Tania Selvas / Edén Gómez
Marco Alvarado / José Salazar
Edición: Francisco Mendoza
Diseño: Luis Méndez / Diario de Chiapas
En una casa discreta de Tuxtla Gutiérrez, una artista trabaja en silencio; sobre su mesa, bajo la luz de una lámpara dirigida con precisión, un pequeño cuerpo de silicona cobra vida lentamente.
No es un juguete cualquiera, tiene pestañas implantadas una por una, venas pintadas a mano, arrugas en los dedos y una expresión facial tan real que, por un momento, cuesta distinguir si respira. Son los “bebés reborn”, una tendencia global que ha llegado al sur de México con fuerza, aunque en voz baja, como todo lo que remueve fibras sensibles.
Estos muñecos hiperrealistas —también conocidos como bebés realistas o bebés “reborn”— están generando una nueva forma de experimentar la infancia, la maternidad simbólica y, para muchos, incluso el duelo. Representan una evolución asombrosa de los muñecos que alguna vez conocimos: aquellos de plástico duro, de miradas vacías y cuerpos ligeros. Ahora, la industria del realismo ha llegado a tal punto que estos muñecos no solo se ven como un recién nacido, también pesan lo mismo, tienen cabello humano, perforaciones para aretes, e incluso pueden oler como un bebé.
En redes sociales, especialmente en plataformas como TikTok e Instagram, los bebés “reborn” han capturado la atención de millones de usuarios. Algunos los compran por curiosidad, otros para sus hijos pequeños como un regalo especial, pero hay quienes los adquieren como una forma de llenar un vacío emocional: madres que han perdido un hijo, personas que no pudieron tener hijos, adultos mayores que buscan compañía. No es raro que un muñeco “reborn” se convierta en un objeto profundamente personal, casi sagrado.
“Cada uno tiene una historia detrás”, dice Ángela, la artista tuxtleca que lleva años creando estas piezas.
“Hay quienes me piden que les haga uno con las características de su hijo fallecido. Otros me mandan fotos de cuando eran bebés para que les haga uno a su imagen. No es un trabajo fácil. Hay mucho detrás de cada encargo”.
El proceso de creación es meticuloso y puede durar varios meses. Todo inicia con un molde básico de silicona o vinilo que se transforma gradualmente en un bebé gracias a múltiples capas de pintura especial, injertos de cabello natural, ojos de vidrio soplado y detalles como la pigmentación de la piel o los pliegues de las manos. Cada muñeco es único, irrepetible. “No hay “reborn” igual a otro, porque cada cliente quiere algo distinto. Algunos los quieren dormidos, otros con cierta expresión, algunos me piden una sonrisa, otros una mueca de llanto”, cuenta Ángela.
En Tuxtla, quienes desean adquirir uno deben hacerlo por encargo. La artista no expone su trabajo públicamente ni tiene tienda física. “La entrega es privada, muy íntima; a veces me piden que solo puedan asistir dos personas, como si fuera la entrega de un recién nacido”, comenta.
Aunque la tendencia ha crecido, aún se mantiene como una especie de culto discreto: sus compradores no suelen mostrarlos abiertamente, y sólo comparten la experiencia con personas de confianza.
Los precios varían. En plataformas de compra en línea como Mercado Libre o Etsy, los precios pueden ir desde los 5 mil hasta los 25 mil pesos o más, dependiendo del nivel de realismo. Cuanto más parecido a un bebé real, más caro. Hay ediciones limitadas, accesorios personalizados y hasta certificados de nacimiento simbólicos. Algunos llegan a costar lo que un automóvil usado.
Pero más allá del precio, los bebés “reborn” abren un debate emocional y psicológico ¿Qué representan para quienes los adquieren? ¿Es arte, terapia, moda o sustitución emocional? “No todos entienden este mundo. Algunos se burlan, otros se asustan, y otros simplemente no saben cómo reaccionar”, dice Ángela. “Pero cuando alguien te abraza llorando porque siente que volvió a tener en brazos a su hijo perdido, te das cuenta de que esto va más allá de lo estético. Es profundamente humano”.
Precisamente, esa híper realidad lo que genera reacciones encontradas. Para algunos es fascinante, para otros, perturbador. En centros de terapia emocional en otros países, como Estados Unidos y España, los bebés “reborn” ya son utilizados como parte de tratamientos para personas con Alzheimer, depresión o trastornos de ansiedad. En México, aún es un terreno poco explorado, pero su impacto comienza a notarse.
A pesar de que la creación de estos muñecos requiere habilidades artísticas avanzadas y una inversión considerable de tiempo y materiales, Ángela no ha logrado aún convertir esta pasión en un ingreso constante. “Es un trabajo artesanal, muy solitario, y el mercado es pequeño, porque no todos están dispuestos a pagar lo que realmente cuesta. Pero quienes lo valoran, regresan, a veces piden un segundo bebé, o me recomiendan con alguien que también busca algo especial”, explica.
En un mundo donde la tecnología avanza y la realidad virtual ocupa cada vez más espacios, estos bebés hiperrealistas nos recuerdan que lo tangible, lo físico y lo emocional todavía tienen un lugar. Un lugar donde los muñecos dejan de ser solo juguetes y se convierten en símbolos de afecto, recuerdo, consuelo o arte. Un lugar donde la ternura y el asombro coexisten con lo inquietante; un lugar donde, sin duda, no todos pueden entrar.
