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El show que divierte en la Cámara de Diputados

El Ejército Mexicano envío en el inicio de los trabajos legislativos de la Cámara de Diputados una escolta de bandera y una banda de guerra armados y este hecho originó que los ánimos se calentaran que, hasta la renuncia del presidente de la Mesa Directiva, Santiago Creel, está en puerta. El hecho generó una serie de cuestionamientos entre los partidos Acción Nacional y Morena, que pareciera que la postura sumida fuera la catástrofe del fin del mundo.

Vaya manera de llevar al extremo hechos que no tienen trascendencia en la vida pública y política del estado mexicano. Si bien la Constitución impide que lleguen hombres armados al recinto legislativo, en la sesión de pleno, nada puede pasar si estos hacen su protocolo en el vestíbulo o no llegan. O También pudieron ingresar al pleno y realizar la ceremonia y no pasaba nada.

Pero no, el chiste es tomar la tribuna, los micrófonos de los medios de comunicación y hacer alharaca de un tema banal, no por la importancia que signifique la bandera de México, estandarte máximo que da identidad a los mexicanos, sino porque de lo que se trata es llamar la atención.

No sucede lo mismo con las tragedias de familias enteras que son asesinadas por el narcotráfico, o por la venta indiscriminada de droga en niños y menores de edad, o por la inseguridad que domina todos los intentos que se hagan desde el lado institucional.

En estos temas no hay diputados que se desgarren las vestiduras para atacar los problemas juntos; en estos rubros los legisladores no pugnan por reunirse entre los coordinadores de las bancadas parlamentarias para diseñar estrategias. Esto no es importante, lo trascendental, para los grupos partidistas, es debatir y hasta pedir renuncias por que un grupo de soldados ingresó a la sede del Congreso de la Unión, con armas largas. ¡Por favor!

Y no defendemos la postura que hizo el panista Santiago Creel ni aplaudimos que haya asumido tal posición. Con dejar que los uniformados de verde olivo hicieran su trabajo, insistimos, no pasaba nada. Lo que se demuestra en realidad es el bajo nivel que tiene este cuerpo de legisladores que se prestan a darnos una lección de lo que dice la Constitución en uno y otro sentido, según les convenga.

Si las bancadas hubiesen sido consultadas y decidido negar o autorizar la entrada del grupo de soldados, nada se supiera de este melodrama.

Qué fue una falta de respeto para los miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional, bueno, esto también es cuestionable, pues no hemos visto a ningún diputado del partido Morena y de sus aliados Verde Ecologista y del Trabajo, subir a tribuna cuando los elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano son pisoteados en su dignidad por grupos de manifestantes o de organizaciones de la delincuencia organizada.

Los insultos y acciones de bajeza contra quienes nos brindan seguridad no ha recibido una sola moción de apoyo, de solidaridad, de comprensión y principalmente, de exigencia para que la política de seguridad cambie.

Esto es más grave que el show que ha armado Morena, pero tampoco hay que ser ingenuos. El objetivo del partido guinda es bajar del carro de los candidatos a la presidencia de la República al panista Santiago Creel, y de paso, quitarlo de la Mesa Directiva.

Esta es la verdadera instrucción que han recibido los morenistas para que la ciudadanía tome el accionar de Creel como una afrenta al Ejército. Nunca de los nunca en el sistema político se ha actuado con honestidad y este es un claro ejemplo.

Hoy creemos que los morenistas cayeron en la trampa que les tendió Santiago Creel. El panista ni se inmutó cuando le gritaron que era un “¡Apátrida!, palabra que creemos no sabían ni lo que significaba, pero que coreaban los del guinda a todo pulmón. O las de ¡Traidor a la patria! o ¡No eres rey!”.

Lo que realmente hicieron fue darle no cinco minutos de fama, sino una publicidad gratis en la que, si no era conocido, hoy miles de mexicanos recuerdan el rostro del panista y de la firme posición que asumió. Habrá quiénes lo apoyen o le recriminen su actitud, pero de que les ganó la partida ni cabe duda. Ahora que, si se empeñan en derrocarlo de la Mesa Directiva, lo harán hasta mártir.

Así es la política y este episodio o capítulo de la novela que se llama elección presidencial tendrá otras réplicas y otros escenarios. De lo que no podemos quejarnos es que es divertido el show que protagonizan nuestros representantes populares mientras que el país avanza a arañazos, como si se subiera una pared y nos sujetamos con las uñas para escalar.

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