En un mensaje firme y directo, Claudia Sheinbaum envió una carta a la dirigencia nacional de Morena y a toda su militancia con un llamado claro: el movimiento no debe convertirse en un partido de Estado, ni mucho menos permitir vínculos con el crimen organizado.
El documento, leído durante el Consejo Nacional de Morena en este inicio de mes de mayo, pone sobre la mesa la preocupación de la presidenta electa de México por el futuro del partido. “No puede haber colusión con la delincuencia”, sentenció, al advertir sobre los riesgos del sectarismo, el pragmatismo sin principios y el uso del poder por intereses personales.
Sheinbaum pidió a sus compañeras y compañeros recordar los orígenes del movimiento, fundado para combatir la corrupción y transformar al país desde la base social, no desde los privilegios ni la simulación. “El dinero y el poder no son el éxito”, afirmó en un mensaje que también parece hablarle a algunos perfiles internos que han sido señalados por su cercanía con estructuras ilícitas.
Este pronunciamiento ocurre en un contexto complejo: en las últimas semanas han surgido denuncias sobre posibles candidatos con vínculos con el narcotráfico, lo que ha encendido alertas dentro y fuera del partido. Organizaciones civiles, e incluso autoridades electorales, han pedido mayor vigilancia en los perfiles que buscarán cargos públicos.
Frente a este escenario, Sheinbaum fue enfática: Morena debe blindarse. Señaló que su equipo consulta a instancias como la Fiscalía General de la República y la Secretaría de Seguridad antes de dar luz verde a cualquier candidatura. La prioridad —dijo— es no repetir los errores del pasado.
Con este mensaje, Claudia Sheinbaum no solo marcó distancia de cualquier señalamiento, sino que también reafirmó su compromiso con una política ética, transparente y sin pactos oscuros.