Puntos Fiscales
José Luis León robles
Muy buenos días distinguidos lectores, después de unas elecciones atípicas para elegir a Jueces y Magistrados Federales, es claro que tendremos de hoy en adelante a otro grupo de políticos llamados jueces y magistrados federales, y si usted se pregunta cuando tendremos los resultados definitivos, sin duda alguna el conteo está programado para concluir el próximo 15 de junio. Hasta entonces se publicarán los nombres de los nuevos jueces del país tras unas elecciones también marcadas por la controversia. Y es que los ciudadanos fueron convocados por primera vez a elegir los magistrados en las urnas y no por méritos de carrera, tras la cuestionada reforma impulsada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, que fue respaldada por la actual mandataria, Claudia Sheinbaum. Pero que pasa ahora que los jueces están inmersos en la política, bailando desde tik tok hasta haciendo campañas como políticos carroñeros. Las relaciones entre jueces y la política pueden analizarse desde numerosos puntos de vista. Dado que no es posible agotar en este texto un campo de argumentos tan complejo, desarrollaré algunas consideraciones teniendo como punto de partida definiciones específicas de los dos términos, «jueces» y «política». Por «jueces» entiendo, al menos en este contexto y haciendo de lado alguna excepción los jueces en su conjunto, o sea el poder judicial entendido en su conjunto, o bien la jurisdicción como sector o franja de la organización del Estado. Entiendo la «política» no como concepto abstracto o como actividad sino en forma mucho más específica y concreta como «poder político», cualquiera que sea el modo institucional o extrainstitucional en el que se ejerza. De esta forma, el objeto de mi exposición resulta en cierta medida más limitado y ello me permite realizar alguna consideración no excesivamente vaga: se trata, de hecho, de tomar en consideración las relaciones entre la magistratura y el poder político. Sin embargo, incluso estas relaciones pueden analizarse desde una pluralidad de perspectivas que no puedo afrontar en este espacio con pretensiones de exhaustividad. El segundo aspecto, el de la dialéctica, alude a la que considero como la fisiología inevitable de las relaciones entre jueces y política, o sea una relación que también puede ser de conflicto pero que no puede implicar el sometimiento de los jueces a la política ni el sometimiento de la política a las decisiones del poder judicial. Cuando el juez realiza a cabalidad su función de intérprete del derecho, decidiendo elecciones de valor y por lo tanto asumiendo un papel (en sentido amplio) político, es natural que se verifiquen diferencias, y con frecuencia también fuertes conflictos, entre las directrices de la magistratura y las elecciones adoptadas por el poder político. El juez que realiza correctamente su función en los hechos tiende a orientar su actividad considerando los principios fundamentales que están expresados en las cartas constitucionales o, como sea, aquellos principios que son comúnmente aceptados en la cultura y en la conciencia social. Es posible observar que en estos tiempos todos los juzgadores estarán a modo o en línea de la 4 T, esto implica que no hay ni habrá resoluciones que busquen la verdad de la justicia, sino que quieran quedar bien con el poder, y es que con esto no quiero decir que dejemos de creer en la justicia, sino que seamos más objetivos y empecemos a cambiar nuestra visión y percepción sin apasionamiento político. Habrá ministros y Jueces federales sin carrera judicial, tal vez lo único rescatable de toda esta utopía de la reforma judicial es que habrá un ministro indígena, o sea algo así como el Benito Juárez Contemporáneo. Espero que este tema haya sido de su interés, y si el creador nos lo permite, nos estaremos leyendo la siguiente semana en esta su columna.