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Letras Desnudas

Mario Caballero

Valeria Santiago Barrientos muestra estar dispuesta a ahogar al Partido Verde en el río en el que ella se contempla enamorada de sí misma. Pues su dirigencia estatal representa la vanidad más estéril, en la que no importan las consecuencias de sus decisiones, insensatez e indiferencia: lo que importa es la devoción a su imagen.

“Espejito, espejito, ¿quién es la lideresa más bonita, la más amada, la mejor que ha habido en el partido? ¿Quién hay en la historia del PVEM que se me compare?”, es lo único que parece salir de los labios de Valeria y cuyo eco también es lo único que se oye entre las paredes del instituto político, en el que impera un profundo vacío de poder.

La vanidad entre los políticos, dicho sea de paso, siempre ha estado presente y a más de uno ha hecho perder el piso. No importa el lugar que ocupen en el tiempo y el espacio, igual se les termina nublando la mente. Acaban haciendo culto de sí mismos, así sean nomás los responsables de que no falte agua para echarle al váter de los baños públicos.

Por vanidad, Valeria Santiago cree que el Partido Verde no la merece. Y su comportamiento habla de su falta de memoria y de su incapacidad para aceptar la realidad, su propia realidad.

PÉRDIDA DE LA RAZÓN

Hacer de las instituciones un espejo en el que se admire un dirigente parece ser la obsesión del momento. La “lideresa” Santiago Barrientos a fuerza quiere hacernos creer que, si el PVEM es la segunda fuerza electoral en Chiapas, es gracias a ella. Mas no es cierto.

En primer lugar, el Verde Ecologista de México tiene una larga historia en el estado. Si Valeria no lo recuerda, esta organización nació en Chiapas hace más de veinte años de la mano de Manuel Velasco Coello, quien mostró interés por la política años antes de cumplir la mayoría de edad.

El “Güero” Velasco, como es mayormente conocido, tuvo su primera aparición en la escena pública durante la campaña del priista Sami David David, entonces candidato a la gubernatura. Pero al concluir estas elecciones, las del 2000, en las que el PRI perdió el Gobierno del Estado, Velasco emprendió su carrera política, llena de dinamismo, trabajo político a ras de suelo, caminando con la gente y tomando como estandartes las causas del Partido Verde.

Así, en 2001 se convirtió en diputado local, ganando con ello el primer escaño para el PVEM en Chiapas. A partir de ese instante este partido de reciente creación comenzó a visualizarse como una opción política entre las distintas instituciones que se disputaban el poder en el estado.

Velasco Coello fue por muchos años el máximo promotor del partido, y bajo la acción política orientada a impulsar el desarrollo sustentable ganó muchos adeptos que se fueron sumando a las filas del Verde Ecologista.

En las elecciones presidenciales de 2012, el PVEM alcanzó la más alta votación de su historia, con más de tres millones de sufragios a su favor. Pero de ese total, un millón 373 mil 980 votos fueron para Manuel Velasco, que ganó la gubernatura de Chiapas, la primera y la única en la historia del partido, además de siete senadores y 28 diputados federales.

Después de eso, el Verde tuvo otros dirigentes, todos del círculo más compacto de su fundador y hoy senador de la República. Entre ellos, Eduardo Ramírez Aguilar, Fernando Castellanos, Eduardo Zenteno y Roberto Rubio, quienes le dieron continuidad a las acciones y programas partidistas, por las que el instituto pasó a ser la primera fuerza política en Chiapas.

Cuando Valeria Santiago asume la dirigencia estatal en 2020, ya encontró la mesa puesta. Así que no puede presumir que por ella el Partido Verde ganó el mayor número de alcaldías durante las elecciones recientes y que sea el segundo partido con el mayor número de votos obtenidos. Porque antes de su cuestionable arribo al liderazgo hay mucho trabajo político y mucho camino recorrido, que construyeron una de las estructuras más poderosas política y electoralmente hablando.

FRIVOLIDAD Y DESPOTISMO

Por otro lado, parece que ya se olvidó de que ella surgió en la administración pasada, siendo delegada regional de la zona Altos del DIF en Chiapas y, peor todavía, que su nombramiento como presidenta estatal del partido fue por acuerdos soterrados entre los miembros de la cúpula, es decir, por dedazo y no por decisión de las bases partidistas y menos todavía por méritos personales.

Dada su enorme egolatría, vale preguntar ¿de qué se vanagloria? ¿De tener una carrera hecha al vapor? ¿De ser diputada federal por la vía plurinominal? Además, ¿cuáles son sus aportes después de dos periodos como legisladora local y lo que lleva en la actual legislatura en el Congreso de la Unión? A la verdad, ninguno.

Lo único que se le recuerda tras su paso por el parlamento chiapaneco son sus disputas con las mujeres y su lucha permanente con la exdiputada Elizabeth Bonilla, que a diferencia de ella sí era públicamente reconocida. Por desgracia esas disputas no estuvieron en el terreno del debate político, sino en el de la frivolidad. Valeria Santiago competía por quién era la más bonita, quién tenía el mejor vestido, el mejor bolso y las mejores zapatillas.

En el proceso electoral anterior, los pvemistas se quejaron de que nunca los apoyó, que nunca les compartió un solo peso y que nunca dejó ver su respaldo a los candidatos, salvo con sus incondicionales.

No es todo. Dicen que las millonarias prerrogativas que recibe el organismo por financiamiento público las despilfarra en su vida de lujos y mejorando su guardarropa en tiendas exclusivas de las principales plazas comerciales de la Ciudad de México.

Otra pregunta: ¿para qué le ha servido la dirigencia estatal?

Según algunos militantes, quienes ya no soportan sus desplantes de superioridad, nada más para ver por ella y sus allegados. Por ejemplo, hay denuncias de que diversas empresas contratistas le reportan utilidades por las obras que obtienen en municipios gobernados por el Verde y que en los comicios de 2021 benefició a toda su parentela metiéndola en la nómina del Ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas.

¿REMOCIÓN?

Ante este panorama, tienen razón los cuadros que ya han solicitado a la dirigencia nacional la remoción de Valeria Santiago, pues su liderazgo además de hueco, sin ideas y frívolo, está poniendo en riesgo una de las estructuras partidistas más sólidas y exitosas que se hayan construido durante las dos últimas décadas en el estado, estructura que de no ser por el acompañamiento de uno que otro político de peso ya hubiera acabado en el bote de la basura.

Si el Verde no quiere terminar recogiendo en pedazos al partido, tiene que poner atención en lo que está sucediendo en Chiapas. Sobre todo, ahora que Santiago Barrientos está queriéndose asumir como una política que se hizo a sí misma, sin la ayuda de nadie, lo cual deja en entredicho su lealtad.

Jorge Emilio González Martínez, quien se ha ostentado como dueño de la franquicia, nunca la ha volteado a ver, ¿lo hará ahora ante el griterío de los verdes o dejará que Valeria Santiago siga como hasta ahora haciendo del PVEM un botín para alimentar su egolatría y culto a la personalidad?

@_MarioCaballero

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