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La Leyenda de “Tata Chico” (San Francisco de Asís)

Roque Gil Marín Vassallo
Comitán, Chiapas
¿Por qué los tonaltecos le llaman “Tata Chico”. Los antiguos “Turulos” -o sea, los viejos tonaltecos, en la costa de Chiapas- tenían la bonita y muy útil costumbre de reunir a su alrededor a los niños que iban por las tardes a jugar a la alameda o parque que sirve como atrio del templo de San Francisco de Asís, para que en tanto les invitaban a degustar una refrescante “Raspa Colorada” (raspado), bajo la sombra de los “Nambimbos”, daban inicio a una serie de Cuentos, Leyendas, Historias y Mitos que según decían, les habían sido narrados por sus “abuelos” y que consistían en páginas de la vida y del devenir socio-cultural del pueblo de Tonalá, tanto de la época precolombina como durante la Conquista española, la Colonia, la Independencia, la Unión a México y la Revolución de los “Mapaches”.
Una de las leyendas que quedó impregnada para siempre en mi memoria, es la que se refería a “Tata Chico”, esto es, a San Francisco de Asís, patrono de los creyentes católicos del pueblo tonalteco, y lo sorprendente de esta narración es que según ellos, el nombre de Tata Chico, fue conocido antes de la llegada del primer misionero franciscano por los indígenas que se convirtieron al cristianismo cuando el conquistador Pedro de Alvarado, fundó el 15 de enero de 1524, al actual Tonalá, que según decían es el quinto lugar en esta zona que lleva este nombre con base en la mitología del Quinto Sol, y que 8 años después, en 1532, Tonalá fue visitado por el grandioso misionero cristiano español Fray Toribio de Benavente a quien le decían Fray “Motolinía”, y que cuando lo vieron los Indígenas, se arrodillaron ante su persona y le dijeron : “Tata Chico”, (Papá pequeño), por lo que Motolinía les preguntó quién era ese señor, y los naturales le contestaron que era un “pequeño hombrecito que se vestía igual que él y que tenía amarrado un cordón en su cintura con tres nudos que simbolizan los tres votos cristianos que son: Pobreza, Humildad y Obediencia”.
Admirado y sorprendido el fraile español siguió preguntando en qué lugar miraban a este “hombrecito” y los indios lo llevaron a una loma cercana al centro del pueblo que Alvarado había fundado y le señalaron una Piedra Cuadrangular (la piedra Franciscana) en donde se paraba a decirles que cuando sufrieran inundaciones, incendios, temblores y torbellinos, vinieran a este lugar y quedarían a salvo.
Motolinía se llevó estos informes a la ciudad de México, en donde consultó con sus compañeros franciscanos entre los que estaba el admirable fraile Pedro de Gante -que había fundado la primera escuela para niños indígenas- y llegaron a la conclusión de que Motolinía debería de regresar a Tonalá, lo que hizo en un segundo viaje a Guatemala, pero ya con un proyecto de construcción de un templo, hizo el trazo arquitectónico y dio inicio a la construcción del templo, además que pidió al obispo Fray Juan de Zumárraga, que pidiera una escultura de Francisco de Asís a Roma, Italia, la que envió a Tonalá el 22 de octubre de 1794 y allí sigue hasta hoy en día.

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