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Ulises Lara López

Podríamos empezar por reconocer que en México, existen 18 millones 782 mil alumnos de primaria y secundaria que son víctimas de bullying, esto de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Pero no es un tema que se dimensiona porque son sus números.

Está problemática se atiende desde diferentes áreas del Gobierno de la República el IMSS, Injuve, Inmujeres, CNDH la STPS por cierto, esta última subió un video preventivo a las adicciones de los jóvenes de educación secundaria y no es viral por el contrario, se subió el pasado martes y hasta ayer solo contaba con un retweet y seis me gusta, es decir, no ha sido del interés de los usuarios de redes.

En cambio, el incremento en este tipo de reproducciones violentas se comparte a una gran velocidad, al igual de la empatía de quienes se encuentran grabando y lo más grave fomentando la agresión.

La empatía social la observamos posterior al triste deceso de Norma Lizbeth, en San Juan Teotihuacán, donde se congregaron los pobladores a gritar la consigna ¡No más bullying! ¡No más bullying!”, al mismo tiempo que cerraban vialidades.

Hoy, debemos sumarnos a esa consigna al unísono en todo el país y prevengamos y evitemos estás acciones.

Las causas del bullying o acoso escolar pueden residir en los modelos educativos que son un referente para los niños, en la familia y/o en la escuela.

Existen diversidad de protocolos pero ha llegado el momento en que trabajemos para un reglamento general aplicable a escala nacional y dirigido desde la SEP en esta materia y se combata a todas las formas de violencia. Desde la institucional, verbal, física y desmontar las prácticas discriminatorias por orígenes, religión, orientación sexual o pobreza aplicable a las escuelas.

El llamado que hizo el Presidente de No al Clasismo y la exclusión debe reflejarse en nuestros planteles educativos

Hoy las escuelas reciben comunicados dónde sin objetivos y explicación de las acciones no les pueden prohibir nada a los alumnos y alumnas, han reducido la tolerancia a prácticas inadecuadas de convivencia a dejar la normatividad del uniforme, corte de pelo, tatuajes, perforaciones, horarios y actividades extraescolares y tareas. Los límites son convenciones sociales y algunas son reglas formales que debemos respetar. Si bien a nadie se le puede negar la entrada, ni revisar sus mochilas sin consensos. Permitir que se rompan los límites y las reglas como si fuera un trámite burocrático es dejar de construir comunidad. Se pierde la gobernabilidad y dejamos sin capacidad operativa a las autoridades escolares y prácticamente a nadie.

Los actuales Acuerdos de Convivencia Escolar, que no es un reglamento propiamente, se le quitó ese carácter y paso a ser opcional.

Ante los comités que se han creado para la administración de los recursos con el programa la Escuela es Nuestra sería una oportunidad para que los padres de familia reconocieran y coadyuvaran en la construcción de acuerdos básicos para la convivencia, el orden colectivo y la disciplina para cumplirlos, algo que eventualmente deberemos extender a los

Entornos sociales y las familias.

Los directores, docentes, la única estrategia que han tenido ha sido la contención y acciones de prevención, así como la ayuda de muchos padres que si ponen orden y atención a sus hijos, pero también hay que reconocer algunos están dejando de hacer su función.

Seguramente, en unos días se habrá borrado todo este sentir de la población y las escuelas seguirán tan desprotegidas, tan sin ley, y no porque no se quiera, o creen que los maestros de la escuela donde sucedió ellos lo querían o lo provocaron. La respuesta es no, sin riesgo a equivocarme.

Se necesita la intervención desde el legislativo a fin de que propongan reglas claras y las familias y alumnos estén enterados por los medios de comunicación para que obliguen a la autoridad escolar a cumplir la ley. Que evite que los mismos maestros ante hechos como estos sigan siendo señalados de culpables y alumnos violentados.

Con estos lamentablemente sucesos queda demostrado que no sirven los programas de mochila segura. La violencia usa instrumentos que no necesariamente están en sus cosas. La niña fue atacada a pedradas, fue una descarga extrema que puede llegar a pensarse en odio. En nuestra sociedad necesitamos construir una cultura de paz con todos los involucrados y somos la sociedad entera. No es siendo autoritarios ni transfiriendo responsabilidades. Hay que resolver las violencias en todas sus formas. Construyamos una idea de comunidad y mejor nación donde la tolerancia, el respeto y la solución no violenta de conflictos sea nuestra distinción de mexicanidad.

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