Bebés reborn en terapias
Surgidos en Alemania al término de la Segunda Guerra Mundial, estos bebés “reborn” comenzaron siendo aplicados en terapias destinadas a pacientes con Alzheimer y depresión, pasado a ser un acompañamiento para las familias que han perdido un bebé durante su gestación o de recién nacidos en la actualidad. Sin embargo, hay una línea delgada entre una terapia para superar el duelo y el apego excesivo que no les permita aceptar la realidad, explicó Karly Mont, tanatóloga.
“Son factibles en una terapia tal vez de duelo, si se lleva a cabo en una terapia acompañada pero muy estricta porque estos bebés “reborn” no pueden venir a suplantar lo que era tu bebé, mucho menos lo que ahora se ve con los genes para que sean más idénticos, ya no entra de lo que pueda ser un duelo sano, porque ese bebé ya no va ser igual ni con un muñeco ni con nada”.
Esta terapia, que hasta ahora no se tiene registro en Chiapas que haya sido solicitada, indicó la especialista que es controversial, debido a que se han presentado casos en otros países, que por no tener acompañamiento correcto se han salido de control.
“Terapéuticamente no deben estar más de seis meses con los papás, mucho menos que así cómo está la tecnología, que vayan creciendo. Y si no se aplica adecuadamente van a querer que sigan creciendo porque el sentimiento de duelo no está sanando y quieren tener nuevas expectativas”.
Con estos antecedentes, señaló que los bebés “reborn” no es como la mejor opción para trabajar el duelo por la pérdida perinatal, optando por trabajar con un esquema desapego que inicia con la creación de una cajita de recuerdos.
“Una cajita que tenga los ultrasonidos desde el primer mes, asignarle un nombre desde inicio, que los ginecólogos nombren desde un principio a su paciente. Para que en caso de que llegue a haber una pérdida, los papás sientan que tuvieron eso, que ese ser fue de ellos y que sí existió”.
En caso de optar por el uso de los bebés “reborn”, consideró que lo ideal sería ser acompañado tanto por un terapeuta como por un siquiatra para poder trabajar el duelo de manera correcta.
El duelo por la pérdida de un bebé, ya sea durante el proceso de gestación o de recién nacidos, nombrada como pérdida perinatal, es considerado como uno de los duelos más complejos porque la mayoría de las veces es invisible por no tener recuerdos o un cuerpo a quien llorarle.
En el aspecto tanatológico
En lo que respecta a tratamientos de tanatología, en este proceso de pérdida no es nada recomendable que se utilicen estos muñecos como sustitutos, es decir que se cambie al bebé fallecido y se supla por un muñeco ya que traería doble repercusión.
En la actualidad, los muñecos surrealistas, han tenido un incremento en cuanto a solicitud por diversos sectores sociales, unos por colección, otros por tabú, e incluso se ha hablado que podrían servir como tratamiento psicológico.
En boga circula que pueden servir como sustitutos de alguna pérdida humana, es decir para parejas que han perdido a su bebé, situación que he llamado la atención y ha generado cierta polémica.
Al respecto la tanatóloga, Leslie Alvarado Nazar, nos brindó su opinión señalando que este tipo de artículos pueden ser utilizados como objetos de transición más no objetos sustitutos.
En lo que respecta a tratamientos de tanatología en este proceso de pérdida, no es nada recomendable que se utilicen estos muñecos como sustitutos, es decir que se cambie al bebé fallecido y se supla por un muñeco ya que traería doble repercusión.
“Un objeto de transición podría servir, pero no para quedarse como un objeto en el que vamos a sustituir a un bebé, por ejemplo, con ese muñeco de transición me refiero a que estamos procesando y aceptando la pérdida con eso vamos a hacer algún rito o despedida simbólica; no tanto como para hacer un intercambio de no estar y poner a un muñeco en su lugar porque no es saludable, ya que costaría un poco más el procesar ese duelo”.
En este sentido, refirió que las opciones y alternativas que se tienen con algún tipo de artículo de transición es que llegue un punto en el que pueda haber una despedida o se tenga la realización de una caja de recuerdos que permita iniciar un desapego, en este caso del ser fallecido, sin embargo, reiteró que en tratamientos de personas que han perdido algún bebé no es recomendable utilizar este tipo de muñecos surrealistas para suplir su pérdida.
Una forma de colección
No se trata de un juguete común ni de una muñeca tradicional; se les consideran objetos artísticos, sorprendentemente hiperrealistas, que son adquiridos principalmente por personas adultas, creando una comunidad de coleccionistas.
Incluso sitios especializados en su comercialización, como “LadyBug”, cuentan con recomendaciones específicas para el cuidado de estas piezas, de acuerdo con el material de elaboración, enfatizando las características únicas de estos bebés, cuyo realismo puede hacer que más de una persona crea estar frente a un recién nacido con vida.
Ahora bien, el uso de estos bebés por parte de los menores se asocia con una posibilidad de vinculación y apreciación por el cuidado, fomentado la realización de actividades, así como el proceso motor.
Mientras que, para los adultos mayores, se ha empleado como una forma de colección que brinda compañía y resulta reconfortante.