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Nuevas dependencias

Jorge Alberto Rincón Acebo jorgearinconacebo@gmail.com

Continuamos en el siglo XVIII en la conversación entre mujeres y clérigos:
Todos los reinos desean solo sacar de las colonias, despojarlas, arruinarlas y nunca tratarlos como sus iguales.
Son niños que les arrebatamos las tierras, vida, identidad, con esperanzas en el más allá y pesadumbre en el más acá.
Lo acaecido en las trece colonias, Quebec y Otawa, lo platica Antonio Obeca proveniente del área de Nueva York al poblado de Comitán y Tuxtla. Y su amigo Asabar, ambos casados con las hijas de Lenabetse.
A la negritud la seguimos considerando infrahumanos.
Aunque existan descendientes de ex esclavos fungiendo como ciudadanos en el imperio británico y quizás en la metrópoli española.
Acá, los que habitamos las Américas, los desconocemos.
¿Acaso consideráis que es revolucionaria la nación americana, cuando habla de libertad?
¿Le confirió libertad al pueblo trabajador? ¡No!
¿Los mismos derechos a los negros libres? ¡No!
Son considerados inferiores, no les permiten entrar en Nueva York, Pensilvania, ahora en Washington, a los restaurantes de los blancos.
Aunque existan leyes, lo permiten, en la práctica son golpeados.
¡No hablen de mejor condición de vida para el pueblo en los nuevos Estados Unidos de Norteamérica!
En un futuro pretenderán dañar a España en sus territorios americanos.
Los ingleses y franceses se pelearán por ayudar y cobrar independencias, convertidas en dependencias.
Inglaterra se la cobró al reino francés, apoyando a los revolucionarios.
Mucho menos en esa pretendida Revolución Francesa, que hablan de libertad, igualdad y fraternidad.
El poderoso no es fraterno con el desposeído.
Si el desposeído sube de clase, se olvida de sus orígenes y es peor que los que nacieron ricos.
Se carece de “igualdad”, aun entre los de la misma clase. A la mujer, sea católica, cristiana, musulmana, se le considera por debajo del varón, cuando la formadora del producto es la hembra.
La “Fraternidad” no ha existido desde la época de Caín y Abel y todo lo que está escrito en papeles solo habla de luchas para jorobar al otro, son cíclicas destructivas, carentes del amor predicado por Cristo.
¿Libertad? ¡Menos!

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