Razones
Jorge Fernández Menéndez
“Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”, decía Groucho Marx. Y parece que en la 4T hay muchos marxistas de la corriente Groucho. Hay en estos días historias que resultan hasta divertidas.
Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa de Andrés Manuel López Obrador se presentó el jueves pasado al consulado de España en la ciudad de México, a eso de las 10.30 de la mañana, para tramitar la nacionalidad española. Beatriz tiene todo el derecho a hacerlo porque es descendiente de españoles. Pero la ex primera dama no es una ciudadana mexicana cualquiera que quiere adquirir una segunda nacionalidad: es la corresponsable, junto con López Obrador, de que como país hayan provocado un notable deterioro en la relación con España exigiendo disculpas públicas de la corona española por lo sucedido hace más de 500 años durante la llegada de Cortés a lo que ahora es el territorio mexicano. Es como si Francia le exigiera una disculpa pública a Italia por las masacres que perpetró Julio César en las Galias, hace dos mil años.
Desde entonces una y otra vez se ha lastimado la relación con España, tanto con el gobierno como con la corona, una corona a la que Gutiérrez Müller le tendra que declarar su obediencia y fidelidad en cuanto reciba la nacionalidad de ese país.
Es una más de las enormes inconsistencias que se tuvieron durante el gobierno de López Obrador, que se cruzan con muchas otras y que se siguen respaldando en la actual administración, por lo menos en este ámbito. Seguimos teniendo un conflicto con España, que es uno de nuestros más importantes socios comerciales, que tiene inversiones millonarias en nuestro país, que podría ser especialmente útil para refrendar los lazos con la Unión Europea en estos tiempos de torbellinos trumpistas. La renovación del tratado comercial con la Unión Europea está detenida precisamente por esa relación lastimada con España y con otros países europeos que devienen de los reclamos históricos que realizaron Andrés Manuel y Beatriz, incluso con el Vaticano.
No sabemos cuál es la situación familiar de la señora Gutiérrez Müller, pero ella sigue teniendo peso importante en la Secretaría de Educación Pública, con el equipo de Marx Arteaga y otros que defienden la posición histórica de López Obrador y Beatriz hasta en los libros de texto gratuito. Dicen que quizás Beatriz por razones familiares quiere dejar el país: puede ser, pero no necesita adoptar para eso la nacionalidad española. Y si lo hace se tendrá que desdecir de sus declaraciones anteriores. Es una más de las inconsistencias del lopezobradorismo que por caprichos personales, que vemos ahora que tampoco eran tan sólidos, han hecho mucho daño al país.
El enemigo favorito de la 4T esta semana ha sido el ex presidente Ernesto Zedillo y desde el más alto nivel del gobierno se ha reclamado al ex mandatario desde su pensión del Banco de México (legítima, allí trabajó varios años) hasta el Fobaproa, un instrumento controvertido pero que salvó el sistema de pagos de México en medio de la brutal crisis de 1995. Pero resulta que los vasos comunicantes de la actual administración con el gobierno de Zedillo son demasiados.
Nuestro embajador en Washington, Esteban Moctezuma era en esas fechas secretario de Gobernación del gobierno de Zedillo, y no es verdad que Zedillo y Moctezuma fueron indiferentes a la masacre, por ejemplo, de Aguas Blancas: quitaron de la gubernatura al impresentable gobernador Rubén Figueroa y persiguieron penalmente a los responsables. Acteal, una masacre compleja que tuvo múltiples protagonistas, le costó el puesto a Emilio Chuayffet, entonces secretario de Gobernación, y presunto precandidato presidencial priista. Dicen que Esteban fue el que permitió que los vídeos de Aguas Blancas llegaran a nuestro fallecido amigo Ricardo Rocha que fue el que los divulgó en televisión nacional; y que antes había sido el vehículo para que le llegara a López Obrador la información sobre los gastos de la campaña de Roberto Madrazo, lo que determinó la ruptura de Zedillo con buena parte del priismo.
Juan Ramón de la Fuente, fue un buen secretario de salud con Zedillo, cuando había medicinas, los institutos de salud eran sinónimo de excelencia y el sistema nacional de vacunación era el mejor de América Latina. Y hay muchos más: Ignacio Mier, entonces diputado priista votó a favor del Fobaproa. Ricardo Monreal era un destacado legislador del tricolor que también apoyó el Fobaproa, Adán Augusto López era también entonces priista, como casi todos los integrantes de Morena que vienen de ese partido.
Pero, además, como ya hemos dicho, Andrés Manuel López Obrador no hubiera llegado a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, por lo menos no en el año 2000, si no hubiera sido por el propio Zedillo, ya que el presidente operó a través de su gente para que se aprobara la candidatura de López Obrador, del entonces PRD, en la ciudad de México, cuando no cumplía con los requisitos de residencia (cinco años) ya que había sido candidato a Tabasco apenas dos años. Antes, en 1997 había abierto la jefatura de gobierno de la ciudad de México a elecciones y había ganado el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Por cierto, regresando al ex presidente: ¿no sería justo saber dónde y cómo vive López Obrador, en qué se transporta, ¿quién sustenta sus gastos y su protección, los suyos y los de su familia? No digo que no la deba tener, como debería tenerla cualquier otro ex presidente, pero que haya una mínima claridad al respecto.