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Incertidumbre amorosa contemporánea

Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chiapas lcalderon2009@hotmail.com

En las últimas décadas se han producido importantes transformaciones en los modos en los que los afectos amorosos se experimentan. Estas transformaciones tienen lugar en un contexto de pluralización (relativa) de las formas de configuración de las parejas y las familias y de erosión y redefinición de los roles tradicionales de género en el seno de ambas.
A pesar de estos cambios, el amor y la formación de una pareja estable constituyen una de las aspiraciones centrales de los jóvenes. En momentos en los que diferentes dinámicas estructurales propician situaciones de inestabilidad y crisis en ámbitos igualmente fundamentales para sus vidas como el laboral y el económico, el amor, constituido culturalmente como promesa de felicidad, puede experimentarse como elemento de arraigo y fuente importante de estabilidad subjetiva.
En este sentido, no se puede hablar de la pérdida de importancia de la pareja como expectativa y como forma de organización en la sociedad actual. Sin embargo, existen elementos en la experiencia contemporánea del amor, que propician la incertidumbre también en este ámbito. Se han producido una serie de transformaciones en los procesos de formación de las parejas y en los modos de estar en las mismas, que frecuentemente implican cambios importantes en las representaciones y expectativas sobre la propia vida amorosa, hacia una mayor sensación de inseguridad.
Si en ocasiones los afectos amorosos generan arraigo, en otros casos la falta de certezas en este terreno apuntala la sensación general de incertidumbre, que la crisis económica y social está provocando entre amplios sectores de la juventud. Evidentemente, la inestabilidad en la experiencia amorosa no es vivida siempre –ni por todos y todas por igual- como problemática. Sin embargo, existe una tendencia muy extendida a experimentar los usos amorosos contemporáneos, con una marcada ambivalencia y cierta nostalgia de un pasado algo indefinido en el que las relaciones eran más estables.
Un factor que propicia la incertidumbre amorosa contemporánea, tiene que ver con lo que se entiende como la desregulación de los encuentros románticos, tendencia enmarcada en la progresiva privatización de los modos en que se producen la elección amorosa y el emparejamiento en el mundo occidental. En las sociedades modernas contemporáneas, el enamoramiento y la elección de pareja se convierten en ámbitos de la experiencia reservados al terreno de lo subjetivo. Esto no implica negar factores sociales que ayudan a modelar asimismo las subjetividades, haciéndose más o menos propensos a determinadas elecciones o preferencias. Lo que ocurre más bien, es que el emparejamiento deja de estar sujeto a criterios objetivamente sancionados, del mismo modo en que deja de estar asentado en modelos de género perfectamente delimitados.

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