Embovedados, una bomba de tiempo

Tania Selvas / Ainer González
Francisco Mendoza / Edén Gómez
Edición: Francisco Mendoza
Diseño: Luis Méndez / Diario de Chiapas
Todas las ciudades en el mundo cuentan con catacumbas, drenajes o embovedados que son de suma importancia para la organización urbana; en Tuxtla Gutiérrez existen cuatro embovedados que, con el paso del tiempo su condición se ha vuelto deplorable.
Los embovedados de Tuxtla Gutiérrez son un riesgo latente para los habitantes capitalinos, debido a la falta de mantenimiento, esto eventualmente provocará asentamientos en las estructuras, el colapso de las edificaciones que se encuentran alrededor y por arriba de ellos.

Desplome en San Francisco
La última catástrofe sucedió la noche del 03 de septiembre de 2016 en el barrio de San Francisco, esa noche nadie esperaba que las lluvias fueran las más abundantes, como no ocurría hace 32 años, por lo que la gente esperaba que en un rato dejara de llover. Sin embargo, ocurrió lo contrario, el agua caía con más intensidad, el viento la acompañaba haciendo que la noche fuera menos común de lo normal.
Del sonoro del agua impactándose contra el pavimento, se escuchó un estruendo que, a más de uno asustó y dejó en alerta, eran las piedras que por debajo del embovedado de la zona sur y que resguardada al río San Roque, bajaron, chocaron, y provocaron desgastes en la estructura de concreto.
No tardó ni 15 minutos cuando la primera víctima había caído, el árbol ubicado en la Segunda Oriente, antes de llegar a la 11ª Sur, había caído y con este comenzó una de las noches más largas para los vecinos del lugar.
El drenaje de la 12ª Sur y Segunda Oriente comenzó a colapsar con la presencia de ramas, piedras, bolsas de plástico y botellas que arrastraba de la parte alta, provocando que fuera insuficiente para tanto líquido, comenzando a desbordarse.
Habitualmente en cada lluvia la 11ª Sur se llena de agua, porque en la privada de la Tercera Oriente existe un desagüe grande, hecho para que las corrientes fluyan sin ningún problema; es más, dos meses atrás este había sido azolvado, para que permitiera que el agua bajará y se uniera en su cauce natural, pero en esta ocasión no fue suficiente.
El agua bajaba con mayor fuerza y comenzaba a tocar las puertas de las casas que encontraba a su paso, en un minuto o dos el agua se filtraba y entraba para hacer una visita poco afectiva a cada uno de los vecinos que se vieron sorprendidos, a tal grado que prefirieron salir de sus casas, subir a la azotea o mover sus vehículos antes de quedarse a combatir con algo que era inevitable de ganar.
Las fuertes corrientes se hacían más intensas mientras se escuchaba el crujir de las casas de adobe de la Segunda Oriente, las cuales no aguantaron más y se vinieron a plomo; el lodo y las tablas de esas viejas casas comenzaron a esparcirse por todo el lugar, la corriente era tan fuerte que pudimos constatar que los restos de las casas fueron encontrados hasta la Primera Sur frente a la lotería nacional.
Era inevitable, el agua había entrado y llevado consigo los destrozos que pudimos ver en las redes sociales, con videos y fotografías que mostraban, cuando la naturaleza reclama su lugar no hay quien la frene.
Los vehículos eran arrastrados con tal fuerza que los hacia chocar entre ellos; algunos los metieron en la casa ubicada en la 11ª Sur y privada de la Tercera Oriente. La dueña de esa casa que está en hondo, al ver la agresividad de las olas optó por salir de esa trampa mortal, sacando de prisa a tres niños que estaban con ella, en su intento de escape trató de levantar al “Vampiro”, conocido así por los amigos de la cuadra, que había llegado minutos antes de descansar, después de haber estado con sus amigos.
Le fue imposible levantarle y lo dejó, esperando que el agua ayudará a reaccionar; sin embargo, no sucedió y la casa cayó encima de él, quitándole la vida.
El árbol que minutos antes había caído, creo un efecto dominó al no haber quien sostuviera la tierra y la calle de la Segunda Oriente se vino abajo, minutos después la casa ubicada en la 12ª Sur también vio resentido sus cimientos y se vino abajo, provocando más pánico con los vecinos.
Los vecinos no pasaban del espanto, hasta que poco a poco el agua bajó; lo que quedó tras su partida, fue una densa capa de lodo en las calles y casas.
No tardó ni 20 minutos para que los elementos de Protección Civil llegarán al lugar, en compañía de elementos municipales y bomberos a valorar y comenzar a ver cómo iban a resolver semejante problema.
Fue una noche larga, muy larga para todos los que estuvimos en el lugar; fue en ese momento donde la solidaridad se hizo presente; amigos y vecinos de los afectados llegaban a apoyar sin escatimar.
La incertidumbre se podía sentir en el ambiente, nadie podía creer la fuerza de la naturaleza, nadie podía creer que, en instantes, habían perdido lo que les había costado tanto tiempo.

