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Hacia un marco curricular común en el bachillerato

Ulises Lara López

El pasado 26 de agosto, la Secretaría de Educación Pública (SEP) presentó la propuesta del nuevo Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS) la cual busca, además de brindar una educación integral, generar la movilidad de estudiantes en todos los subsistemas de ese nivel educativo.

Esta encomienda, a cargo de la Subsecretaría de Educación Media Superior de la dependencia federal, se gestó, según sus impulsores, a lo largo de casi tres años de trabajo, reflexión colectiva entre docentes, autoridades y expertos académicos especializados en la tarea de educar a las y los estudiantes del grupo etario de 15 a 18 años.

Resultado de ello, todos los subsistemas de este nivel educativo del país, aplicarán el nuevo Marco Curricular Común a partir del ciclo escolar 2023-2024 en 14 mil escuelas públicas de este tipo educativo y al cual, las escuelas particulares deberán adaptar sus programas al nuevo marco.

La nueva herramienta está orientada a garantizar que los estudiantes de ese nivel educativo no sean rechazados y puedan ingresar o cambiarse, para continuar su educación, sin importar en qué subsistema (instituciones que imparten estudios de Bachillerato General, Bachillerato Tecnológico y Educación Profesional Técnica) se haya inscrito inicialmente.

Entre otras cosas, refiere que permitirá contar con una escuela abierta y orientadora, donde las y los jóvenes sean los protagonistas para la transformación social, con capacidad creativa y pensamiento crítico. Asimismo, los estudiantes dispondrán de una educación interdisciplinaria y transversal mediante proyectos escolares y comunitarios. Además, fomentará la cultura escolar y comunitaria para la paz, la equidad, la inclusión y el respeto a los derechos humanos.

Respecto de los elementos de aprendizaje que sustentarán la nueva base curricular en el bachillerato, destacan: lengua y comunicación (que implica desarrollar la capacidad para interactuar de forma receptiva, empática y pacífica con los demás), pensamiento matemático (que comprendan su realidad desde una mirada lógica y sistemática), conciencia histórica (comprender su presente en retrospectiva a su pasado) y cultura digital (que mediante el uso adecuado de las nuevas tecnologías investiguen y adquieran los conocimientos que les permitan continuar con su trayecto formativo); las cuales marcarán las pautas para la enseñanza de las ciencias naturales, experimentales y tecnología, las ciencias sociales y las humanidades. Adicionalmente, como parte de los recursos socioemocionales, se promoverá en los estudiantes la responsabilidad social, el bienestar afectivo emocional y el cuidado físico corporal.

Según los funcionarios de la SEP, se trata de un modelo flexible que no limita el proceso de enseñanza-aprendizaje, debido a que ofrece libertad al docente de abordar temas o conceptos desde distintas perspectivas, adaptarlas de acuerdo al contexto, haciendo uso de diversas estrategias.

En relación a la evaluación, las autoridades sostienen que se llevará a cabo desde el enfoque formativo, donde no sólo hay que evaluar el resultado de aprendizaje, sino todo el proceso, para lo cual se requiere del trabajo colaborativo y consenso entre el personal docente. El resultado se expresará en una calificación numérica que deberá tener argumentadas las razones, sus áreas de oportunidad y la identificación de su mejor desempeño.

“Ya no se quiere la enseñanza de memoria, sino enseñar a las y los jóvenes saber vivir con los demás, generar la curiosidad y dar los elementos necesarios para integrarse a la universidad o al ámbito laboral”, indica la propuesta.

Vale recordar que, por mandato constitucional, desde 2012, este nivel de Educación Pública en México, es obligatoria y el Estado debería cumplir con esta cobertura plenamente en el ciclo escolar 2021-2022.

A pesar de ello, diversos análisis a lo largo de la última década, muestran que falta mucho para lograr que cada joven acceda o que se mantenga en la escuela hasta concluir su Educación Media Superior. Por ejemplo: en el ciclo 2015-2016 casi setecientos mil jóvenes que abandonaron sus estudios, y fue en el modelo educativo profesional técnico donde se presentó la mayor tasa de abandono (24.3%), seguido del bachillerato tecnológico (15.8%), estando solo por debajo de la tasa total promedio el bachillerato general con una tasa de 13.3%.

En 2017, según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) la Educación Media Superior, a través de una compleja red constituida por 33 subsistemas atendió a más de 4 millones 985 mil alumnos, a través de 17 mil 400 planteles. Para 2021, se estimó que este nivel educativo alcanzó una cobertura del 82.5%.

Otros datos indica que: en México, alrededor de 30% de las y los jóvenes entre 15 y 17 años está fuera de la escuela; de cada diez estudiantes que ingresan a la Educación Media Superior sólo siete la terminan en el tiempo reglamentario.

Este escenario se agravó drásticamente a consecuencia de la pandemia, ya que el sector de población juvenil, a pesar de no ser tan afectado por el Covid-19, sí sufrió fuertes embates en lo económico, la salud emocional, el abandono escolar, la brecha tecnológica, falta de conectividad, entre otros más.

A dos ciclos escolares de que concluya el actual sexenio, es urgente cimentar las bases que trasciendan las administraciones sexenales y las políticas partidistas en materia educativa que conduzcan al bienestar y la satisfacción de los jóvenes, a fin de que sean los agentes de transformación social. Que sea está la base de un nuevo paradigma.

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