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(anónimo)

Dr. Gilberto de los Santos Cruz

Mi papá tenía muchos problemas, había estado ganando peso y perdiendo cabello. No dormía, se comía las uñas y los dientes le rechinaban, era irritable gruñón y amargado, siempre estaba enfermo hasta que un día de pronto, él cambió. La situación estaba igual, pero él era distinto.

Cierto día mi mamá le dijo. Amor llevo tres meses buscando empleo y no he encontrado, hoy voy a salir a divertirme con unas amigas,

Mi papá respondió:

-Está bien

Mi hermano le dijo:

-Papá voy muy mal en todas las materias de la Universidad.

Mi papá le contestó:

-Está bien ya te recuperarás y si no lo haces, pues repites el semestre y ya, pero tú pagas la matricula, la colegiatura y lo demás.

Mi hermana le dijo:

-Papá choqué el carro

– Mi papá le contestó:

– Está bien hija, llévalo al taller, busca como pagarlo y mientras lo arreglan movilízate en autobús o en taxi.

Un día llegó mi cuñada y le dijo:

– Suegro vengo a pasar unos meses con ustedes.

– Mi papá le dijo:

– Está bien, acomódate en el sillón de la sala y busca unas cobijas en el closet.

Preocupados al ver estas reacciones todos nos reunimos. Sospechábamos que hubiese ido al médico y que este le recetó unas pastillas de me importa un carajo de 1000 miligramos y que seguramente estaba ingiriendo una sobredosis. Nos propusimos entonces intervenir para alejarlo de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-berrinche.

Cuando todos nos reunimos en torno a él para cuestionarlo, tranquilo nos explicó.

–  Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida, me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi coraje, mi insomnio, mi estrés y mis oraciones no resolvían sus problemas, sino que agravaban los míos. Yo no soy responsable de las acciones de los demás, pero si soy responsable de las reacciones que yo exprese ante esto.

Por lo tanto, llegue a la conclusión de que mi deber para conmigo mismo, es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde. He tomado cursos de yoga, de meditación de milagros, de desarrollo humano, higiene mental, de vibración y de programación neurolingüística y en todos ellos encontré un común denominador, todos conducen al mismo punto. En que yo solo puedo tener injerencia sobre mí mismo, ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver sus propias vidas, yo solo puedo darles mi consejo si acaso me lo piden y de ustedes depende seguirlo o no. Así que decidí dejar de ser el receptáculo de sus responsabilidades, el costal de sus culpas, el lavandero de sus remordimientos, el abogado de sus faltas, el muro de sus lamentos, el depositario de sus deberes, el que resuelve sus problemas o su llanta de repuesto para cumplir sus responsabilidades.

A partir de ahora los declaro a todos adultos independientes y autosuficientes.

Todos nos quedamos mudos. Pero desde ese dia la familia comenzó a funcionar mejor, porque todos en casa cumplen con lo que les corresponde hacer.

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