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Opinión y propuesta

Mtro. Andrés Vázquez López

Estimado lector, en esta ocasión te hablaré de dos hombres que se aman. Ambos profesionistas, a su manera han logrado entender y aceptar su homosexualidad/bisexualidad y así decidieron tener una relación. Las cosas fueron más o menos bien durante los poco menos de tres meses que duró la experiencia. Uno de ellos, impulsaba para que la relación creciera. Demostrando su afecto, a veces con caricias, a veces con detalles, incluso algunos muy privados y sutiles como mensajes de “Buenos días” o de “Buenas noches” a través del WhatsApp. El otro, más discreto y temeroso, funcionaba de freno a su pareja, explicándole por qué debían irse despacio. Razones de peso algunas, otras no tanto. Durante esos días felices y pese a sus diferentes enfoques, ambos encontraron tiempo, aunque fuera sólo por un rato, y se veían para caminar por su rumbo, con la consigna de no platicar de los vaivenes diarios de sus trabajos, sino más bien para pasar el rato juntos. También tuvieron oportunidad, de irse a desayunar o a comer. Todo podría parecer que iba muy bien, una relación normal, no exenta de pequeños traspiés.

Pero las cosas comenzaron a fallar cuando uno de ellos pujaba porque la relación creciera. Aceptando las razones y condiciones de su pareja, impulsaba a que en la medida de sus posibilidades y sin dejar de lado sus respectivos compromisos personales, familiares, laborales y demás; salieran juntos a más lugares. Pero el otro se resistía cada vez más. Y por fin la situación hizo crisis.

El más reservado de ambos le hizo saber a su pareja que “No estaba listo para que los vieran juntos en público”. Y a partir de ahí, las pláticas se convirtieron en discusiones. Uno alegaba que no podría tolerar la opinión “de la gente”, lo que digan “los demás”, si se iban enterando de su relación. El otro le trataba de hacer ver que no estaban haciendo nada malo. Que eran dos hombres adultos con una relación con la cual no hacían daño a nadie. Intentaba explicarle que había opiniones de personas importantes que en su momento tendrían que considerar, como por ejemplo los padres de ambos. Pero que había opiniones de muchos Don Nadie, que no tenían la menor importancia. Sin embargo, ese fue el punto de quiebre y la diferencia de expectativa sobre su relación, sobre si mantenerla en secreto o irla haciendo pública, les resultó insuperable.

Hoy ya no son pareja. Y es en este punto, amable Lector, donde vale la pena reflexionar sobre las opiniones que emitimos como sociedad, acerca de la vida privada de las personas. En nuestra opinión, ésta tiene por límite el respeto a la voluntad de los involucrados y la no afectación a terceros. Fuera de ello, todo lo que pase entre dos personas, sean del sexo que sean, no es de la incumbencia de nadie más que de ellos mismos. Pero desafortunadamente, hoy persisten las opiniones negativas y dañinas sobre la vida íntima de las personas, máxime de las homosexuales; lo cual demuestra nuestra profunda ignorancia. Este relato, además, nos da un pequeño panorama de cuán destructivas pueden ser esas opiniones, capaces de regresar al confinamiento del clóset a personas buenas, que no desean nada más, que ser felices con su pareja, igual que todos. Ojalá que autoridades y sociedad tomemos cartas más serias en el asunto, para ir desterrando éstas y todas las expresiones homofóbicas que nos permitan ser una sociedad segura, respetuosa y tolerante para todos. Ojalá que sí.

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1 Comentario

  • Alejandra E 28 de octubre de 2022

    Es lamentable que en estos días, por miedo al rechazo o a la violencia, muchas parejas del mismo sexo no puedan disfrutar totalmente de su relación y tengan que estar escondiéndose como si hicieran algo malo, el camino aún es largo, a pesar de que son muchos los colectivos que siguen luchando por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT+, la realidad es que por todo el mundo la homofobia genera muertes a través de los crímenes de odio.

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