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  • Miles de bolivianos indígenas que celebran con las manos alzadas el inicio del año nuevo indígena 5530, en el solsticio del invierno austral, donde pidieron a Tata-Inti y a Pachamama «paz, salud y unidad para todos los bolivianos».

Las fogatas ardieron durante toda la madrugada del martes mientras sacerdotes aymaras rezaban oraciones a la espera de los primeros rayos de Tata-Inti —el Padre Sol— en el solsticio que marca el inicio del Año Nuevo Andino, una celebración de raíces ancestrales muy popular en Bolivia.

Según las creencias de los pueblos andinos, tras la noche más larga del año y con temperaturas gélidas el astro rey regresa cargado de buena energía. Miles de personas se congregaron en los cerros, en centros ceremoniales o en miradores de la ciudad para recibir los primeros rayos con las manos alzadas.

Los primeros rayos del "tata-inti" (padre-sol) caen en la madrugada de este martes en el complejo religioso preincaico de Tiwanaku. (AFP)

El reloj marca 07:17 de la mañana y la temperatura está en menos un grado centígrado. El viento sopla levemente por la fría pampa del altiplano, donde está enclavado Tiwanaku, a 75 km al este de La Paz y a 3 mil 860 metros sobre el nivel del mar.

En Bolivia es feriado y el epicentro de la celebración en el pueblo arqueológico de Tiwanaku, donde floreció una de las culturas más importantes y antiguas de las tierras andinas unos mil 500 años antes de nuestra era (a.n.e). Hasta allí llegó el presidente Luis Arce acompañado por el ex mandatario Evo Morales.

El presidente Luis Arce y las autoridades municipales prepararon una fiesta que en aymara también se llama "willka kuti"; estuvo acompañado de Evo Mor

​»Estamos en una waka (lugar sagrado) para celebrar un nuevo año andino y pedimos paz, salud y unidad para todos los bolivianos», dijo Adelayda López, una amauta (sacerdote aymara) ataviada con tejidos aymaras para la celebración en el barrio Corazón de Jesús, donde se alza un Cristo al borde un acantilado que separa a La Paz de su vecina El Alto.

En los últimos años la celebración se ha extendido a regiones de los valles y del Amazonas. Tras la puesta del sol los creyentes bailan alrededor de la fogata donde ardieron las ofrendas a la Pachamama —Madre Tierra—mientras el amauta Víctor Machaca aviva el fuego con alcohol.

La celebración fue en el lago Tiwanaku, cercano al binacional Lago Titicaca y cuna de una de las culturas líticas más longevas del mundo. (AP)

«Esto ha cruzado fronteras y ahora se celebra en todo el continente. Es el nacimiento del Sol. Desde nuestros abuelos tiwanakotas siempre se ha celebrado, es nuestro horizonte. Hoy debemos recibir las energías positivas para tener mejores condiciones de vida. Eso es el año nuevo andino: vivir bien, en paz y armonía», dijo Machaca.

«Mantenemos viva nuestra cultura y nuestras creencias», sostuvo el creyente Luis Gutiérrez.

En las zonas rurales del altiplano, a casi 4 mil metros de altitud, los indígenas hicieron ofrendas a la Pachamama por las buenas cosechas y pidieron un buen año en estas tierras semiáridas difíciles para la agricultura. La celebración también es popular en el norte de Chile y el sur de Perú y coincide con el solsticio de invierno en el Hemisferio Sur.

Con las palmas en alto está Eneida Loayza, de 56 años. Da leves brincos cuando los rayos solares comienzan a tocar su cuerpo. «Está lindo recibir toda esa energía positiva que tiene el sol para seguir adelante y para recibir todo lo positivo», dice.   

pocos pasos, Edgar Ledezma cierra los ojos y luego desplaza las manos por su rostro y cuerpo. «Estaba botando las malas energías, siempre hay que limpiarse de todas las vibras negativas y los rayos del sol te limpian», señala.

Adalid Huanca, pasante en una oficina pública, dice que está compartiendo la creencia de recibir los rayos solares «en este inicio del año nuevo» indígena. La festividad comenzó más temprano, cuando todo era penumbra. La denominada «mesa» está conformada por incienso, dulces y raíces frutales que el fuego consume.

A lo largo de Bolivia, se efectuaron distintas actividades y fiestas musicales para recibir la llegada del sol. (AFP)

En ese pueblo, donde se alzan centros ceremoniales de piedra como la llamada Puerta del Sol, la celebración se prolongó con música y danzas autóctonas aymaras y una comida colectiva que se sirvió encima de tejidos sobre el piso de tierra.

El cálculo del año 5530 resulta de la suma de los cinco ciclos, cada uno de mil años de historia social de los pueblos originarios hasta que Cristóbal Colón llegó a América en 1492. A eso se añaden los 530 años desde el arribo de los españoles al continente.

Pero para el historiador Fernando Cajías el cálculo no tiene base científica. La cultura más antigua en esta región es de hace mil 500 años a.n.e. a los que hay que sumarles los 2022 del calendario romano. «Los cálculos no dan».

Las ofrendas rituales son antiguas, prehispánicas, de pedir a los dioses, como el sol, que ha sido preponderante en la religiosidad de la zona. (AP)

De acuerdo a un reporte previo del Ministerio de Cultura, las celebraciones para recibir el año nuevo indígena se repitieron en más de 220 lugares religiosos y arqueológicos de todo el país. En todos ellos se efectuaron distintas actividades y fiestas musicales para recibir la llegada del sol.

David Quispe, profesor de la carrera de Sociología de la Universidad estatal de San Andrés (UMSA), dijo que «este año nuevo es un hecho político de reafirmación de nuestro ser político» como aymaras, porque «hemos sufrido un proceso de anulación sistemática de nuestra historia y hemos sido invisibilizados».

Delia Mendoza, docente de la UMSA en las carreras de Arqueología y Antropología, dijo por su parte que las «ofrendas rituales son antiguas, prehispánicas, de pedir a los dioses, como el sol, que ha sido preponderante» en la religiosidad de la zona.

Con información de: Milenio

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