Endurecer penas, ¿solución a la violencia?
Ahora que nos enteramos que el estado de Louisiana, en los Estados Unidos, su Congreso aprobó que se aplique la castración quirúrgica para pederastas convictos, si en México se hiciera una consulta a mano alzada, la población seguramente votaría porque este proceso se replique contra todo aquel ciudadano que viole las leyes mexicanas.
Cierto es que en México los derechos humanos de las personas, así sean delincuentes o los hombres más temerarios del país, deben ser castigados conforme a las leyes que rige la Constitución Política. Es decir, no se aplican “castigos” semejantes a los cometidos por los delincuentes o agresores sexuales en el país vecino del norte.
En aquella entidad estadounidense se tenía vigente lo que se llama la castración química, la cual consiste en utilizar medicamentos que bloquean la producción de testosterona para disminuir el deseo sexual, pero desde el jueves las cosas cambiaron al entrar en vigencia la castración quirúrgica, que significa que es un procedimiento mucho más invasivo que implica la extirpación de ambos testículos en el hombre.
Louisiana se une a California, Florida, Georgia, Lowa, Alabama, Montana, Oregón, Texas y Wisconsin, que tienen medidas similares de castración química, pero la diferencia es que éste es el primer estado que da a los jueces la discreción de sentenciar con la castración quirúrgica a un reo condenado por delitos sexuales agravados contra un menor de 13 años que sufrió la humillación de ser violado. Es decir, como se dice en México, crea jurisprudencia para que esta práctica se realice en todo el territorio de Louisiana.
En cuanto a los castigos para violadores, en México lo que se hace es que se incrementan las penas que se le imponen a quien comete una atrocidad de esta naturaleza. El efecto es que se está más tiempo detenido, pero no se le contemplan para su castigo, penas corporales graves.
Está claro que el mensaje que las autoridades de Louisiana manda es que no permitirá que personas víctimas del salvajismo primitivo de ciertos sujetos depravados, no se vuelva a presentar en vida. El que se apliquen condenas realmente duras hará pensar dos veces al individuo que lo comete.
Por lo menos eso es lo que se dice y piensa en el grueso de la población, en el sentido de que debería de aplicarse porque ya está hasta el copete que la justicia no sea expedita, pronta y, sobre todo, justa.
Bajo estas circunstancias, en México todo este tipo de situaciones tiene sin cuidado a los delincuentes debido a que las leyes son laxas. Sin embargo, derivado del hartazgo de la población por la violencia e inseguridad que sufren a cada instante, en distintas partes del país se han escenificado situaciones muy penosas en el sentido de que no le están dando oportunidad a la justicia de que actúe porque ésta los deja en libertad.
La justicia por propia mano, en casos diferentes a lo de violación, se presenta regularmente cuando los delincuentes son sorprendidos infraganti cometiendo el asalto o el hurto. Es cuando los golpean de forma salvaje hasta que, si bien les va, los dejan con vida, aunque todos maltrechos, Otros hasta los han incinerado, y se ha dado el caso de que se han cometido atropellos al detener a gente que no había cometido el delito. Los confunden.
Cuando suceden estos casos, regularmente quien por propia mano participa en la agresión o azuza a participar en actos deleznables, no recibe la aplicación de la justicia. El tema es que es un círculo vicioso donde los que pagan los platos rotos son las víctimas y las familias de éstos.
A lo que se quiere llegar es que en el país el que se registren hechos de salvajismo es justamente por la inoperatividad del sistema de justicia que se tiene, que se practica. Donde no se tienen los suficientes cuerpos policiacos ni hay la capacitación necesaria para enfrentar hechos consumados y darle el juicio correspondiente, siempre retrocesos.
Hoy el ejemplo de Louisiana pone en el centro del debate sí la justicia que se tiene en México es la indicada o ante la descomposición social se tienen que endurecer las penas, y en este punto, el que tiene la mejor opinión es usted.