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China halla importante reserva; esto sabemos

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Dos años después de que China completara con éxito la misión Chang’e-5. La sonda llegó a la Luna y consiguió las primeras muestras del satélite desde la misión soviética Lunik 24 en 1976. El grupo de expertos encargados de su análisis han compartido sus resultados. Y parece que han dado con uno de los grandes misterios que se lleva cuestionando la comunidad científica acerca de la Luna: ¿de dónde viene el agua que esta contiene?

Las muestras que recogió la sonda Chang’e-5, en los alrededores del Mons Rümker, son unos cristales de impacto que contienen agua en su interior. Estos tienen “composiciones químicas homogéneas y superficies lisas”, han precisado los expertos. Una de las principales características de los cristales de vidrio de impacto que la misión de la Chang’e-5 pasa por la abundancia de agua que pueden retener: hasta unos 2.000 microgramos.g-1, con características extremas de agotamiento de deuterio.

Así lo han relatado expertos de la Academia Nacional de Ciencias China (CAS) —y los dos colaboradores europeos que se han incorporado al proyecto— en un artículo publicado este lunes en la revista Nature Geoscience. Estos, además, han señalado que el agua que contienen estos cristales procede del viento solar y estos “actuaron como una esponja para amortiguar el ciclo de agua de superficie lunar”.

El profesor Sen Hu de la Academia China de Ciencias, que ha estado al frente de la investigación, ha señalado que estos hallazgos “indican que los cristales de impactos en la superficie de la Luna y otros cuerpos sin aire en el Sistema Solar son capaces de almacenar agua derivada de vientos solares y de soltarlos al espacio”.

Hasta ahora, las distintas misiones destinadas al estudio de la Luna habían podido ratificar la presencia de agua estructural o en forma de hielo en el satélite. Sin embargo, con este nuevo descubrimiento, la comunidad científica ya supone que pueden existir múltiples reservas hídricas todavía por identificar. Y que estas, además, tengan la capacidad de retener el agua en el satélite y que no se escape al espacio.

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