Senador Honorario, el distractor a los problemas de México

La propuesta que hizo Morena en el Senado de la República para que quien deje la presidencia de la República sea ungido como «senador honorario», pareciera una burla a la ciudadanía, pues es del conocimiento público que cuando abandonan el puesto se empiezan a descubrir los verdaderos resultados de su gestión, y en la mayoría de los casos, por no decir todos, se comprueba que no son nada halagadores.

En las redes sociales se hizo viral una propuesta de ver sentados en una curul, para la inmortalidad, los expresidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, por decir los más responsables de que México esté en el despeñadero, según lo que ha dicho en estos más de cinco años Andrés Manuel López Obrador, y que en un futuro cercano los acompañe él en este escenario memorable.

La verdad que suena a ridículo, pero no dude que se abra al debate, no con la intención de que se apruebe, sino como una mera forma de distraer la atención de los mexicanos en esta situación trivial, cuando los verdaderos problemas se centran en la inseguridad, la falta de salud y el retroceso en educación.

O bien que se inventen escenarios distractores para no seguir hablando de las convocatorias a modo que ha diseñado el partido Morena para favorecer a sus prospectos para los nueve estados del país donde habrá elecciones el año próximo.

Modificar las reglas para participar reduciendo o en su caso ampliando los años de antigüedad de quienes quieran ser candidatos a gobernador, o instruyendo que puede incluir alfiles «recomendados» para que participen por dedazo en las contiendas internas, son los verdaderos motivos de los distractores.

Sí que es difícil creer que en este siglo XXI, y en la década de la revolución tecnológica, se inventen iniciativas para blindar a personajes de la política que no son bien acogidos por su pueblo.

Para ello que se aboquen a replicar hechos de relevancia popular -que no se confunda con las definiciones políticas-, como es el caso del portero extravagante que fue Jorge Campos, el «inmortal», que está convertido todo un icono no solo como jugó fútbol, sino por sus uniformes que causaron moda y que se exhiben en el Museo Decorativo de París, Francia. Nadita.

Se imaginan que Vicente Fox sea senador y en tribuna pugne porque le regresen las concesiones de su venta de medicina elaborada con mariguana o que en plena sesión se lance contra AMLO por haberle quitado la pensión que tenía asignada.

Si se habla en plata, los expresidentes de la oligarquía podrían aceptar gustosos que se conviertan en parlamentarios, aunque no tengan derecho a un solo peso como remuneración, pues total que hoy son solventes. Eso sí, tendrían prestaciones, quizás lo más cercano a su edad y a los problemas de salud, tengan listo su número de seguro social para ingresar a IMSS-Bienestar.

El caso de Andrés Manuel es diferente porque él ya juró y perjuró que desde el primero de octubre de 2024 se jubila de la política y se regresa a su casa en Palenque, Chiapas. Cierto es que la iniciativa entraría en vigor en el 2030, por eso se califica esta propuesta como una patraña distractora de los verdaderos conflictos que aquejan a los mexicanos.

Si lo dijo AMLO, hay que creerle, pues no es de los hombres que suelen decir mentiras o utilizar el poder para quebrantar las leyes establecidas.

La iniciativa, insistimos, es una tomada de pelo cuando el presidente López Obrador ha dicho que no le entra a esta invitación. Dice que se «zafa» y si saben contar que no cuenten con él. Por ello no dudamos que así será y por lo tanto está iniciativa solo es un distractor más a los problemas que se viven hoy en día.

Cuál es el chiste que no integren el quórum legislativo. Además, eso de que no recibirán remuneración alguna pues de qué se trata si, aunque parecieran buena gente no hacen las cosas por amor y lo incomprensible es que solo tendrán derecho a hablar, pero no a ser reconvenidos en sus dichos y opiniones. Lo que se quiere entonces en tenerlos como macetas de centro, como adornos, con toda la experiencia del mundo, pero sin que su voto valga.

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