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Edil de Pijijiapan, un pillo

La peor afrenta que le puede ocurrir a un ser humano es que te tachen y demuestren en público que eres un verdadero transa, un descarado personaje que abusa de los más necesitados. El caso del alcalde de Pijijiapan es digno de mencionarse, pero, sobre todo, que todo indica que le vale un comino lo que digan o se expresen en su contra.

Carlos Alberto Albores Lima ni se inmutó cuando una señora, de forma sorpresiva, en un evento público, en la comunidad Las Brisas, agarró el micrófono y sin titubeos dijo: “Señor gobernador, abogue por mí”. Enseguida se quejó con el mandatario Rutilio Escandón Cadenas que el presidente municipal de Pijijiapan la corrió del trabajo que tenía en el Ayuntamiento, y lo más desvergonzado, que el propio munícipe le pidió que le echara la mano y que le preparara 300 tamales para la familia, pedido que hasta la fecha no le paga. 

Una denuncia como la anterior da pie para saber qué clase de ser humano está gobernando el municipio. Una querella que nos abre los ojos para decir que las cosas no han cambiado en la Cuarta Transformación porque el impoluto alcalde cada vez saca a relucir el cobre del que está hecho.

En alguna ocasión dijimos que el edil se comportaba como un verdadero cínico, pues para llegar al poder pidió prestado fuertes cantidades de dinero, y lo malo es que ya estando en la silla municipal, se niega a regresar el dinero que le ayudó -a como se ve su proceder-, a “comprar conciencias”.

El constructor Germán Acuña lo llamó “mañoso y tramposo”, pues le quedó debiendo la nada despreciable suma de 180 mil pesos que le prestó al sujeto de marras para que los invirtiera en su campaña política. Y qué creen que pasó: Le prometió pagarle con obra pública.

Si después de las publicaciones que hacían referencia a esto y jamás el edil salió a desmentir el hecho, lo único que se puede deducir es que el ahora alcalde no es “como lo pintan ni una blanca paloma”, al contrario, es un semejante corrupto que utilizó trampas para su ascenso. Qué si ya le pagó o no, seguramente el empresario estará esperando que lo llamen a su puerta para que le liquiden.

Ahora bien, el edil que se da golpes de pecho como religioso protestante, ensucia los postulados de la Cuarta Transformación de no robar, no mentir, y el de no pedir tamales fiados. O ya se le olvidó que también fue exhibido ofreciendo la vacuna anti COVID como un favor especial que hizo para tener la “confianza ciudadana” ante sus yerros. La “gestión” la realizó como candidato a la alcaldía en el 2021.

El ahora edil no tiene empacho en reconocer que hace “trampas” para conseguir lo que quiere. Y no está mal si lo que hace fuera para beneficio del pueblo, no que utiliza su puesto para quitar del camino a gente humilde, trabajadora, que su único pecado es estar necesitado.

También viene a la memoria la acusación que hicieron en su contra habitantes de La Permuta, del municipio de Mapastepec, por respaldar el despojo de tierras. Lo bueno es que en esta denuncia comparte “créditos” con una legisladora de Morena. Los afectados se quejaron que el 27 de enero fueron desalojados de esas tierras (9 predios) teniendo escrituras públicas, pagos prediales y todo lo demás en regla”.

Como se ve, el apacible alcalde es en realidad un demonio, de esos personajes de los que te arrepientes haberles conocido por ser una fichita en toda la extensión de la palabra.

Después del suceso, ni el alcalde ni otra autoridad estatal se pronunció por esta situación frustrante para la mujer denunciante. Tampoco sabemos si el gobernador le “jaló las orejas” al edil Carlos Alberto Albores Lima, si pagó en ese momento el monto de los tamales, o si hubo el compromiso de reintegrar lo que la señora invirtió para la elaboración del producto.

Nada de ello es trascendente como el tener conocimiento que quien gobierna al municipio es una persona sin escrúpulos, ventajosa, que representa un verdadero problema para la ciudadanía. Lo rescatable, gracias a la señora de los tamales, es que Albores fue mostrado ante sus gobernados como un verdadero pillo y, por lo tanto, si permiten que les siga tomando el pelo, pues ahí que lo vean.

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