La violencia sexual no es un acto performático; el caso de Congelado de Uvas
Recientemente, en redes sociales se viralizó un caso de una artista escénica, que responde al perfil de Xitlalli Xitlalli Xitlalli, misma que compartió una experiencia desagradable en el Festival FAA en el Faro Cosmos de la Ciudad de México. La dramaturga y actriz presentó un montaje escenográfico titulado “Un clon de mi”, obra que aborda diferentes tipos de violencia y su representación escénica involucra al público; esto último, suscitó un momento desagradable, cuando una de las participantes interviene, agrede a la actriz y comete la violación sexual.
Según el testimonio y demás espectadores, pensaron que era parte del montaje, no obstante, al percatarse de la malicia de la victimaria, muchos quedaron en shock. Tras la publicación del post mencionado, se descubrió que la agresora es una artista transgresora que responde al nombre de Congelado de Uvas; esta artista, muy adoc a la polémica y al arte conceptual, fue señalada por usuarios y otros artistas.
Esta situación abrió el debate acerca de los límites del acto creativo y la perversión humana. Lo anterior, no es nuevo en el arte o el entretenimiento, desafortunadamente está normalizado, más aún cuando ciertos artistas excéntricos justifican sus abominaciones bajo la premisa de la libertad creativa.
De acuerdo a expertos y cinéfilos, la película “El último tango en París” (1972) es un filme de culto, ya sea por su director Bernardo Bertolucci y por la interpretación de Marlon Brando; no obstante, su filmación llevo consigo momentos turbios, que con el pasar de los años generó este escándalo, generó antipatías hacia el director y el actor, que con el #MeToo de Hollywood abrió una herida.
Durante el rodaje de una escena que involucra un acto sexual entre Marlon Brando y María Schneider, pero esta fue realizada sin su consentimiento y a la fuerza, argumentando que era para darle “más realismo a la escena”.
Al parecer este tipo de inconvenientes en las artes y la dramaturgia son el pan de cada día, más aún cuando los actores no tienen la química o no se llevan, complicando la realización de dicha escena. Pero, eso no justifica las violaciones que ocurren en el set.
Respecto a este tema, en México hace un año se estrenó la cinta “Un actor malo”, que aborda esta situación de las violaciones en el set. La cinta expone a Daniel Zavala y Sandra Navarro, dos actores que deben realizar una escena sexual, que al realizarse genera debates entorno a que el acto fue o no una violación, lo que genera un sinfín de problemas mediáticos y para los familiares de estos.
La violencia tampoco se limita a lo sexual, recordemos el caso Harvey Weinstein el cual inició el movimiento del #MeToo en Hollywood, donde las mujeres que trabajan en la industria del entretenimiento denunciaron las bajezas y tratos a los que fueron atenidos por parte de compañeros de reparto, directores o productores, este caso puso en el ojo público a Woody Allen y Roman Polansky, este último está bajo investigación y este argumenta que se trata de una persecución.
Tampoco, se debe olvidar el constante acoso que Alfred Hitchcock ejerció contra una actriz o el tormento que pasó la protagonista de “El Resplandor” a manos de Stanley Kubrick.
En fin, como bien se argumentó en el editorial relacionado al beso de dos parachicos, el arte debe generar reflexiones, y si bien a veces dado el lenguaje o mensaje transgrede el tejido social, esto no debe ser el argumento para que ningún patán o violador lo use para sus perversiones.