Eduardo Ruiz-Healy
El lunes pasado México vivió un momento histórico con la toma de posesión de su primera presidenta. Un logro que, sin duda, merece reconocimiento. Pero la realidad es que, más allá de la celebración, los problemas que enfrenta el país son serios. Según el Índice de Grandes Potencias: 2024 de Ray Dalio, uno de los economistas más influyentes a nivel mundial y fundador de Bridgewater Associates, México está en una posición incómoda: algunas cosas van bien, pero en áreas clave el país está muy rezagado. El informe completo se puede consultar en https://shorturl.at/5ig5b. ¿Qué implica esto para el futuro? Veamos.
Lo primero que destaca es la felicidad de los mexicanos. De entre las 24 potencias del mundo incluidas en el índice, México ocupa el cuarto lugar en el mundo. Parece increíble, pero a pesar de la violencia, la desigualdad y el caos político, el 92% de los mexicanos dice estar contento con su vida. Esto es algo positivo, porque una población optimista es un buen punto de partida para enfrentar los retos que vienen. Pero nadie vive solo de felicidad.
En el manejo de la deuda, México también tiene buenas notas. La deuda equivale al 76% del PIB y la mayoría está en pesos, lo cual protege al país de crisis internacionales. Aquí hay una oportunidad para Claudia: hay margen para invertir en educación, infraestructura o salud sin poner en riesgo las finanzas del país. Eso sí, es necesario hacerlo bien.
Ahora, lo malo. La educación es un desastre. México ocupa el lugar 20 en el índice. El promedio de años de escolaridad es de 9.6, por debajo de la media global de 11.7, y los resultados en las pruebas PISA son preocupantes. ¿Cómo puede el país competir en un mundo donde la tecnología y la educación son la base de la economía si no se prepara a los jóvenes? Esto no es opcional, es urgente.
La innovación es otro escollo. México está en el último lugar. No se invierte lo suficiente en investigación, no se generan patentes y el país se ha quedado atrás en un mundo que avanza a toda velocidad. Si quiere dejar de ser un maquilador global, nuestro país debe empezar a apostar por el conocimiento y la tecnología. De lo contrario, continuará atrapado en la mediocridad.
Tampoco se puede ignorar la corrupción y la mala gobernanza. México ocupa el puesto 22 en estado de derecho, lo que indica un sistema débil, plagado de ineficiencia y corrupción. Si esto no cambia, atraer mayores inversiones será un reto monumental. Nadie quiere poner su dinero en un lugar donde no se respetan las reglas y todo depende de a quién se conoce.
La presidenta Sheinbaum tiene una tarea titánica por delante. Si realmente quiere dejar una huella, debe empezar por la educación. Sin una reforma educativa profunda, el país no avanzará. Luego, debe impulsar la innovación. El gobierno tiene que crear las condiciones para que el sector privado invierta en tecnología, en nuevas empresas, en todo lo que permita a México competir globalmente. Y, finalmente, debe reducir la corrupción y fortalecer las instituciones para generar confianza en el país.
En resumen, México tiene el potencial para ser mucho más y su futuro dependerá de las decisiones que tome la presidenta, quien tiene solo seis años para concretar los cambios que definirán el futuro del país.
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