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Alto Mando

Miguel Ángel Godínez

México no se equivoca en llamar al Ejército Mexicano la “Gran Fuerza de México”. Pocas instituciones, gozan del respeto, admiración y confianza del pueblo como las FA a quienes su integridad, lealtad y disciplina les ha dado ese lugar. El ejército resguarda, protege y sirve al ciudadano, reconoce en cada uno la cara del México al que juró servir. En momentos de desolación, miedo e incertidumbre por desastres naturales o provocados por el crimen organizado, los soldados reconocen en nosotros a la Patria y como tal se entregan. Desde su creación en 1913 el ejército ha tenido como propósito defender la integridad, independencia y soberanía, sin embargo, a lo largo de su historia ha respondido a las circunstancias de la época y su tiempo, no ha podido escapar de los acontecimientos internos y externos que influyen y provocan la necesidad de ajustar funciones legales y pertinentes del ejército en tareas públicas que en el pasado no tenía, tareas que gracias a la disciplina y capacidad de coordinación le ha dado a la sociedad y al gobierno seguridad y confianza por ejemplo; el adecuado manejo en la crisis sanitaria que se vivió y se vive en todo el mundo. Los centros hospitalarios con los índices más bajos de mortalidad y en donde hubo el menor índice de contagios y muerte del personal de salud fueron los manejados por el Ejército. Los puestos de vacunación de dependencias militares bien organizados y el delicado traslado y distribución de vacunas en coordinación con la GN impecable. 

Hoy más que nunca el gobierno federal confía en la lealtad incondicional de las FA y se apoya en ellas para gobernar. Sin embargo, en tiempos aciagos el crimen organizado que vive su esplendor de poder, mejor organizado, coordinado y armado, pero también más dividido y violento, expone al ejército cuando le piden abrazos y no balazos. El listado de cárteles parece infinito, como la lucha por ganar territorio. La seguridad interna es función prioritaria del ejército y como tal se encuentra entre las disputas de los cárteles, las tibias órdenes del ejecutivo y la exigencia de la población. No sé cuántos soldados y cuántos efectivos de la GN olvidaron el “Día del Ejército” por estar en los frentes resistiendo delincuentes y también pobladores que ven en los cárteles la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. Cuando vemos a un soldado como Ejército o como GN lastimado en su persona o herido en su orgullo, nos invade admiración por su estoicismo, prudencia y carácter forjado, pero también compartimos con ellos, como seguro al igual que sus mandos, la indignación de no poder reaccionar para defender y defenderse. 

Valientes soldados a los que el bienestar de su familia les mantiene motivados para resistir horas sin descansar, bajo condiciones apremiantes que demanda el lugar. Orgullosos de soldados que en situaciones de emergencia se suman a fuerzas locales, en poblados que lógicamente no cuentan con instalaciones propias para descansar. 

“La Gran Fuerza de México” es el orgullo que me hace recordar un poema en la oficina de un gran general, regalo del Presidente que agradeció hasta su muerte su lealtad.

Yo era lo que nadie más quería ser.

Yo fui donde nadie más quería ir.

Yo terminé lo que nadie más quería empezar.

Yo nunca pedí algo a los que nunca dan nada.

Yo miré al terror a la cara.

Yo sentí el escalofrío del temor.

Yo me regocijé en momentos de amor.

Yo lloré, sufrí y tuve esperanza.

Pero, sobre todo, viví esos momentos que otros dicen es mejor olvidar.

Cuando llegue mi hora, yo podré decir a los demás que estoy orgulloso de ser lo que he sido… Un Soldado 

Anónimo

DE IMAGINARIA

Ante al conflicto bélico más delicado en los últimos tiempos y en función de su participación como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, México tardó en definir una postura, finalmente a través de la cancillería condena enérgicamente la invasión de Ucrania e instruye al Dr. de la Fuente para que se pronuncie en ese sentido, imaginamos la razón del súbito cambio.

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