En la actualidad
Quienes habitan en el barrio San Francisco, en Tuxtla Gutiérrez, “viven con el Jesús en la boca” recordando los hechos de esa trágica noche de septiembre, cada que llueve de forma atípica, porque sus viviendas se inundan y, en algunos casos, se desploman.
Así lo relata Javier León, vecino del barrio San Francisco, quien en los últimos ocho años ha visto cómo vecinos, vecinas, inquilinos y comerciantes cómo su patrimonio se pierde en un cerrar de ojos; en este caso, precisa, bajo el estruendo de los rayos y la corriente de agua que se genera en cada lluvia de mayo, también llega con fuerza en el mes de septiembre.
Y es que esta colonia tuxtleca sabe lo que es vivir en riesgo, expone don Javier, quien menciona que muchos —y también pocos— saben que debajo de sus casas hay un embovedado por donde pasa un arroyo que desemboca en el río Sabinal.
Si bien el trágico año de 2017, cuando ocurrió el sismo más fuerte de la historia moderna de Chiapas, sirvió para conocer y tener una radiografía de la ciudad —y particularmente de este barrio—, indica el colono que las condiciones en este 2025 son distintas por las mejoras realizadas. Sin embargo, advierte que el riesgo sigue latente, por vivir en un lugar donde el agua no deja de caminar.
Para el también comerciante, vivir arriba de un embovedado por donde circulan miles de litros de agua requiere una limpieza constante, integral y estructural, ya que, si bien se retiran los desechos sólidos, no se extraen las piedras que se arrastran en cada precipitación.
“Antes se juntaban las aguas negras también, ahoya ya lo separaron y quedó nada más el puro río, pero de allá arriba no sabemos cómo viene, y las piedras cuando hay lluvia fuerte, las arrastra … aquí se van quedado las piedras. Aquí no hay saneamiento en el interior, para quitar las piedras, todo lo que hay”, sostiene.
Por todo ello, don Javier insiste en que mantener limpios, seguros y en buen estado este y los demás embovedados de la ciudad no es un favor, sino una obligación que cada alcalde debe asumir, sin importar el partido o grupo político, ya que es una tarea que permite mantener saneada la red de drenaje y alcantarillado de Tuxtla.
“Que apoye (ayuntamiento) con el saneamiento de abajo que es lo más importante, que no se vuelva a reventar, ese es el problema, lo único, las calles están bien”, apunta.
Los trabajos de saneamiento en este y en otros embovedados son obligatorios y necesarios, no sólo para garantizar funcionalidad, sino para proteger la seguridad de quienes viven encima de estas estructuras añejas, que año con año enfrentan los embates de la naturaleza.
Más embovedados en riesgo
Con un abandono de más de 50 años, los embovedados de Tuxtla Gutiérrez son un riesgo latente para los habitantes capitalinos, debido a que la falta de mantenimiento está provocando asentamientos en las estructuras que pudieran provocar el colapso de las edificaciones que se encuentran alrededor y por arriba de ellos.
Este problema, explicó el investigador de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), integrante de la Asociación Mexicana de Hidráulica y Premio Internacional de Ingeniería Dubai 2010, Martín Mundo Molina, que se generó desde la construcción inicial, debido a que no se contó con un proyecto integral, sino que fue construido en diferentes años, lo que provocó que estas estructuras se convirtieran en un Frankenstein.
“Este embovedado de San Roque tiene más de un kilómetro, y se fueron haciendo durante varias administraciones, no hubo un diseño puro, no hubo un diseño hidráulico que permitiera que el embovedado tuviera la sección hidráulica necesaria para un tiempo futuro. Hay zonas que vienen con un diámetro grande y luego se reducen y vuelven a crecer, y con materiales distintos. Entonces cuando el agua trae mucho caudal, se detiene en la zona de menor diámetro, pero si a eso le pones la basura que trae el arroyo en las grandes crecidas, algunos se tapan, entonces el embovedado se llena completamente y trabaja como una tubería, y al trabajar con un diseño distinto, ya no está para lo que fue diseñado”.
A raíz de una serie de recorridos, tanto en San Roque como en San Pascualito, que tienen una trayectoria de más de un kilómetro y medio en la zona sur centro de la ciudad capital, las observaciones realizadas son de atender los socavones, esto producto de las fuertes corrientes de agua que se generan principalmente cuando se presentan lluvias atípicas y arrastran troncos, basura y en ocasiones hasta muebles completos.
“La última vez que ingresamos, hace un promedio de dos años y medio, contamos 69 socavones y un socavón muy grande que ya estaba ocasionando problemas en los cimientos e hicimos un informe técnico hace cuatro años, en donde dábamos recomendaciones al municipio de las velocidades máximas que tienen el embovedado, porque tienen mucha pendiente, entonces el flujo es muy rápido. Normalmente reparar socavones tiene que tener una metodología muy cuidadosa para poder repararlos y tiene que ser una empresa que conozca cuestiones hidráulicas, no sólo en el cuidado del proceso de reconstrucción”.
Tan sólo en el embovedado de San Roque, se tenía analizado que existen más de 200 viviendas, un andador y un mercado, en el cual la afluencia de visitas rebasa las mil personas diarias; lo que representa un riesgo para la zona.
La condición de ríos contaminados, embovedados sin mantenimiento, sin drenajes pluviales y cero inversiones para canales subterráneos, no es exclusivo de Tuxtla Gutiérrez ni de Chiapas, es de todo Latinoamérica según la experiencia del especialista en hidrología.
“El problema de los embovedados para América Latina, es el mismo, no hay mantenimiento desde hace muchos años y además tienen problemas porque las obras civiles deben tener mantenimiento y no se les da”.

