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Leopoldo Mendívil

Coincido con Carlos Slim en que los gobiernos anteriores dejaron “botado y exprimido” a PEMEX, pero también creo que la culpa no está de un solo lado.

Efectivamente, durante ocho décadas, PEMEX ha sido la vaca de ordeña más recurrida. De una parte, los gobiernos vieron el camino fácil completar el gasto público y extraer de la paraestatal los recursos no obtenidos a través de los impuestos, porque ningún gobierno, ni siquiera el de ahora, se ha decidido a cobrar impuestos a la economía informal y a los trabajadores por su cuenta.

Por el otro, el sindicato de PEMEX ha sido un mar infinito de dispendio, con plazas duplicadas y además vitalicias, incluso las de los transitorios, por absurdo que parezca.

Ningún gobierno, del partido que fuera, tuvo la capacidad de maniobra para poner un alto a las prebendas y oscuros manejos sindicales. Recuerdo como el entonces presidente Miguel de la Madrid fue amenazado por los líderes: si se hundía PEMEX (léase el sindicato), el país se hundiría igual.

De la corrupción y el huachicol, pues ya ni hablemos.

El gobierno morenista tiene el sueño de rescatar a PEMEX. Con toda franqueza, no veo cómo. Desde que presentó su plan de negocios a inversionistas de Nueva York, a fines de 2018, la cosa pintó mal, pues no convenció a nadie y se degradó más la deuda de la paraestatal.

Obstinado como es, el inquilino de Palacio ha inyectado montos descomunales a PEMEX… y PEMEX sigue en números muy rojos. No soy financiero para asegurar que lo más conducente era ayudar a bien morir el negocio petrolero y reconvertir la empresa hacia energías limpias, como lo han hecho otras petroleras para sobrevivir en el siglo XXI. Lo digo considerando la calidad y cantidad actual del crudo mexicano y el problema del cambio climático. O si la alternativa que ve el presidente de verdad es viable; por la información que tengo, creo que la primera opción era menos tortuosa.

Pero volvamos al interior de PEMEX.

Emilio Lozoya no es el único caso de funcionarios que han cometido atropellos. De manera confidencial me llega la siguiente información, que usted habrá de corroborar.

Resulta que actual subdirector de Abastecimiento, Javier Núñez, despacha en Villahermosa como suplente por ausencia de director corporativo de Administración y Servicios. La suplencia ya lleva varios meses y siendo un puesto tan relevante, pues resulta extraño, por decir lo menos.

Las malas lenguas afirman que Núñez da preferencia a los proveedores que apoyaron las campañas de diputados tabasqueños federales y locales, incluida su hija, la legisladora local, Ana Isabel Núñez de Dios.

Aunado a lo anterior, Núñez estaría abusando del Acuerdo Presidencial del 22 de noviembre pasado -el decretazo- que busca obviar los procedimientos administrativos para acelerar los proyectos estratégicos del gobierno federal. El acuerdo ha sido muy cuestionado porque viola el artículo 134 Constitucional, pero

mientras son peras o manzanas, Núñez se estaría escudando en él para hacer contrataciones a modo.

Le cuento sobre algunos de sus despropósitos: ni en el sexenio peñista se rentó una plataforma sin opción a compra, ni la lista de empresas favoritas era tan evidente. El área de Abastecimientos operaría con tal descaro, que varios subdirectores de Pemex Exploración y Producción ya estarían muy preocupados, tanto por la corrupción, como por la incapacidad técnica de los proveedores que les fueron impuestos.

Échele un ojo al tema del químico de deshidratado de crudo de exportación en la terminal marítima de Dos Bocas, a los acuerdos referenciales y a todo lo que aquí le narro.

No vaya a ser que algún periodista le gane la investigación y pasemos del escándalo de la Casa Gris al de la Casa Negra.

Lmendivil2010@gmail.com

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