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A 8 años de la masacre de normalistas de Ayotzinapa

26 de septiembre de 2014

Dr. Gilberto de los Santos Cruz

Los estudiantes de Ayotzinapa tienen una tradición histórica de lucha y compromiso social. Las escuelas normales nacieron con la Revolución Mexicana en 1910, cuando el país era todavía una sociedad fundamentalmente campesina y, en el mejor de los tiempos, hubo más de 60 normales rurales.

De la normal Raúl Isidro Burgos emergieron dos grandes líderes de los años sesenta y setenta del siglo pasado: Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, quienes aún hoy los alumnos veneran y tienen como guía. Este último, que siendo maestro organizaba y asesoraba a los campesinos acerca de sus derechos, fundó el grupo armado Partido de los Pobres. En Ayotzinapa, Lucio Cabañas realizó sus estudios primarios, secundarios y la educación normal. En 1963, se graduó de Maestro.

Según consigna Francisco Ávila Coronel, en su trabajo Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres, Lucio Cabañas contaba:

Nosotros nos hicimos pueblo. Los de Ayotzinapa, los de la Escuela Normal Rural nos metimos por todos los pueblos y donde quiera anduvimos haciendo mítines. Incluso cuando anduvimos de dirigentes en Ayotzinapa dábamos ropa a los campesinos que no tenían con qué vestirse y se acercaban a Ayotzinapa.

La educación en las Escuelas Normales.

Estos Escuelas reciben estudiantes de las zonas más pobres del país y operan en régimen de internado. José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y ministro de Educación entre 1921 y 1924, impulsó esta educación basada en los maestros rurales, a quienes ubicó como un sector clave para expandir el espíritu de la revolución.

El problema, según algunos analistas, llegó cuando México dejó de ser una sociedad rural y el Gobierno dejo de ser revolucionario, ya que estas escuelas tenían una visión de izquierda, defensora de la educación pública, laica, gratuita y de la Reforma Agraria, por lo cual comenzaron a cerrarlas. Un tipo de educación emancipadora, de clase, y combatida tenazmente por los poderes que buscan mantener su dominación y sus privilegios.

¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país.

Por ello los estudiantes de las escuelas normales tienen tradición de lucha que se manifiesta ya desde los murales que se encuentran en la escuela Normal de Ayotzinapa donde las figuras de Marx, Lenin, Engels, Che Guevara, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y el Subcomandante Marcos son celebradas, y otros que reflejan las luchas sociales y la represión sufridas en el Edo de Guerrero. Murales que muestran nociones de justicia que se inculcan a normalistas donde estudian el materialismo histórico, la revolución mexicana, el cardenismo, la lucha guerrillera de los setenta y la rebelión indígena de los noventa y principios del siglo XXI.

LA MASACRE DE AYOTZINAPA

El 26 de septiembre de 2014, en Iguala de la Independencia, Estado de Guerrero, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” fueron emboscados, reprimidos y perseguidos con armas de fuego por fuerzas policiales.

El saldo de esta represión, también afectó a un micro que transportaba un equipo de futbol juvenil y a un taxi que circulaba por el lugar, fue de 6 muertos, más de 40 detenidos y 43 estudiantes desaparecidos, una masacre que tiene como contexto el accionar cómplice de políticos, policías, ejército, marina, y narcotraficantes que actúan confiando en la impunidad con que suelen contar en México.

Nombres y edad de los 43 estudiantes desaparecidos: Abel García Hernández (19), Abelardo Vázquez Periten (19), Adán Abrajan de la Cruz (20), Alexander Mora Venancio (19), Antonio Santana Maestro (19), Benjamín Ascencio Bautista (19), Bernardo Flores Alcaraz (21), Carlos Iván Ramírez Villarreal (20), Carlos Lorenzo Hernández Muñoz (19), César Manuel González Hernández (19), Christian Alfonso Rodríguez Telumbre (21), Christian Tomás Colón Garnica (18), Cutberto Ortiz Ramos (22), Dorian González Parral (19), Emiliano Alen Gaspar de la Cruz (23), Everardo Rodríguez Bello (21), Felipe Arnulfo Rosas (20), Giovanni Galindes Guerrero (20), Israel Caballero Sánchez (19), Israel Jacinto Lugardo (19), Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa (21), Jonás Trujillo González (20), Jorge Álvarez Nava (19), Jorge Aníbal Cruz Mendoza (19), Jorge Antonio Tizapa Legideño (20), Jorge Luis González Parral (21), José Ángel Campos Cantor (33), José Ángel Navarrete González (18), José Eduardo Bartolo Tlatempa (17), José Luis Luna Torres (20), Joshvani Guerrero de la Cruz (20), Julio César López Patolzin (25), Leonel Castro Abarca (18), Luis Ángel Abarca Carrillo (20), Luis Ángel Francisco Arzola (20), Magdaleno Rubén Lauro Villegas (19), Marcial Pablo Baranda (20), Marco Antonio Gómez Molina (20), Martín Getsemany Sánchez García (20), Mauricio Ortega Valerio (18), Miguel Ángel Hernández Martínez (27), Miguel Ángel Mendoza Zacarías (23), Saúl Bruno García (20).

· Asesinados en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2016:

Julio Cesar Mondragón Fontes (22) estudiante normalista; Daniel Solís Gallardo (18) estudiante normalista; Julio Cesar Ramírez Nava (23) estudiante normalista; David Josué García Evangelista (15) futbolista; Víctor Manuel Lugo Ortiz (50) chofer del micro del equipo de futbol; Blanca Montiel Sánchez (40), pasajera de un taxi que circulaba por el lugar.

· Aldo Gutiérrez Solano (19) normalista en coma por disparo en la cabeza.

Como puede observarse, los estudiantes desaparecidos tienen, en su gran mayoría, entre 19 y 21 años. Son campesinos que buscaban un mejor futuro siguiendo la carrera de Maestro, hijos de campesinos cuya única posibilidad de acceder a una educación gratuita es asistir a las Escuelas Normales Rurales.

Con frecuencia, los normalistas de Ayotzinapa realizan protestas, bloqueos de calle o secuestros de autobuses para financiar sus actividades o comida de los alumnos que hacen sus prácticas en comunidades más alejadas y es común verlos en los peajes de las autopistas con el rostro cubierto, pidiendo una contribución.

No es la primera vez en estos últimos años, que estas actividades, que cuentan con el apoyo de gran parte de la población, son reprimidas violentamente y Ayotzinapa se tiñe con la sangre de normalistas.

En el marco de estas represiones se sucedieron los hechos del 26 de septiembre de 2014. Apenas cumplido un mes de la desaparición de los normalistas, en una multitudinaria manifestación realizada en el Zócalo mexicano bajo la consigna ¡Regrésenlos!, la reconocida intelectual Elena Poniatowska dejaba en claro las condiciones que enfrentan cotidianamente los normalistas:

La Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, es muy pobre, pero es el único lugar donde los que nada tienen pueden recibir una educación superior gratuita. Es la única opción de los campesinos que han escogido ser maestros rurales. Las habitaciones de los estudiantes de la Normal evidencian la miseria, el abandono de los muchachos. Su comida también. Cuando a uno de ellos le sirvieron leche exclamó que era la primera vez que la veía y sonrió al decir que le gustaba. Así como la leche, son muchos los alimentos que los chavos desconocen. Sus camisetas, sus mochilas, sus suetercitos, sus utensilios de plástico, todos son prendas de pobre (Poniatowska,).

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