Senado, un circo; PAN, MC, Morena, PT, PVEM, los trapecistas; PRI, impoluto

Independientemente de que se haya aprobado la Reforma al Poder Judicial Federal, cuyos efectos los veremos en carne propia, sean estos benéficos, como dice Morena y sus partidos satélites (PVEM y PT), o una calamidad para el país como asegura la oposición y organismos internacionales, lo que se vivió el martes en la sesión del Senado superó las escenografías que se practicaban cuando en el poder estaba el Partido Revolucionario Institucional.

El show se lo robó Morena. Lo que tanto criticaban del pasado, la del martes fue una penosa ceremonia de avasallamiento, de intimidación, de poderío, de humillación, pero, sobre todo, de que tener el poder, sobre todas las cosas, es el valor supremo.

En esta sarta de acusaciones entre la oposición y los partidos que hoy gobiernan, sólo demostró que el plan estratégico se cumplió al pie de la letra. Otros dos traidores a la patria, del PAN y MC, como los llamaron sus compañeros de bancada, se unieron al gobierno para aprobar la reforma.

Todo estaba planchado. El teatro de la “grave enfermedad” de Miguel Ángel Yunes Márquez, quien pidió licencia por un par de horas, para regresar sonriente y muy sano, para votar a favor de la reforma, dejó a Acción Nacional como el partido que no supo manejar a sus candidatos al imponer a verdaderos “vividores de la política” como se dijo en el pleno de sesiones, donde solo faltó que las agresiones verbales pasaran a los golpes.

La política es tan “sabia”, para no decir lo contrario, que el presidente de la Mesa directiva, Gerardo Fernández Noroña, inverso a su estilo de bravucón y sácale punta, aguantó la sarta de improperios que desde la tribuna le lanzaron los senadores del PAN, con Lili Téllez, a la cabeza.

Lo de la familia Yunes no tiene nombre. El padre, Miguel Ángel Yunes Linares ha sido señalado de traicionero en grado superlativo. Primero desfiló en el PRI para después enrolarse en el PAN. El martes, de última hora, se fue a sentar a la bancada de Morena y ahí dijo que analizaba su voto porque una reforma tan importante habría que “estudiarla y definir el sentido de su voto porque México así lo requerirá”.

Como se dice en el argot popular, “a otro perro con ese hueso”. La situación estaba planchada. La traición al PAN estaba delineada no de ahora, sino desde hace dos semanas en que el senador Manuel Velasco Coello había dicho a los periodistas que no comieran ansias, que ya tenían los senadores que votarían a favor por la reforma.

En la misma sintonía estaba Fernández Noroña que se burlaba de las intentonas que hacían MC, PRI y PAN para pasar lista y asegurar que toda la oposición estaba en contra. En realidad, no fue sorpresa el hecho de que el panista Yunes Márquez, el hijo del patriarca de Veracruz, haya redireccionado su voto.

Lo que no se vale es que el gobierno, el que se daba golpes de pecho de que no habría alianzas con la oposición, hiciera lo mismo que el PRI del siglo pasado. Algo tan evidente no se puede tapar con un dedo. Una situación que denigra la política, que espanta la credibilidad que la ciudadanía tenía en el PAN y, acá hay que agregar al segundo traidor, al de Movimiento Ciudadano.

Este último, que había mostrado entereza y congruencia entre el decir y el hacer, pasó a formar parte como otro de los partidos cuya transparencia quedó relegada a nada, a lo mismo que su candidato presidencial, __Máynez, presumía durante toda la campaña a la presidencia de la República, y que se desgañitaba de tener unidad en MC.

El martes negro ha quedado para la historia porque el PRI, el partido al que todo mundo ha cuestionado de desleales a la causa -nomás hay que ver cuántos gobernadores han soltado la toalla para irse a Morena-, fue el más entero, el que no se dobló a las presiones, a pesar de que el INE, hoy propiedad del gobierno, le haya cambiado el giro a su resolutivo sobre la impugnación a la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas y muy probablemente lo bajen para dar paso a una nueva elección en la que lógicamente, Alito ya no podrá participar.

Al que le nació el amor de padre, Daniel Barreda Pavón, que, en lugar de figurar en la historia como caudillo, resultó ser el otro judas pues con el argumento de ver a su papá que había sido detenido, se perdió el día crucial de la votación. Todo un show que se remediaba con dejar que un abogado se encargara de ver la cuestión legal y él volar para la Ciudad de México.

Fue una mentira piadosa que no podrá explicar con argumentos válidos que lo exculpen y en estos menesteres, lógico, estuvo metida la mano del partido en el poder y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores.

Lo de Barreda fue una chicanada, pero lo de los Yunes, una mentada de madre y todavía se dicen pulcros y trasparentes. O no es un delito mayor el que Yunes Márquez haya sido acusado de falsificar documentos para buscar contender por la alcaldía de Veracruz en 2021, a pesar de que tres años antes seguía siendo alcalde de Boca del Río. Su padre, Yunes Linares enfrenta denuncias e investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito.

Como colofón, el rosario de favores que el PAN hizo a la familia Yunes, como lo dijo el propio Marko Cortés, hoy denigran la forma de dirigir un partido, utilizando la presión y desbancando a verdaderos militantes panistas de participar en contiendas electorales. Lo cierto es que cada día se concluye que la política es denigrante, paupérrima, pues al final las causas sociales quedan rezagadas, como siempre ha sido.

Este circo que se instaló en el Senado tuvo como trapecistas al PAN, MC, Morena, PT, PVEM; y a un PRI, impoluto, intachable e impecable en su virtud de defender lo que cree lo mejor para México que fue no aprobar la reforma. La historia, otra vez, pondrá a cada quien en su lugar.

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