El desprecio por los triunfos de las nadadoras mexicanas
Ana Guevara, la medallista olímpica que le dio gloria a México con sus triunfos, como funcionaria deportiva ha sido todo un fracaso y no porque sea mala servidora pública ni porque se diga en este espacio, sino por la cascada de denuncias que hay contra su persona en el supuesto mal uso de los recursos que maneja la Comisión Nacional del Deporte (Conade).
Además, como servidora pública ha caído en los desgarriates que ella misma criticó cuando fue deportista profesional, cuando denunció la corrupción que prevalecía en la rama del atletismo en el 2008 y como protesta, anunció su retiro.
Hoy, de nueva cuenta la corredora ganadora de la medalla olímpica está en el ojo del huracán por sus declaraciones contra un grupo de excelentes jóvenes nadadoras artísticas y sincronizado que le dieron una “cachetada con guante blanco” al regresar a México con cuatro medallas, tres de oro y una de bronce, pese a que no recibieron apoyo de la Conade.
El problema interno en los apoyos que ha generado más confusión no tiene nada que ver con que la funcionaria sea humilde y reconozca el esfuerzo de Nuria Diosdado y Pamela Sobrino, dos de las jóvenes mujeres que han tenido el valor de hablar ante los medios y denunciar el nulo apoyo de la Conade.
Se nota a leguas que a Ana Guevara le falta humildad para felicitar el triunfo de las deportistas. Cuando un funcionario manifiesta este comportamiento, así sea porque está defendiendo su posición y no quiere causar molestias a quien la nombró en el puesto, su proceder es incorrecto. A estas alturas, no es extraño la postura que asume la ex medallista olímpica ni le importa si el presidente de México ya salió en su defensa, diciendo que la campaña de desprestigio es porque no la quieren los periodistas conservadores.
Dice Guevara que el equipo de nado no ha comprobado sus viáticos que la Conade les ha dado. Las deportistas le responden que no hay qué comprobar si no han tenido el respaldo institucional. Quien tenga o no la verdad, al final no tiene mucha importancia. Lo que se destaca es que a Guevara le falta mucho para estar en un puesto de esta naturaleza pues no es nada fina para resolver imprecisiones o aclarar dudas.
Con su actitud, así fuera que tenga la razón, Ana Guevara muestra que es una mujer que no conoce los principios de la política de la negociación, de la conciliación. Lo que ganó en las pistas de carreras lo tira a la basura con una actitud soberbia, que no entiende razones.
En su época de deportista exigió rendición de cuentas y hoy, durante su gestión, no ha logrado comprobar más de 344 millones de pesos que la Auditoría Superior de la Federación detectó se “fugaron” o no aparecen. Están clasificados como pagos injustificados entre los años 2019 y 2020.
En un principio fueron 564 millones de pesos los que presentaron irregularidades, pero falta por transparentar más de la tercera parte. Son tres años que han pasado y no hay respuesta sobre dónde quedó ese recurso. Si hoy se habla de esta exorbitante cantidad no se compara con los 40 millones de pesos que dice ha canalizado la Conade en la preparación del equipo de nado artístico.
Las jóvenes aseguran que todo ello es mentira, que no son deudoras como asegura Guevara. Lo más grave del asunto es que no es posible que una funcionaria del nivel de Guevara se vaya de la boca y las tache de mentirosas y que antes que felicitarlas o reconocer su triunfo, les diga que tienen que comprobar lo que se les ha dado y si no lo tienen, pues que se “pongan a vender calzones o Tupperware”.
Esta posición de la Conade no hace más que, ahora sí, como dice el presidente, que victimizar a las jóvenes. El proceder de la ex medallista olímpica es servil y denigrante porque prefiere politizar el tema que dar su brazo a torcer para extenderle la mano a las nadadoras y decirles, mínimo, “buen trabajo, gracias por poner en alto el nombre de México”.
Una llamada para sentarse a platicar y lavar los trapos sucios en casa hubiese sido lo más factible, pero, no, a Ana Guevara eso no le interesa. Le preocupa que las atletas hayan puesto en duda el apoyo que brindó, dice, el presidente AMLO, en plena pandemia.
Por más, no se vale truncar el sueño a la que aspira el grupo de participar en París en los Juegos Olímpico de 2024 y conseguir una medalla. Al final, si no se logran sentarse a dialogar y llevar la preparación por el camino correcto, las mujeres de nado en verdad que tendrán que ponerse a vender lo que sea para solventar sus gastos.
En este caso, tiene mucha razón Jessica Sobrino cuando afirma que harán lo que sea para no detener su sueño de representar a México en los olímpicos en nado sincronizado y natación artística. Está claro que, si las relegan, habrá hombres y mujeres empoderados que puedan extenderle una mano para cumplir los sueños de las jovencitas.