Jorge Fernández Menéndez
Razones
Tengo respeto y amistad con mi colega Ricardo Raphael que está promocionando con éxito su libro Fabricación sobre el caso Wallace, el secuestro del joven Hugo, y la labor desarrollada por su madre, Isabel Miranda, recientemente fallecida. Ricardo considera que todo fue un invento concebido por Isabel, yo no. Con Ricardo desde hace mucho tiempo ambos sabemos y lo hemos platicado muchas veces que tenemos visiones muy diferentes sobre el caso, sobre la labor y la persona de Isabel Miranda e incluso sobre la responsabilidad de las personas detenidas desde hace 19 años por ese delito. Y siempre dijimos que nos íbamos a mantener respetuosos con esas posiciones divergentes sobre una misma historia.
Pero escucho en un tuit de W Radio, y lo ha dicho en otros ámbitos, que Ricardo dice que los periodistas que fuimos amigos y trabajamos muchos temas de derechos humanos y secuestros con Isabel Miranda, “callamos a sabiendas” que lo que decía Isabel era falso. Somos varios los que lo hemos hecho, incluso en estas páginas: un servidor, Ciro, Pascal, Garfias, Ivonne. En otros medios muchísimos más. Descalificar a todos los que tengan otra opinión no me parece legítimo, como nunca he descalificado el trabajo de Ricardo, esté o no de acuerdo con él.
Y perdón Ricardo, pero no callamos. En nuestro caso trabajamos los temas de secuestros como muy pocos, conocimos en profundidad el tema del secuestro y asesinato de Hugo Wallace y en lo personal estoy convencido de que los acusados sí participaron en esos hechos.
Juan Hilda González no fue liberada, como ocurrió en su momento con Florence Cassez, porque fuera inocentes. En el caso de Cassez fue porque se había montado una acción para televisión durante su detención y eso, decidieron en la Corte, invalidaba todo el proceso. En el caso de los secuestradores de Hugo, es liberada Juan Hilda y probablemente todos los demás, porque se argumenta que hubo tortura, basado en el testimonio de las víctimas y con claroscuros en los protocolos de Estambul porque la denuncia la hicieron varios años después de ser detenidas.
Por la presunta tortura se decidió que se invalidaba todo el proceso y quedó en libertad. Con el exministro Arturo Zaldívar, que es el impulsor de las liberaciones en ambos casos, el de Cassez y el de Juan Hilda, muchas veces discutimos sobre estos temas. Mi posición siempre fue y es que si hay irregularidades que obligan a anular ciertas pruebas no se puede anular todo el proceso, se quitan del expediente y se reencauza la investigación con las pruebas supervivientes, o se reinicia el mismo de cero. Zaldívar, y otros ministros, pero no todos, como vimos en el caso Cassez y ahora con el de Juan Hilda, consideran que eso es suficiente para una anulación total del caso y la liberación de los detenidos, aunque existan otras pruebas que demuestran su participación en ese delito.
El mismo argumento se utilizó por la pasada administración en el caso Ayotzinapa, fueron liberados uno tras otro todos los sicarios que, años después de haber sido detenidos argumentaron que habían sido torturados. Ellos están en libertad y Tomás Zerón, acusado de tortura, terminó refugiado en Israel. Lo cierto es que esos sicarios reconvertidos en testigos protegidos, lo único que hicieron fue inventar fábulas que nunca pudieron comprobar, como que los jóvenes habían sido secuestrados por militares e incinerados en un lugar donde no hay hornos crematorios. Esos criminales siguieron con su actividad impunes. Uno de ellos, sicario confeso sobre la muerte de los jóvenes, El Pato, Patricio Reyes Landa, uno de los principales sicarios que llevaron a un grupo de 19 jóvenes al basurero de Cocula, los mataron y asesinaron, según su propio testimonio que tuvimos desde hace años en el programa Todo Personal, fue muerto por un comando en su domicilio en Jilotepec, Morelos: seguía siendo parte del mismo grupo criminal. El que sigue en prisión domiciliaria, por este caso es Jesús Murillo Karam, sin una solo prueba en su contra.
En el caso Wallace investigamos y trabajamos durante años ese secuestro y asesinato. Llegamos a conclusiones distintas a las que exhibe Ricardo en su libro. Isabel Miranda, controvertida, muchas veces exagerada, pasional, contribuyó con cientos de personas en la lucha contra el secuestro, creó organizaciones que tuvieron notable efecto en la sociedad como Alto al Secuestro y con Alejandro Martí y otros fundó SOS. Me consta la forma en que ayudó a decenas de víctimas.
No callamos ni miramos para otro lado, estimado Ricardo. No creo que los liberados en el caso Wallace sean inocentes, pero la justicia, que no siempre es ciega, ya ha tomado su decisión. Hay que respetarla. Lo que sí me parece inconcebible es que se insista y especule con que Hugo Wallace e Isabel Miranda están, en realidad, vivos. Eso es un sinsentido total.