Aquiles y Carlos, mequetrefes de la política

Editorial

La mafia del poder está a la vista. Es inocultable cómo en el sistema político mexicano hay que ser un transa, un deshumanizado funcionario para que la cúpula del poder te siga manteniendo al frente de organismos donde la honestidad y la transparencia pasan a segundo término.

El nombramiento de Aquiles Espinosa García, como titular de la Oficina de Representación de la Semarnat es otro golpe certero a la sociedad chiapaneca, porque no se entiende cómo es que premian a lo peor del sexenio pasado, a aquellos tipos que se encargaron de exhibir sus fobias y de castigar con el desprecio del poder que ostentaban, cuando eran servidores públicos de primer nivel.

Los encargados de llevar la representación federal para asignar los nombramientos no conocen ni tantito del daño que le hacen a Chiapas al permitir que hombres como Aquiles o Carlos Morales Vázquez, también nombrado asesor forestal de la Comisión Nacional Forestal, sigan al frente de responsabilidades públicas que hacen a medias, siempre a conveniencia.

En sus redes sociales, Aquiles Espinosa García, el ex secretario de Movilidad y Transportes que le hizo la vida imposible a los concesionarios de las tutas 1 y 2, y que sufrieron en carne propia los embates por no participar en el fracasado proyecto del Conejobús, dijo muy pomposamente que hará valer su nuevo encargo con responsabilidad, misma que dice honrará.

¿Habrá alguien que le crea? Ni el mismo, sería la respuesta para un personaje que durante su desempeño como responsable del Transporte enseñó el cobre, se le conoció su real ralea que le distingue y no más que un sujeto que la ambición le corree por las venas.

La corrupción y el tráfico de influencias fue lo que le distinguió y como muestra está las concesiones que le extendió a sus incondicionales y a los que se mocharon con varo, como se demuestra en varias denuncias grabadas que están en la nube de las redes sociales, donde mediante terceras personas pedía fuertes cantidades de dinero.

El muy sonado caso de su secretaria particular a la que le extendió una concesión, vía la hija de esta funcionaria. De ello no hubo ninguna postura de la Auditoría Superior del Estado para llamar a cuentas al entonces funcionario del primer círculo de la administración que encabezó Rutilio Escandón Cadenas.

Qué se puede esperar de un representante de oficina de la institución ambiental, cuyo legado tiene el tufo de la corrupción, pues nada bueno, sólo seguir exprimiendo los recursos del estado, con la complicidad de quienes “apostaron” por su honestidad para trabajar.

Está más que comprobado que junto con Carlos Morales Vázquez, el dúo dinámico que quiso agandallarse otros tres años de la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, son los apestados del sexenio.

Quién se rebaja a aceptar puestos de tercera mano, cuando estaban acostumbrados a estar encumbrados en lo más alto del poder. Ambos, relegados por el propio ex mandatario chiapaneco, al no convocarlos a los eventos de final de sexenio, se ríen de sus adversarios creyendo que su venganza está consumada al no quedar fuera del presupuesto, dicen, han tapado la boca.

En este chistecito, se engañan a sí mismos, pues es de todos conocido que no gozan de buena fama, menos de que fueran buenas personas, y el que piensan que les retuercen las tripas a sus adversarios políticos, se engañan a sí mismos, pues en lo que sí se está de acuerdo es que algo le saben a sus “superiores” como para que los hayan dejado en puestos de tercera clase.

Quién no lo conozca que lo compre, por eso quienes hayan dado el visto bueno para volver a encumbrar a este par de sujetos, vividores de la política, llevarán en su conciencia las consecuencias de los actos de mañana, que no lo dude, serán una copia fiel a como están acostumbrados a “trabajar”, a base de cochupo, de la intimidación, todo para el beneficio personal.

Será que llegaron los “mesías” que desterrarán los problemas de contaminación que presentan los mantos friáticos, los ríos y afluentes de la entidad o serán capaces de parar la tala de árboles, un negocio redondo, pese a que cada día entierran la esperanza de salvar el medio ambiente.

El golpe ya está dado, el engaño, otra vez, a la sociedad chiapaneca, prevalece, pues pareciera que no hay gente preparada, con oficio y capacidad en el cuidado y rescate de la naturaleza, y no de un par de mequetrefes que hay hecho de su política su modus vivendi, aunque en detrimento de la humanidad.

Qué contradicción lo de su política del tráfico de influencias, pues mientras Aquiles y Carlos se empeñan en dañar nuestro ecosistema (literal) tan solo con escuchar su propio nombre, en la nueva administración se abocan a impulsar el humanismo que transforma. En fin, allá ellos y sus defensores a ultranza.

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