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Normalización de la violencia

En México no solo la violencia que protagonizan las organizaciones criminales se ha vuelto tan común en nuestra vida cotidiana, sino que las mismas autoridades, ante su incapacidad para resolver este cáncer, se han dado a la tarea de minimizar los verdaderos estragos que este comportamiento nos induce a tomar las cosas como si fuéramos a comprar tortillas.

Tan grave está la descomposición social que estos escenarios, en menor escala de extremismo, se han visualizado en los centros escolares con lo que ahora ha mutado de bullying a violencia escolar.

Una situación que si bien no es nueva se ha hace presente en las redes sociales y justo en este proceso es lo delicado del problema, ya que nadie hace nada para pacificar estos acontecimientos que hoy sabemos, se han salido de control por la crispación que se respira en toda la República mexicana.

Decimos que la polarización es ya inconcebible y los expertos aducen que la educación de las buenas conductas debe darse desde el seno familiar y en las escuelas, pero resulta que el gobierno no está interesado en la capacitación de los mentores ni en los padres de familia.

Una situación compleja porque desde un sistema que no combate la pobreza y menos se interesa por la formación de valores en los adolescentes y jóvenes, pues cada día las conductas violentas aventajan los buenos modales.

Decimos que el sistema político mexicano en todos los rubros está decadente. Ahí están los mensajes de odio, de agresión física, verbal que nos transmiten los diputados y diputadas disfrazadas de políticos, cuando desde la tribuna se agreden, insultan y rebajan como verdaderos verduleros.

Qué ejemplo podemos esperar cuando no hay respeto entre parlamentarios, para debatir las ideas privilegiando el diálogo, pero no, pareciera que el que dice o la que dice más improperios es la que gana, la que tiene mayor puntaje a favor de parte de la ciudadanía. Una falsa apreciación que está trayendo muchas consecuencias negativas.

La fomentación a la violencia la vemos también en las posiciones radicales del todo o nada de los partidos políticos y de los funcionarios de los tres niveles de gobierno. En estos nuevos tiempos se privilegia la imposición, el revanchismo y se bloquean las buenas intenciones que pudiesen surgir de los grupos o personajes que no piensan y opinan lo mismo de la autoridad en funciones.

No sé puede concebir que hoy, a nivel federal, en la Secretaría de Educación Pública haya tenido en cuatro años, tres titulares que navegan por horizontes de interés personal antes que en pensar en la colectividad escolar.

¿Qué hicieron o se hace en la SEP para combatir el bullying o la violencia escolar? Nos podrán echar cuentos, pero la realidad está ahí, frente a sus narices, sin ninguna política viable que nos ayude como sociedad para el bien común. El plan sexenal para este caso simplemente no existe y si estuviera contemplado, simplemente no se aplica.

Lo que hace falta es que desde la cúpula del poder nos enseñen a resolver los problemas anteponiendo la negociación, el diálogo, el respeto, no fomentando la violencia verbal, el encono. Tal parece que en el proceso de desarrollo del país gana el que tenga mejores argumentos para rebatir al grupo contrario.

El ejemplo más viable es el mensaje que ha mandado la ciudadanía tras dos multitudinarias marchas en defensa de un INE vapuleado, vilipendiado, humillado bajo el falso concepto de que ha permitido fraudes. Eso no ayuda. Se entiende que se actúa así para conservar el poder, los privilegios. Las actuaciones revanchistas y de odio son el pan de cada día.

La degradación de las ideas, el no aceptar sugerencias, el no perdonar y no fomentar la paz hará que México vaya hundiéndose cada vez en un hoyo del que no podrá salir con facilidad cuando tiene todo para hacerlo. No queremos imaginarnos que el día de mañana estemos comportándonos cómo países que no han entendido la forma de gobernar. Ahí está Venezuela, Cuba, Nicaragua, tres ejemplos de naciones donde sus gobernantes hacen lo que les viene en gana.

Hace falta una campaña intensiva de paz, revalorizar los valores, respetar las ideas que no comulguen con la de los demás. Eso nos convertiría en una sociedad en desarrollo. Si la violencia escolar sobrepasó los estándares del bullying hoy es primordial detenerse y evaluar qué se está haciendo mal.

Normalizar actos vandálicos, ejecuciones diarias, intimidaciones como el ya famoso derecho de piso, extorsiones telefónicas, extorsiones presenciales, sin que se tengan respuestas concretas hará que nuestro destino sea el precipicio. Esto todos lo sabemos, pero no hay ninguna autoridad que empiece a tejer la forma de combatir estos males. Ojalá abran los ojos, ya es tiempo.

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