No más violencia obstétrica

El pasado 23 de junio en el Hospital Regional Rafael Pascacio Gamboa se registró un caso de violencia obstétrica, contra una paciente a las afueras de este centro de salud; al parecer este caso es uno de tantos que se presentan en hospitales públicos y privados en Chiapas y México.

De acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos esta mala práctica está “normalizada”, siendo el pan de cada día en los mencionados lugares, y al no estar penado, su práctica goza de total impunidad y ocupa un vacío legal en las legislaciones y aspectos jurídicos en los congresos de los estados del país, incluido el de Chiapas.

A todo esto ¿Qué es la violencia obstétrica? Es un tipo de práctica que afecta a las mujeres que están en un proceso de embarazo, que, por medio de prácticas de violencia verbal, negación de servicios, negligencias médicas u omisiones, estas son puestas en peligro, poniendo en riesgo a la madre o a la criatura, a veces con la fatal consecuencia de la muerte.

Durante años en los centros de salud, esta práctica no era nombrada, como bien se mencionó, estaba normalizada, pero en los últimos años y dados los casos que llevaron a la pérdida de vidas de madres e infantes, activistas por los derechos de las mujeres han venido documentado y, sobre todo, enunciando este mal hábito en todos los centros de salud.

Al parecer muchos de nosotros hemos presenciado estas prácticas, quien no recuerda con cierta impotencia, molestia cuando nuestras madres al dar a luz, fueron víctimas de gritos por parte del personal de salud, según para que ella tenga las fuerzas para el alumbramiento; claro, esto llevó a un estrés insufrible durante este proceso, o también cuando dan a luz, enfermaras o doctores siguen violentando a ambas partes.

Como se ha documentado en varios medios y reportajes, en el medio de la salud en general se generan espacios de violencia, desde la universidad; los estudiantes de medicina desde su ingreso ya están atenidos a un estrés, que se justifica en aras de evitar errores, ya que se puede comprometer la vida humana; no digamos las prácticas y el servicio social, mismas que son permisibles a las malos tratos y a generar ansiedad; desde luego este argumento puede ser cuestionado bajo la premisa de que estamos en la “generación de cristal”, pero es injusto e inhumano seguir permitiendo y normalizando las prácticas violentas que en nada priorizan la salud y el bienestar.

Además, el ambiente tenso en que los médicos se educaron repercute sin lugar a dudas en el trato hacia sus pacientes; en el sector público, muchos enfermeros y doctores con su mala cara, ante su insufrible rutina, se desquitan con los pacientes, mismos que ya de por sí sufren con el malestar que cargan y al querer ser atendidos, tienen que esperar en una larga fila, eso sí les va bien, no digamos la negativa a la que se enfrentan.

Retomando el tema de la violencia obstétrica, esta también se ejerce a través de la familia o parejas, ya que muchas intervenciones quirúrgicas hacia las mujeres no tuvieron el aval de la misma, estando atenidas a la decisión de la pareja u esposo, o de los padres de la mujer gestante, según sea el caso, ejemplo de ello es que se les impida reproducirse, una práctica que los esposos ejercieron sobre sus cónyuges durante generaciones.

Ahora bien, ya que ese problema es nombrado ¿Qué se puede hacer? Desde luego, debe legislarse para que esta práctica sea penada; sin duda, es necesario denunciar cuando se cometa este hecho y por último, pero igual de importante, concientizar al personal de salud, capacitarlos para generar entornos seguros, generar empatía y tratos dignos para las mujeres en el proceso de embarazo, que de por sí ya es complicado.

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