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Recuerdan a ‘Laco’ Zepeda

Karla Gómez

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

Eraclio Zepeda (1937-2015), tenía muchas cualidades, entre ellas la generosidad, dice la pintora Masha Zepeda, hija del autor de Benzulul, quien a través de la charla “Laco Zepeda desde casa” transmitida desde la fan page del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (Coneculta-Chiapas), dibujó entre palabras al poeta, político y narrador.

En el evento que celebró el natalicio del escritor, moderado por Matza Maranto Zepeda, poeta, doctora y directora del Consejo, participaron Zoé Robledo, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social; y Masha Zepeda, quienes platicaron en torno a este cuentero y cuentista que falleció hace seis años.

Matza Maranto, añadió que el 24 de marzo es fecha del natalicio de escritores entrañables, “de los escritores más queridos y más leídos. Es una fortuna, para un escritor, que siga vigente su obra. La vida de Eraclio era de grandes coincidencias, nacer y morir en el mismo lugar. Coincidencias que los vuelven mitos”.

La pintora recordó cómo descubrió que su padre era escritor: al leer en el lomo de un libro, “me quedé pensando por qué estaba en un libro”.

Posteriormente, dijo que cuando se acostaba para dormir, el autor de Andando en el Tiempo le narraba historias que la llevaban a muchos lados. Por ello, al cerrar la puerta, se quedaba pensando en lo que el autor le compartía.

Asimismo, contó que cuando se enfermaba, vivía la enfermedad más divertida, ya que Laco regresaba de una legendaria librería infantil y juvenil con cerros de libros, “me mostraba mapas mágicos. Desde niña supe que era narrador y escritor, por este mundo fantástico al que me metía día a día”.

Refirió que él despertaba muy temprano para escribir, porque a esa hora nadie interrumpía: “Me gusta que nunca perdió su capacidad de asombro, seguía entusiasmando. Era muy amoroso y comprensivo, respetuoso, eso se sentía en la casa: el optimismo y las ganas de vivir”.

A seis años del fallecimiento del también integrante de La Espiga Amotinada, Masha recomienda leer al cuentista, porque a través de sus textos se percibe una atmósfera especial, “te provoca una carcajada franca, produce ternura y aprendes de la historia de Chiapas”.

Zoé Robledo confesó que su admiración por el escritor pasó por tres momentos: como lector desde muy niño, desde una óptica de vida pública y política, y la más entrañabl: como su padrino.

“Era alguien a quien me acercaba para pedirle consejo y escucharlo a la hora de tomar decisiones. Es algo que afortunadamente logramos hacer en sus últimos años de vida”, comentó.

“Leer a Laco repara horas de felicidad”. Así también, lo considera como un autor puente, que permite conocer a otros autores, pero siempre se regresa al Premio Nacional de Cuentos San Luis Potosí (1974).

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