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La lucha contra el fentanilo desde nuestra escuela

Ulises Lara López

Un grave problema que enfrentan las sociedades modernas y que atenta contra la salud pública es un producto farmacéutico que ahora se ha convertido sinónimo de droga mortal: el fentanilo

En nuestro vecino del norte, de acuerdo a sus declaraciones amenaza con destruir amplios sectores de la población y acusan de su producción y distribución a cárteles fuera de su territorio, incluso han amagado con la intervención militar para contener su avance, una fuerte respuesta pero que se reduce al uso de la fuerza. ¿Será la primera y única solución?

Desde mi perspectiva, resolver el problema del consumo de éste químico entre la población, en especial de jóvenes, implica múltiples esfuerzos y acciones coordinadas; gran parte de las soluciones tienen relación con la concientización y los hábitos de prevención de toda la población hacia este flagelo. Ello implica una labor integral en los diversos niveles de educación y en la base del núcleo social como son las familias en todas sus modalidades.

Desde el espacio común que constituyen tanto escuelas públicas y privadas, se deben priorizar la atención y orientación respecto de los daños que ocasiona el fentanilo. Por un lado, estrechar el quehacer y los programas institucionales, como aquellos que están enfocados a niñas, niños y jóvenes, en los que se busca atender causas y generar ámbitos de prevención que aseguren oportunidades y permitan el ingreso de los estudiantes a cualquier espacio de desarrollo escolar, desde Educación Básica, Educación Media Superior hasta la Educación Superior. Si bien, hoy se tiene un ambicioso programa con más de once millones de becas para los que más lo necesitan ello puede ayudar a que no sean los aspectos económicos los que orillen a la población estudiantil a las garras de las drogas, y sí bridan la oportunidad de, desde las escuelas, abordar temas relevantes en los contenidos y saberes disciplinares que permitan discernir sobre la afectación a la salud por el consumo del fentanilo y todas las drogas que atentan contra la salud y el futuro de los niños, adolescentes y jóvenes. Otro esfuerzo, desde los centros escolares, está relacionado con los programas de activación física y el relativo al programa de Escuela Saludable, cuyas acciones se enfocan a contrarrestar los fenómenos que afectan la salud infantil y juvenil y, desde la plataforma del Consejo Técnico Escolar, brindan atención de casos específicos, orientan, canalizan y sirven de enlace con establecimientos ambulatorios de atención primaria.

Aunado a ello, para avanzar en la lucha contra el fentanilo, se requieren una colaboración intensa entre las instituciones de gobierno y los núcleos familiares, organizaciones comunitarias todas las estructuras sociales cuya esencia permita cohesionar y proteger a los diferentes integrantes del entramado social, sin exclusiones y procurando el desarrollo saludable y adecuado en todo momento.

Especial esfuerzo merece la intervención con tutores o jefes de familia, mujeres y hombres que cumplen en buena medida con los roles de madres y padres para auxiliar en la supervisión en los hábitos de consumo, en espacial los contenidos de la televisión abierta y de paga, las redes digitales y todos medios de comunicación que van dirigidos a niñas, niños y jóvenes.

En ese tenor, la labor educativa es decisiva para marcar rumbos y mecanismos que consoliden los cambios que beneficien la vida de los estudiantes y contribuyan al bienestar de la población mexicana.

Solamente con una labor dinámica y comprometida de maestras y maestros para responder a las nuevas realidades es fundamental. Debemos capacitar y entrenar a nuestro personal docente para detectar riesgos de adicción, depresión y deseos suicidas. Sin su participación no es posible crear una cultura de paz y evitar las expresiones de todas las clases de violencia como la física, sicológica, económica, cultural e institucional que el entorno ejerce sobre nuestro niñas, niños y jóvenes. Su desarrollo integral y saludable quedaría a la deriva sin la participación de los maestros.

De acuerdo a los datos publicas la presencia del fentanilo no es tan fuerte ni está por encima de las demás drogas, pero no debemos esperar, por ahora es un asunto que contamina, atenta y vulnera el derecho de los mexicanos a una vida sana.

Por ello aplaudo que desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) se promuevan, orienten, fomenten y apoyen acciones en materia de prevención y contra el consumo de sustancias psicoactivas y promovamos entre los alumnos la construcción de proyectos de vida libres de drogas.

Por otra parte, en necesario reconocer que se deben reforzar acciones para enterar a la población de los impactos en la salud y en la vida social, de los riesgos en el consumo de fentanilo y su alto grado adictivo. Trabajar en equipo y con los jóvenes en las aulas sobre los efectos económicos y en su salud del fentanilo en la región y en el mundo, es muy importante.

En suma, es una responsabilidad social e intergeneracional y es un llamado a estar atentos y trabajando, sin descanso, para generar una verdadera cultura de paz y vida saludable.

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