Acciones de prevención
Protección Civil de Tuxtla Gutiérrez mantiene acciones de prevención en diversos embovedados de la capital chiapaneca con el firme propósito de que la temporada de lluvias que será en un inicio a partir del próximo 15 de mayo, se pueden reducir los riesgos lo más posible.
En ese sentido, el secretario de Protección Civil en la capital chiapaneca, Eder Mancilla, dio a conocer que actualmente la capital son cuatro abovedados que se mantienen activos: San Roque, San Pascualito, El Sope y El Cocal; las autoridades han mantenido diversos recorridos en esa temporada de estiaje que está por concluir, a través de un grupo colegiado que tiene como fin analizar y con ello valorar cualquier tipo de riesgo.
Refirió que son los embovedados de San Roque y San Pascualito, los que se encuentran con daños importantes, que van desde colapsos de muros, socavones y algunas viviendas con afectaciones, por lo que se ha intensificado este trabajo en la capital chiapaneca.
El funcionario municipal expresó que correspondiente al embovedado de San Roque, son seis locales los que se mantienen en riesgo, ya que prácticamente se mantienen al aire; además, se han encontrado afectaciones en el empoderado de San Pascualito, donde se han detectado afectaciones en el punto de la Sexta Poniente entre Avenida Central y Primera Norte; además, hay otra afectación más en la Sexta Sur y Séptima Poniente.
“En estos embovedados se encontraron riesgo muy altos, donde hay colapso de muros, ya se ven algunas lozas que son los pisos de algunas viviendas, por eso se ingresó para saber qué tipo de obras se tienen que realizar, lo que nos compete en Protección Civil es identificar el riesgo y hacer la transferencia al área correspondiente, para que haga las reparaciones; en el caso de las personas que están en el andador comercial de San Roque, son cinco o seis locales que están en riesgo, porque están al aire; otros están en San Pascualito, el otro riesgo que es parecido como el de San roque, es la Sexta Poniente entre Avenida Central y Primera Norte donde el patio de una casa está en el aire”, dijo.
En este contexto, dijo que se está trabajando para atender dicha situación, y con ello el riesgo disminuya, “estamos trabajando de manera considerable para con ello reducir los riesgos, la intención es que también la gente nos pueda reportar cualquier tipo de daño dentro de sus viviendas, ya que al hacer los recorridos hemos detectado afectaciones que no habían sido dadas a conocer, pero que se realizan año con año, considerando que los embovedados que hoy se mantienen en Tuxtla tienen más de 40 años de servicio”.
Agregó que actualmente son 23 afluentes los que se mantienen en la capital chiapaneca, sin embargo, los embovedados no tienen mayor conexión con estos afluentes, dejando en claro que algunos socavones que se puedan presentar en algunas otras zonas de la capital son excepcionales, es decir, no se debe a los afluentes que están en Tuxtlam son principalmente por algunas fugas de agua y que generan filtraciones y esto ocasiona algunos socavones que se atienden hasta que son reportados.

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