Educación Popular
Dr. Gilberto de los Santos Cruz
El problema educativo de América Latina es la situación de los sectores populares. A pesar del crecimiento económico, del proceso de urbanización, de la renovación científica y tecnológica, todavía los sectores populares sólo tienen acceso limitado a las oportunidades educativas. Este problema ha sido la fuente de los debates más importantes y novedosos tanto del pensamiento como de la política educativa latinoamericana. Germán Rama analiza las propuestas diseñadas desde las diferentes corrientes de pensamiento que se ocuparon de la educación popular: el planteo de Paulo Freire, las ideas más radicalizadas, las actividades y propuestas educativas de la iglesia, entre otras. Juan Carlos Tedesco y Rodrigo Parra, por último, se ocupan del por qué se registran tan altos índices de fracaso escolar. José Rivero Herrara estudia uno de los intentos más importantes por resolver esta cuestión en América Latina: la reforma educativa, con sus éxitos y sus fracasos. En conjunto, los tres estudios brindan una adecuada interpretación de la realidad y permiten diseñar estrategias de acción tanto social como pedagógica.
La Educación Popular (EP) es una corriente pedagógica que surge a comienzos de los sesenta del siglo XX con la propuesta de educación liberadora impulsada por el Movimiento de Cultura Popular liderado por Paulo Freire en Brasil. Se convierte en un movimiento educativo cuando en las décadas siguientes las ideas de Freire son recreadas en la práctica por miles de educadoras y educadores de base, maestros, animadores culturales y militantes sociales, organizaciones civiles y redes a lo largo y ancho de América Latina. Hoy, reconociendo las nuevas expresiones de lucha social y política, la EP se pregunta cuánto falta por avanzar. Sin desconocer la heterogeneidad de sus perspectivas, áreas de acción, sujetos y prácticas, podemos identificar un conjunto de rasgos e ideas fuerza que dan identidad a la Educación Popular,
Como acción educativa emancipadora, la EP ha tenido estrecha relación con corrientes como la teología de la liberación, la comunicación alternativa, el feminismo popular y la investigación-acción participativa. Así, las prácticas educativas populares están articuladas con otros proyectos, procesos y movimientos sociales de lo económico, cultural y político: hacer un balance de la Educación Popular en América Latina hoy exige identificar la multiplicidad de espacios, actores y prácticas que se asumen como tales.
En sus inicios, el área privilegiada de la EP fue la alfabetización y la educación de personas jóvenes y adultas, aunque muy pronto se amplió a la formación de dirigentes de organizaciones y movimientos sociales (campesinado, populares, locales), al trabajo en salud, en comunicación, género, medio ambiente y economía solidaria. Con los procesos de democratización iniciados a finales del siglo XX, la EP se involucró en la escuela formal y en formación para la participación local, la educación ciudadana y en derechos humanos. En la actualidad aparecen temas emergentes como la soberanía alimentaria, la agroecología, la interculturalidad y la justicia comunitaria. Desde sus inicios, la EP ha sido agenciada por organizaciones civiles formadas por profesionales comprometidos. Desde los ochenta, algunos de estos centros han actuado en redes como el Consejo de Educación Popular de América Latina (CEAAL), que potenció la EP como movimiento continental. Por su vocación emancipadora, las prácticas de EP han privilegiado poblaciones consideradas oprimidas, explotadas o discriminadas, como el campesinado o las y los habitantes de los barrios populares.
Desde los ochenta los “sectores populares” adquirieron rostros particulares en las mujeres, jóvenes y comunidades cristianas de base. Hoy, con la ampliación de los ámbitos y perspectivas de acción, la EP trabaja con profesorado y estudiantado de instituciones educativas formales, con dirigentes y autoridades locales, colectivos LGBT, pueblos originarios y afro.
La EP privilegia las acciones de capacitación y formación de personas, colectivos y organizaciones sociales mediante la realización de talleres, cursos y campañas, la formación de escuelas de líderes y la producción de materiales educativos y comunicativos. Algunos de los centros también se han dedicado, o desde sus orígenes o más recientemente, a la investigación social y pedagógica, en particular a la sistematización de experiencias.
La amplitud y riqueza de la Educación Popular antecede y excede el espacio conformado por el CEAAL. Sin embargo, esta red continental de más de un centenar de centros de EP en América Latina es un escenario privilegiado para reconocer los contextos, las tensiones, los debates y desafíos en este campo. Basándome en una revisión de los artículos publicados en La Piragua entre 2002 y 2012, a continuación, sintetizo el entorno y los retos actuales de la EP.
Desde mediados de los noventa, el entusiasmo generado tras el fin de las dictaduras y el inicio de reformas democráticas en casi todos los países del continente se resquebrajó frente a la evidencia de las nefastas consecuencias sociales que trajo la implantación del credo neoliberal. Los indicadores de pobreza y desigualdad social se dispararon y el desempleo, la precariedad y la informalidad pasaron a ser los rasgos predominantes del mundo laboral; mientras que la plutocracia, la corrupción y la crisis de legitimidad se agudizaron pese a las políticas de modernización estatal.
Frente al deterioro de las condiciones de vida de la población se reactivaron diversas expresiones resistencia y protesta. El comienzo del siglo coincidió con el ascenso de diferentes movimientos indígenas, campesinos y populares en Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia Argentina y México. El Foro Social Mundial que se reúne desde el 2000 expresa y aglutina estos aires de cambio en torno a la consigna “otro mundo es posible”.