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Una vida con vida…Carlos Zepeda Constantino

Jorge Éver González Domínguez/Chiapa de Corzo, Chiapas jevergonzalez@hotmail.com

Segundo Carlos Zepeda Constantino, nació en la colonia Flores Magón, municipio de Venustiano Carranza, Chiapas, el 3 de marzo de 1953; radicado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, desde 1980, casado y vive con Tomasa Castillo Antonio.
Hijo de don Carlos Zepeda de la Torre y de Carmen Constantino Borraz.
Estudió la carrera de Derecho, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
En el año de 1980 obtuvo el título de abogado. Ha desempeñado diversos cargos públicos en el gobierno estatal.
En el año de 2017, en la ciudad de Tapachula, Chiapas, escribió su libro Remembranzas de un viaje al más allá, narrativa de un hecho real conocido como una experiencia cercana a la muerte, que le sucedió en el mes de octubre de 1976.
A partir de su experiencia de vida, va construyendo las partes de su libro hasta completarlo y presentarlo completo.
Segundo Carlos Zepeda Constantino, en esta segunda oportunidad que le ha dado la vida, se proyecta como un escritor donde abandera la fe cristiana.
En entrevista, nos dice: “Las letras llegan a mí, a través de un extraño suceso que me sucedió en el año de 1976, que le llamé Experiencia Cercana a la Muerte, y desde entonces busco principalmente, que la humanidad tenga conciencia que no solamente somos un montón de carne y huesos, que dentro de nuestro cuerpo carnal habita otro Ser, el verdadero Ser que somos, nuestro espíritu, y que cuando muere el cuerpo terrestre, el espíritu realmente regresa a su origen que conocemos como el cielo y busco desde entonces que las personas conozcan que realmente existe Dios, que Jesucristo es real, que existe y vive en esa dimensión”.
Actualmente, Carlos Zepeda se refugia en la tranquilidad que dan los días y descansa su literatura en el umbral del tiempo, vive en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y agiliza las mañanas escribiendo alguna estrofa de su vida.
“En el preciso instante que me acomodé en la almohada y cerré mis ojos, sin que sintiera algún síntoma de desvanecimiento, dolor ni otro malestar, pero sí sentí en mi cabeza un levísimo tirón hacia atrás, en ese instante, vi que, de la casita aquella que estaba en “La Huerta”, estábamos saliendo de la puerta al patio mis ocho hermanos, tres hombres, cinco mujeres y mi mamá…”.

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