Honrar a nuestros muertos y a la vida
En plena festividad de Todos Santos, los chiapanecos, a su estilo, a sus alcances económicos y de acuerdo a sus tradiciones culturales y religiosas, celebran y recuerdan hoy a sus muertos, a su familia que se adelantó en el camino de la vida.
Rituales, ceremonias religiosas, costumbres regionales, de todo hay en la Viña del señor, cuando se trata de continuar dándole vida a quienes yacen en otra faz de este mundo. Las creencias y la fe son, hoy, sin duda, lo que hace que este país siga de pie, a pesar de las desgracias políticas que se han acentuado en las últimas semanas y que, a muchos, le duelen tanto que hasta han deseado morir ante tanta desgracia que les aqueja.
Sin embargo, hoy la política y las pésimas noticias que han enlutado a miles de hogares mexicanos y de la que Chiapas no está exenta, deben dejarse descansar, olvidarlas por un momento. Ese agobio de intranquilidad se esfuma para darle paso a la rendición de culto, de respeto, eso que representaron en vida nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos.
Este día debe servir a la reflexión, a reconocer lo valioso que fueron nuestros vivos cuando gozaban de cabal salud, y también, por qué no, si eso caracteriza al pueblo mexicano, a brindar por ellos, a llorar su ausencia, a reír por acordarse de las aventuras que se vivieron, por los proyectos que se lanzaron juntos, por todo aquello que nos ha dado la razón de estar y seguir vivos.
Qué importa lo malo que se hayan portado en su pasado, qué malo tiene que se cuenten en familia, en reunión de los vivos, lo bueno o malo que haya sido. Entre ayer y hoy, los camposantos, los hogares tienen en sus altares, en sus criptas, imágenes del ser querido. Sí, de aquel o aquella persona que nos hizo feliz, que nos enseñó que hay que disfrutar la vida, que hay que luchar por las adversidades, que hay que tener en cuenta que sólo se vive una vez y ésta debería ser lo mejor posible que se pueda.
Recordar que la muerte no hace diferencias entre ricos y pobres, entre buenos y malos, entre políticos sinvergüenzas o buenos servidores públicos. Todos tenemos el mismo destino, por ello habría que honrar nuestra presencia en el mundo terrenal con buenas acciones, con aquellas que hagan el bien, con todo eso que sirva para tratar de olvidar, borrar o evitar los horrores que como sociedad estamos sufriendo, todo por el abuso de quienes intentan tener el poder a consta de lo que sea.
Todos, algún día, no estaremos más en el plano de este universo, por ello hoy démosle prioridad a la convivencia, a rezar por el bien, a pedir porque aquellas personas que se han equivocado en sus acciones, reconsideren que no vale la pena vivir en el odio, en la venganza.
El final para unos y otros siempre será el mismo. Apresurémonos a vivir con dignidad, con respeto, a disfrutar lo que hacen nuestros hermanos indígenas en la celebración para honrar a sus fieles difuntos.
Nuestro reconocimiento para aquellos que se dedican desde meses atrás a sembrar las flores para esta temporada, a los que se esmeran en hacer las figuras, imágenes o representaciones para “darle vida” a las escenografías en los altares.
A los que creen y a los que son escépticos, a los que acuden a los panteones a hacerle compañía a sus ancestros que regresan del más allá para no ser olvidados. En esto de honrar su memoria tiene tanto valor el que vende flores, veladoras, coronas y demás, como aquellos que se ofrecen para ir a limpiar tumbas, para pintar cruces, para chaporrear, para erradicar el zancudero.
Al final, la celebración de Todo Santos es el pretexto perfecto para hacer una tregua general y dedicar un tiempo a la familia, para sonreírle a la vida, a la tragedia, para intentar comprender que nada pasa que no esté escrito.
Hoy habrá quien derrame lágrimas reprochando porqué la vida se ensañó con equis persona, y quizás a quienes den gracias porque aquel ser querido ha dejado de sufrir. Toda esta festividad tiene un propósito y más allá del aspecto religioso, hoy, agradecerle a la vida que los que estamos con vida tenemos motivos suficientes para luchar, para tratar de contribuir a enderezar todo aquello en lo que nos hemos equivocado. Ojalá la fiesta de los muertos se entienda como una responsabilidad que tienen que respetar los que estamos vivos.