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La crónica hablará por Chiapas

El terremoto del 85

Marco A. Orozco Zuarth cronistaschiapanecos@hotmail.com

Primera de tres partes
La mañana del 19 de septiembre de 1985 se dio uno de los episodios más dramáticos de mi vida y la de millones de mexicanos. La fecha quedó grabada en la historia por el terrible terremoto que devastó a la Ciudad de México. Poco después de las 7 de la mañana, sentí una tremenda sacudida de todo el edificio donde vivía, algo tan fuerte e inusual que de un salto salí de la cama y me abracé de la primera columna que encontré. Esta se movía terriblemente. La verdad sentí que ya era el fin de mis días. El edificio de departamentos situado en la Colonia del Valle, había sido construido ya con la técnica conocida como “Pilotes de control”; que es una tecnología cien por ciento mexicana, inventada por el Ingeniero Manuel González Flores, basada en una cimentación especialmente diseñada para los suelos de la Ciudad de México, para hacer que los edificios puedan moverse al ritmo de los temblores y evitar así el colapso.
Gracias a esta tecnología mi edificio y muchos no se derrumbaron en aquella ocasión; pero los movimientos son horribles y más de una persona ha de haber sufrido un paro cardiaco. Mi madre y mi tía se encontraban de visita y para ellas eso fue el fin del mundo. Así lo expresaron en sus súplicas y rezos: “Aplaca, aplaca, señor, aplaca”; repetían muchas veces. No era para menos, sentían que solo un poder divino podría salvarlas.
Eran las 8 de la mañana, sin bañarme, pues mi madre y mi tía dijeron que era malo bañarse después de un susto y más de este; así me dirigí a la UAM-Iztapalapa, pues era temporada de clases. Durante el trayecto, los pocos pasajeros de la combi estaban con los rostros compungidos y casi no se comentaba sobre el suceso. Al llegar al campus, en el cual había pocos estudiantes, unos pisos se notaban quebrados y se empezaron a saber las fatídicas noticias. Las clases se suspendieron y regresé a mi departamento. Como al mediodía, a través de la radio, se empezó a saber de los graves daños ocasionados. Jacobo Zabludovky daba cuenta de que habían caído tales y cuales edificios.
Alrededor de las 2 de la tarde llegaron unos primos muy angustiados comentando que al lado del edificio donde vivían se había derrumbado un hotel y por ello los habían evacuado; por lo que me pidieron que los acompañara para sacar sus pertenencias. Así llegamos como a las 6 de la tarde al lugar, que estaba a una cuadra del Monumento a la Revolución; sacaron sus cosas y nos disponíamos a regresar cuando sucedió el segundo temblor, de menor intensidad pero más alarmante, pues para esas horas ya se sabían los grandes daños que había sufrido la ciudad. Estábamos debajo de un edificio sobre la calle de Tomas Alva Edison, a la vuelta de José María Iglesias, en la colonia Tabacalera, cuando inició; al primer movimiento salimos corriendo y a unos 50 metros escuchamos el estruendo del edificio que se derrumbó. ¡Nos salvamos! Gritando con júbilo pero con un gran miedo e incertidumbre. , caminamos hacia la Avenida Insurgentes para regresar al departamento, donde se habían quedado mi madre y mi tía…

Continuará.

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