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A casi 40 años de las erupciones del volcán Chichonal

  • José Espinosa Sánchez asegura que el pueblo zoque sigue resistiendo

Ramiro Gómez / Corresponsal Diario de Chiapas

Copainalá, Chiapas.- ¿Qué ha significado la vida de los pueblos estos 40 años de transformaciones? ¿Qué ha ocurrido con la vida productiva, con la cultura, el uso de la lengua? ¿Qué está pasando con el territorio: los recursos naturales y el agua? ¿Qué sucede con la ganadería 40 años después? ¿Qué está pasando en aquellos lugares donde hace 40 años sembraban maíz, frijol, cacao, café?, y 40 años después casi exclusivamente desarrollan una actividad ganadera que ha afectado la calidad de la tierra, la capacidad de la regeneración ¿Qué está pasando con los derechos de los pueblos?, cuestiona el director del Centro Coordinador de los Pueblos Indígenas –ubicado en Copainalá – el antropólogo José Espinosa Sánchez.

En marzo de este año cumplen los 40 años de las erupciones del volcán Chichonal que despertó con toda su furia para despedazar a pobladores cercanas de los municipios de Chapultenango y Francisco León principalmente, una tragedia que nadie se imaginó la magnitud que alcanzaría para desplazar a miles de zoques en aquella noche del 28 de marzo de 1982, en la que muchas personas que huyeron en la oscuridad cayeron en el abismo y los sobrevivientes creyeron que era el fin del mundo.

En el libro “Los zoques del volcán” del antropólogo Laureano Reyes Gómez, menciona que fueron más de dos mil personas de Francisco León que quedaron enterradas bajo las cenizas. De acuerdo a las informaciones obtenidas a través de entrevistas en años anteriores, los pobladores platican que en el lugar, por las noches se escuchan llantos, lamentos y también como si el cerro “volviera a tronar”.

Espinosa Sánchez expresa que a pesar de estos embates de los fenómenos naturales, los zoques siguen luchando, resistiendo, defendiendo a la madre tierra, por ello en este año 2022, deben ser motivos de reflexión profunda sobre el devenir de la cultura y de los pueblos, la única cultura no mayense, una de las más antiguas de las que persisten en el estado. Hace 40 años vio cambiado su rostro, su fisonomía, no solamente por las erupciones del volcán Chichonal, sino también por la construcción de las hidroeléctricas en territorio zoque que nunca fueron consultados por políticas de integración, despojo, de desarrollo a costa de los recursos naturales de los pueblos zoques de Osumacinta, Chicoasén, Raudales Malpaso hoy municipio de Mezcalapa y Ostuacán.

Ante esta situación, Espinosa Sánchez, desde Copainalá, invitó a las autoridades regionales reunirse para recordar, rememorar y repensar no solamente del pasado, sino también el presente y hacía donde quieren caminar, así mismo remarcó que las preguntas hechas en esta entrevista deben conducir a una respuesta sobre el estado actual, los diversos procesos de luchas y transformaciones que han enfrentado en la salud, comunicación, la lengua, cultura, educación, entre otros temas. Y que estos permitan un replanteamiento de las políticas públicas incluyentes que respondan las necesidades de los pueblos zoques.

“Hacemos un llamado para que los municipios de la región puedan en sus agendas locales, municipales, generar esta idea de trabajo en conjunto”, finalizó José Espinosa Sánchez, director del Centro Coordinador de los Pueblos Indígenas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).

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