Proyecto de transporte “Va y Ven”, una copia del fracasado Conejobús
En Yucatán, el gobernador Joaquín Díaz Mena, anunció que realizará una auditoría sobre el sistema de transporte “Va y Ven”, como resultado de la comparecencia de Jacinto Sosa en el Congreso de aquel estado, donde se expuso que en el mencionado programa de transporte hubo irregularidades que comprometían la eficiencia, funcionalidad y democratización del transporte público.
Además, en su comparecencia destacó que el proyecto de dicho transporte público era “un lujo” y como “financieramente inviable”; esto levantó ciertas controversias, sobre todo en los usuarios de esa línea, quienes reconocieron que ese servicio estaba siendo incluyente, sobre todo con las personas con capacidades diferentes, las cuales el servicio del transporte público muchas veces no está diseñado para ellos.
Ahora bien, esta noticia dio mucho de qué hablar, no tanto por la corrupción por la que en aquel estado se empezó a manejar traía consigo, sino por el nulo interés en la democratización, eficiencia y dignidad del trasporte público: de hecho, el post del usuario Charlie López, un comunicólogo yucateco con capacidades diferentes, reconoció la viabilidad del “Va y Ven”.
De acuerdo a internautas, las declaraciones del titular Agencia de Transporte de Yucatán (ATY), Jacinto Sosa responde a una rencilla partidista, sobre todo entre el anterior y actual gobernador de Yucatán, llevándose entre las patas un proyecto que la misma ciudadanía reconoció como viable. Desde luego ese proyecto, según lo dicho por el gobierno de ese estado, seguirá.
Esta problemática nos proyecta al contexto de Chiapas, donde, como hemos mencionado en los “reportajes especiales”, el transporte público deja mucho que desear. Ejemplo de ello son las unidades tipo van que no están diseñadas para el transporte público, la ilegalidad de ciertas rutas o la necesidad de ciertos concesionarios por no dejar que otras rutas entren a sus colonias, generando un monopolio entre familiares; y a esto agréguele las pésimas condiciones en las que están las unidades, comprometiendo la seguridad e integridad de las personas.
La situación del transporte público en manos de una paraestatal, ha traído consigo malos resultados de buenas ideas e intenciones: lo del Conejobús, es un ejemplo de lo que no se debió hacer.
Allá por el 2009, cuando la ruta 1 era un problema para los usuarios: su pésimo servicio, los accidentes que protagonizaron, la conducta de los choferes y demás percances, orilló a que el entonces gobierno de Juan Sabines tomará el control de esa ruta y de otra, la 2.
Así para el 2010, el Conejobús, junto con el Huacalero Bus en Tapachula, prometían ser un transporte público de vanguardia: lo cierto es que en los primeros años resultó muy favorable para la población, ya que el costo del pasaje era más barato que el de muchas rutas en esos años; asimismo, en el caso del Conejo, recorrían la ciudad de norte a sur y de poniente a oriente, bajo la comodidad del aire acondicionado y lo más llamativo, las unidades que estaban acondicionadas para las personas con capacidades diferentes.
Si bien el proyecto fue aceptado, las corruptelas dentro de la paraestatal, la falta de mantenimiento y a estas el engaño de que estás unidades iban a hacer ecológicas, repercutió y terminó sepultando el proyecto, que mejoró a muchos su traslado.
Por ello, los proyectos de infraestructura que contemplan la eficiencia del transporte público, que en muchas ciudades resultan favorables y beneficiosos, deben contemplar su uso a corto y a largo plazo, para que estos no se sepulten y minen la confianza de la ciudadanía.
Por último, y no menor importante, el proyecto del Cablebús que se realizará en Tuxtla, debe ser para mejorar la eficiencia del transporte y que éste dure muchos años, en beneficio de la ciudadanía.