Polos opuestos: plantas de tratamiento de agua y partidos políticos
Hace unos meses, cuando la población de Tonalá se inconformó por la contaminación que se generaba a la Bahía de Paredón porque los desechos del municipio iban a caer a dicha zona, salió a relucir el problema serio que padece la entidad, donde sus alcaldes y alcaldesas hacen de todo, menos procurar por cuidar el medio ambiente y el entorno social en el que habitan cientos de miles de chiapanecos.
El que en la entidad apenas funcionen una docena de plantas de tratamiento de aguas residuales en los 124 municipios del estado, habla de la imperiosa necesidad de que los nuevos gobiernos municipales y el próximo estatal que entrará en funciones el 8 de diciembre próximo, se aboquen a impulsar un proyecto más que ambicioso para tratar el agua, pues si en este momento los ríos y lagunas que corren por la geografía chiapaneca ya presentan serios problemas de contaminación, no queremos imaginar qué le espera a las nuevas generaciones que están apenas resurgiendo en este mundo.
Los efectos del cambio climático que se han sentido en el mundo, y del que México y Chiapas no es ajeno, son el aviso oportuno de que la política ambiental de la próxima autoridad gubernamental tiene que centrarse en objetivos claros y precisos, pero a muy corto tiempo.
La construcción de plantas de tratamiento es urgente para un estado que goza y presume de ser hídrico en un 30 por ciento del total de agua que tiene la República mexicana. Sin embargo, el precio puede pagarse muy caro dentro de poco, un lustro, máximo 10 años, opinan los especialistas, debido a que ya no habrá oportunidad de revertir los daños a los mantos acuíferos que se encuentran en el subsuelo.
Pareciera insignificante, pero la cruel realidad nos está pisando los talones. De ahí la importancia que tendrá el próximo funcionario del medio ambiente que plantee el tratamiento de las plantas de aguas residuales. Es un tema nada menor.
Ahí está la que sigue varada, sin funcionar, a pesar de que el gobierno estatal le inyectó miles de pesos, la de Tonalá. El alcalde Natividad de los Santos Miranda se hizo rosca, tanto que durante los tres años que estuvo al frente de los destinos del ayuntamiento nunca logró echar a andar la infraestructura. Hoy medio funciona
Apenas una docena en promedio son las que están funcionando. Solo la capital chiapaneca puede presumir que tiene operando la de Paso Limón, Tuchtlán, El Jobo, Copoya, Tres Marías y Real del Bosque, y qué lamentable que municipios claves de Chiapas como Tapachula, San Cristóbal de Las Casas y Comitán, tengan plantas, pero en proyecto.
El gobierno que encabezará Eduardo Ramírez Aguilar tiene un gran reto y este será darle estabilidad ecológica a Chiapas. Son temas que pareciera no tener importancia, pero son los que merecen toda la atención.
De qué sirve que por el territorio chiapaneco corra mucha agua si ésta se mantiene contaminada. Eso no sirve ni funciona para la operatividad del ser humano. Y justo en este punto nos detenemos para preguntarnos si tiene valor o funcionalidad que desde el órgano electoral del estado se esté contemplando emitir para fin de año la convocatoria para la conformación de nuevos partidos políticos.
Cierto que está en la ley y hay que respetar los lineamientos, pero no es justo que la política se ajuste a disposiciones, y comprobado está, que no le ayudan en nada a Chiapas, cuya población merece respeto y la misma política no debe enlodarse más.
Es necesario que, así como se expiden leyes o se presentan iniciativas para saciar venganzas sin sentido, el Ejecutivo o el propio Legislativo, envíe una donde se cancelen o reprogramen para el 2030 o el 2036, el nacimiento de otros partidos, y que ese dinero que se tiene programado destinar, se canalice para la compra de nuevas plantas.
No es una propuesta hecha con el hígado, sino con sentido social y sanitario. Lo mejor que pueden consensuar los partidos en activo, es redirigir los millones de pesos que se tiran a la basura en papelería electoral, en demagogia que se destila en programas de radio, televisión y redes sociales.
El nuevo gobierno debe hacer suya la iniciativa de hacer ajustes en el presupuesto del próximo año con el único fin de destinar lo necesario para equipar a por los menos 60 municipios en una primera etapa para tratar las aguas negras.
El partido en el poder tiene la obligación moral de encabezar esta política social y económica para no dejar morir a Chiapas. Esto es mucho más importante que andar llenando los bolsillos de paga a los líderes dizque políticos que presumen buscar el bien social, y que al final, cuando desaparecen los institutos patitos, la sociedad se da cuenta que han resuelto su vida económica a costa de los incautos chiapanecos que siguen creyendo en ahora sí cumplirán.
En suma, el nuevo gobierno tiene la palabra y si lo concreta como un objetivo de su primer año de gobierno, seguramente los bonos del gobernador subirán hasta lo más alto, con perspectiva de un futuro halagador.