En entredicho la efectividad de la militarización en acciones civiles

El trágico hecho registrado en tierras chiapanecas, donde perdieron la vida seis migrantes, está por demás decirlo que es lamentable y tan desgarrador como el que seis personas hayan dejado de existir, como las consecuencias que ello implica para sus familias, para las ilusiones que se tenían cuando estas seis víctimas emprendieron el camino a tener una mejor vida,

El 2 de octubre se confirmó el hecho registrado un día antes. La misma Secretaría de la Defensa Nacional detalló que el suceso se registró en la frontera sur, entre Tapachula, y Tecún Umán, Guatemala. Los militares se toparon con tres vehículos cuyos tripulantes, según el comunicado, se dieron a la fuga y dispararon en contra de los militares. Dos de los vehículos se dieron a la fuga mientras que, en el tercero, un transporte de redilas con placas del Estado de México, se hallaban 33 personas, cuatro de las cuales murieron en el acto y 12 resultaron heridas. Dos de estas murieron después en el hospital debido a sus heridas.

La misma presidenta de México, en su conferencia mañanera, dijo que fue un hecho lamentable que será investigado y sancionado, pero, además, que los elementos castrenses que participaron en la refriega, ya están siendo investigados.

La situación pone en el ojo del huracán la política del oficialismo ante la insistencia de colocar a los militares en funciones de seguridad pública, cuando ya hay un sector que está preparado para ello. Hoy la oposición lo grita: “se los dije”.

El debate mediático estará en los medios, reclamando la medida impulsada y aprobada hace no menos de ocho días, cuando la mayoría en el Congreso de la Unión, festejó la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena, un regalo que se le dio al ahora ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Qué no habrá otra forma de actuar para hacerle ver a tres conductores de tres camiones que van a exceso de velocidad, que no haya sido mediante una ráfaga de disparos de armas de fuego. Qué peligro pudo haber representado una niña que perdió la vida, entre las seis víctimas.

Por donde se le quiera ver, el hecho es reprobable por la sencilla razón de que es incomprensible que se haya disparado a diestra y siniestra contra el grupo de 33 migrantes, sin haber recibido una agresión inicial. La política del Ejército Mexicano es responder a las agresiones de la que es objeto, más nunca disparar por escuchar detonaciones de armas de fuego.

La tragedia pone en tela de juicio la capacidad de respuesta del Ejército en situaciones del fuero común, en hechos que competen a servidores de justicia que no tienen como función principal usar armas ni mucho menos que sean éstas de gran alcance.

La alerta a lo que puede pasar es ya tardía. La militarización por la que se pugnó puede tomar como ejemplo este hecho, advierte Ricardo Anaya, el panista que ha alzado la voz para decir que es la consecuencia de “pedirles a los militares que hagan tareas de seguridad pública, particularmente cuando en tiempos de paz implican tratar con civiles”.

Se está de acuerdo cuando dice que, con la militarización, en cualquier parte del mundo, se aumenta la letalidad, por la sencilla razón de que los militares tienen una disciplina diferente, están entrenados, quiérase o no, para matar.

Sólo que en estos hechos la realidad es muy diferente, porque no se están enfrentando a delincuentes armados o a grupos criminales organizados que utilizan tácticas y estrategias bien definidas, fuertemente armados. Contra ellos, el consenso es que se le debe enfrentar en condiciones similares.

Pero no contra grupos que huyen para no ser detenidos porque son personas que se han internado en el país de forma anómala. En el fondo y en la forma, en este caso, está el problema y es tan grave que ahora no sólo hay que atender a las familias de los fallecidos y lesionados, sino que dos jóvenes mexicanos están siendo señalados como los criminales a los que se le aplicará todo el peso de la ley.

Ese es el problema que los legisladores no quisieron consensuar, debatir. Esto es el resultado de una imposición abrumadora que fue “avalada” por el pueblo en las recientes votaciones. El tema necesariamente tiene que ser reconsiderado para abordarse en tribuna, pero no con inclinaciones partidistas, sino como un tema de seguridad nacional, pues si a esas vamos, no duden que el paso de los grupos de migrantes por territorio mexicano equivalga a partir de hoy, a traer consigo armas para defenderse de los crasos errores, y de quienes los buscan para explotarlos en lo que llama delincuencia organizada.

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