los trabajadores del sistema educativo nacional.

En este contexto, ahora que los riegos de la pandemia han cedido ante el restablecimiento de las clases presenciales en todos niveles escolares y en todas las escuelas del país, la titular de la SEP, aprovecha cualquier foro para reiterar que la reforma educativa, impulsada por la actual administración federal, modificó de raíz la relación entre gobierno y magisterio: «Hemos cambiado el anterior carácter punitivo de la evaluación docente por un modelo que fortalece la formación permanente y las garantías laborales.»

Un tema que abrió un amplio debate y ha generado desgaste para la SEP, es la desaparición de escuelas de tiempo completo, con este fin, luego de varios desvaríos en agendas, la maestra Delfina Gómez con diputados, a finales del mes pasado, sostuvo una reunión, de carácter privado, con los integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.

Al escenario de la reunión se agregó la protesta, con pancartas, de madres de familia, cuyos hijos fueron afectados por la desaparición del programa, y que piden revertir el cierre de 25 mil escuelas del referido programa gubernamental. Sin duda, una muestra de que en la tarea educativa quedan, y siempre se añadirán, retos y desafíos.

Respecto de la preocupación en materia educativa, además de la atención a las demandas y participación de padres de familia, queda pendiente la implementación de acción que eviten riesgos y aseguren el aprendizaje para todos los estudiantes, tras dos años de ausencia a causa de la pandemia de la que se ha derivado, según los expertos, la crisis educativa más grave de los últimos 100 años, no solo para México, sino para toda Latinoamérica.

En torno a ello, previo a la pandemia, en 2019, estudiosos reportaban una profunda crisis de aprendizaje: el 53% de los niños que terminaban la escuela primaria en América Latina y el Caribe no podía leer ni entender un texto simple. Hoy, tras el cierre de las escuelas, por casi dos años académicos, se estima que ese porcentaje ha aumentado al 64% en toda la región.

Los datos confirman una realidad en las escuelas latinoamericanas: la mayor parte de los niños va a clases, pero los problemas de calidad son tales que efectivamente alcanzan las competencias fundamentales y si los niños no avanzan en estos rubros es muy difícil alcanzar otras metas educativas.

En ello estriban los nuevos retos y desafíos de los docentes, las autoridades, padres de familia y todos los sectores vinculados a la tarea educativa. Esa labor debe ser coherente con prácticas y formas didácticas útiles a los estudiantes, no podemos olvidar que con cada niño, niña, adolescente y joven que se educa estamos formando a los protagonistas de una nueva sociedad.

Es innegable que la pandemia aumentó las desigualdades educativas drásticamente; pero en ese lapso también se revaloraron temas como las diferentes formas de violencia hacia mujeres, niñas y niños; el respeto y convivencia con otras especies con las que compartimos el planeta; los efectos profundos de la huella humana en el medio ambiente, además del calentamiento global; las urgencia de acciones para salvaguardar a futuro los recursos hídricos y con ello todas ampliar y sostener todas las reservas de biosfera. No es suficiente que los alumnos vuelvan a escuelas adaptadas para evitar contagios sino para atender las necesidades pospandemia, no se trata de reducir únicamente las brechas del desarrollo económico, necesitamos aumentar, el aprendizaje socioemocional, necesitamos ciudadanos senti-pensantes con visión de futuro.

Se corrió el rumor de cambios en libros de texto y contenidos educativos para el próximo ciclo escolar. No hay nada oficial aún, pero hoy no podemos centrar las reformas a la educación pensando solamente en cambiar los planes de estudio. El proyecto homologador de maestros ha concluido y necesitamos nuevos profesionales inmersos en una sociedad multiétnica y pluricultural capacitados para reconocer e incorporar prácticas culturalmente relevantes y desarrollar nuevos aprendizajes donde las emociones y la gestión de los conflictos de forma pacífica sea uno de los ejes transversales de su actuación.

Desafortunadamente, hay otro rumor que señala a la profesora Delfina como la más firme competidora para la gubernatura del Estado de México en 2023. Enhorabuena por ella, pero dejará su encargo en menos de un año y es probable que se queden en propósitos las propuestas de transformación de las escuelas, los docentes y la educación de la niñez y juventud mexicanas.

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