Daniel Sánchez
Diario de Chiapas
El Circuit de Barcelona-Catalunya suele ser sinónimo de certidumbre: adelantamientos escasos, estrategias predecibles y victorias decididas en la salida. Pero el último domingo, el automovilismo recordó por qué jamás debe darse por sentado. Un safety car inesperado, neumáticos traicioneros y decisiones polémicas convirtieron una carrera que navegaba hacia la monotonía en un espectáculo de tensión y controversia.
Verstappen llegaba a España con la convicción de arrebatarle una vez más la máxima gloria a la todopoderosa McLaren. Tras un inicio sólido que le permitió arrebatar la segunda posición, el holandés se encontró con la cruda realidad: la degradación de sus neumáticos. Mientras Lando Norris y Oscar Piastri administraban con eficiencia sus compuestos, Verstappen osciló entre la agresividad y la desesperación. Su estrategia de tres paradas —inusual para Red Bull— fue un acto de fe que rindió frutos hasta que ya no pudo hacerlo.
El momento crítico llegó con el safety car provocado por el abandonó de Andrea Kimi Antonelli. Mientras McLaren optó por neumáticos blandos para el sprint final, Red Bull cometió un error de cálculo al colocar duros en el RB20 de Verstappen. La justificación del equipo —era la única opción*— sonó a resignación. El resultado fue predecible: un Verstappen ingobernable, luchando por mantener su coche en pista mientras Charles Leclerc y George Russell lo superaban.
Oscar Piastri demostró por qué es considerado uno de los pilotos más metódicos del grid. Mientras otros sucumbían al caos, el australiano mantuvo la calma, aprovechando cada ventaja táctica. Su manejo del tráfico con rezagados —especialmente en los duelos con Liam Lawson y Oliver Bearman— fue magistral. Cuando el safety car agrupó al pelotón, no dudó: neumáticos blandos y pies de seda para asegurar su segunda victoria en la F1.
El episodio más controvertido ocurrió en la reanudación. Verstappen, ya superado por Leclerc, vio cómo Russell se acercaba con neumáticos más frescos. La orden de Red Bull de ceder la posición al Mercedes fue la chispa que detonó su furia. Lo que siguió fue un innecesario contacto —¿accidental o intencional?— que le costó una sanción y lo relegó al décimo puesto. Un final amargo para quien alguna vez parecía intocable.
Leclerc logró un podio inesperado, pero Ferrari sigue sin encontrar consistencia. Hamilton, por su parte, vivió otra carrera discreta, superado por Nico Hülkenberg en un duelo que refleja sus dificultades para adaptarse al monoplaza. Mientras, Mercedes celebra el cuarto puesto de Russell, aunque la sombra de Antonelli —su novato abandonado— plantea dudas sobre la fiabilidad de su bólido.
Fernando Alonso sumó sus primeros puntos en 2024, un alivio para Aston Martin. Isack Hadjar (séptimo) y Pierre Gasly (octavo) demostraron que las escuderías modestas también pueden brillar cuando el caos gobierna.
Esta cita nos deja con Oscar Piastri ampliando su ventaja en el campeonato frente a su compañero de equipo. Pero lo más revelador es, sin duda, lo que es capaz de hacer Max Verstappen cuando se ve inundado por esa furia incontenible que, en gran medida, lo ha llevado hasta donde está, pero que hoy lo ha evidenciado como alguien aún inmaduro.
