No bajar la guardia en seguridad

Editorial

Hace unos días, el gobierno de Chiapas dio a conocer que la entidad ya es a nivel nacional la segunda más segura, sólo superados por el estado de Yucatán. Estar entre los últimos lugares y en solo cuatro meses tener un repunte en los hechos que se refleja en la percepción favorable de la ciudadanía es, más que un triunfo, un signo de confianza que se tiene en el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar.

En Chiapas hasta la oposición que prácticamente está borrada desde hace dos sexenios, no ha dejado de reconocer el trabajo realizado en estos meses y olvidado por mucho el temor que corría por la mente de la gente, que era testigo de los hechos delictivos que se registraban a diario en varios municipios del territorio chiapaneco.

Quien no quiera reconocer estos hechos, argumentando lo que gusten, no podrá negar hoy que se puede circular con mayor seguridad por las carreteras del estado. El periodo vacacional que está por concluir es la mejor prueba de lo que se habla.

Las fobias políticas deben quedar en el olvido y todos los sectores deben integrarse al cien por ciento a las políticas públicas que se emprenden para tener una ciudad, poblado o municipio más seguro.

Los datos revelados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) son el claro ejemplo de que se va trabajando muy bien con el trabajo conjunto y coordinado entre las fuerzas policiacas municipales, estatales y federales.

Chiapas, a diferencia de Tabasco, Sinaloa o Guanajuato, por ejemplo, ha logrado poner en jaque a los grupos criminales. El trabajo eficaz respetando la ley no significa que la mano dura se confunda con abusos, que los hay, de algunos cuerpos policiacos, pero que las mismas dependencias deben transparentar para no caer en los yerros del pasado.

El Inegi reporta que la percepción de inseguridad en Tapachula, pasó del primero al octavo lugar. Es decir, escaló siete peldaños a favor, lo que significa que los operativos y detenciones de líderes criminales ha ido mermando la delincuencia.

Los resultados de la capital Tuxtla Gutiérrez son sorprendentes al pasar del sexto lugar al 33. Se entiende que el efecto de que los poderes del estado y las sedes de las corporaciones policiacas se ubiquen en dicha ciudad podría ser un referente.

Hoy, por ejemplo, San Cristóbal, la histórica y colonial ciudad, la que apenas hace menos de seis meses vía un fuego cruzado por las amenazas de grupos como Los Motonetos, camina hacia la pacificación total. Cierto, no se ha erradicado del todo esos males que dejaron un tiempo a este municipio sin la presencia de visitantes extranjeros y de connacionales, pero la convivencia social ya tiene otra fisonomía.

El propio gobierno de Chiapas asegura que la disminución en la percepción de inseguridad es un indicador importante del progreso en la materia y contribuye a una mayor confianza en las autoridades, así como a una mejor calidad de vida para las y los habitantes.

Bajo este concepto, está claro que recuperar la paz social y restablecer la tranquilidad es el principal objetivo trazado por el gobernador Ramírez Aguilar pues sin estas premisas el desarrollo de Chiapas no podría seguir adelante.

El primer paso ya está dado y es fortalecer la confianza ciudadana, ahora corresponde a los propios ciudadanos chiapanecos denunciar ante la autoridad para que ésta haga su chamba. Estamos de acuerdo con el titular de la Secretaría de Seguridad del Pueblo, Oscar Aparicio, cuando dice que en Chiapas ya se “tienen condiciones muy distintas”, pero lo importante es no bajar la guardia.

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