Una realidad descarada; Rubén Moya, el claro ejemplo

En esta política de apertura y vida democrática que dice el gobierno federal y el partido en el poder se privilegian, no se tuviera ese ambiente crispado sobre el manipuleo que se le ha dado a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lamentable situación se reflejará en los próximos años con el sometimiento, es decir, no habrá forma de protestar las decisiones que en este momento sirven para defender las causas de los ciudadanos.

Hoy en escena vemos a un sonriente y burlón Gerardo Fernández Noroña, quien pareciera, por lo menos así se nota, que goza por hacerle la vida pesada a sus opositores conservadores. Las reacciones desde el Poder Legislativo ante las banales posturas del PRI, PAN y MC tienen un escarnio que deleita el rostro del presidente de la Mesa Directiva del Senado.

Y no es para menos, hoy se está haciendo lo que le place al partido Morena. Goza su arrastre en las urnas, aunque la bandera de que fueron los 36 millones de mexicanos que votaron por ellos, la utilicen como el argumento mordaz de que se hace lo que el pueblo manda.

El pueblo sabio y obediente hoy está callado, no protesta ni le interesa porque sabe que lleva las de perder. El poder supremo, con todas sus acciones en unas cuantas semanas, ha dado muestra de que la democracia no es su fuerte.

Los arranques que encabezaron los ciudadanos con la marea rosa ha quedado en el olvido, la ex candidata presidencial, Xóchitl Gálvez, manda mensajes reaccionarios desde sus redes sociales, pero sin el peso suficiente para hacer despertar la quietud de los mexicanos.

Lo que sí hay que reconocer es que unos maltrechos trabajadores del Poder Judicial Federal han aguantado mucho a los embates del Poder Legislativo, pero todo indica que su fuerza se ha diluido, ya no hay los argumentos lo suficientemente sólidos para seguir siendo el dolor de cabeza del gobierno en turno.

Escenarios que se han ventilado como el reciente encapsulamiento de la policía de la Ciudad de México contra varios empleados que iban a protestar a la sede donde se desarrollaría la carrera de la Fórmula 1, el pasado domingo, es un ejemplo de que la libertad va perdiendo su valor.

Otro de ellos es la elección de varios representantes populares que contaban con averiguaciones previas por estar coludidos con la delincuencia organizada o por tener presuntos actos de corrupción y hasta delitos en contra por abuso sexual, no han sido motivo para que el gobierno los investigue, al contrario, los premie y aun así, los ensalce aun sabiendas de que lo que hace está mal.

Ahí está el caso de Cuauhtémoc Blanco, a quien se recuerda solo por las brillantes exhibiciones de futbol que hizo en las canchas, aunque sin llegar a ocupar los espacios que hicieron las grandes figuras del mundo del deporte como Hugo Sánchez, Fernando Valenzuela o Julio César Chávez. Hoy en la Cámara de Diputados es el refugio de hombres y mujeres que han sido señalados por su ineptitud y por los actos de corrupción que los acompañarán toda su vida.

Hay por ahí un dicho que dice “nada es para siempre” y justo por ello deberían tomar conciencia que las malas acciones no pueden ser encubiertas toda la vida.

Otro ejemplo más es la protección que se le ha estado dando al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien a pesar de ser señalado por casi todo su pueblo de estar coludido en situaciones nada transparentes u honestas, se atreve a desafiar a la población de que él les ayudaría a juntar las firmas para conseguir se realice el acto de revocación de mandato, petición formulada en redes sociales ante el hartazgo de que no se ha podido contener la violencia imperante en la capital sinaloense y otras ciudades donde ya se extendió la disputa criminal entre la Mayiza y la Chapiza, los grupos que se disputan el control de la entidad y por el tema de traición, luego de que el Mayo Zambada, el máximo capo del que se tenga memoria, fuera llevado a los Estados Unidos para su detención.

Casi dos meses de enfrentamientos con un saldo negativo en bajas humanas, terror en las calles y la actuación poco transparente de las fuerzas armadas, grabadas por ciudadanos cuando realizan detenciones sospechosas, tienen al gobernador en una situación difícil, aunque para él no pasa nada, todo es tranquilidad en el estado.

Además, como nos tiene acostumbrado Morena, mientras no haya pruebas ni valiente alguno que lo denuncie, el mandatario seguirá en el cargo. Esto nos remonta a la historia reciente, donde en el último sexenio no ha habido un solo detenido que esté rindiendo cuentas a la justicia a pesar de que se haya exhibido en los medios de comunicación, documentos, testimoniales y hasta grabaciones en audio de las corruptelas ejercidas en la construcción de obras de la Cuarta transformación.

De ahí que ningún incauto piense que el gobernador de Sinaloa vaya a ser destituido de su puesto, pues no porque el Mayo Zambada lo involucre directamente de estar inmiscuido con grupos criminales, signifique que su pueblo le “haya perdido la confianza”, quien lo piense o diga así es un mentiroso y hasta corre el riesgo de que se le finquen cargos por querer confundir la realidad de paz que vive Sinaloa, ¿o no?

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