Ramiro Gómez / Corresponsal
Desde hace 16 años, Yaneli Hernández Pérez, originaria de Coapilla, junto a su esposo, oriundo de San Cristóbal de las Casas, no ha faltado ni una sola vez a la tradicional fiesta patronal de San Vicente Ferrer en el pueblo mágico de Copainalá, que se realiza del 5 al 10 de mayo de cada año. Durante ocho días, esta pareja se dedica con esmero a la venta de una variedad de dulces típicos que endulzan el corazón de los visitantes y dan sabor a esta celebración.
Hernández Pérez comparte con orgullo que esta labor es una herencia familiar, ya que fue su suegra quien, hace más de 40 años, comenzó a visitar el municipio para ofrecer sus dulces. Hoy en día, son ellos quienes dan continuidad a esta tradición con entusiasmo y dedicación.
Con una sonrisa comenta que, aunque en los primeros días de la fiesta las ventas no han repuntado como esperaban, mantiene la esperanza de que en los próximos días logren generar buenas ganancias, pues los asistentes a la festividad suelen aumentar hacia el final de la celebración.
Los visitantes pueden degustar el chilacayote, higo, camote, cajetas, confites, cocadas de colores, pan tostado típico de San Cristóbal de las Casas y una variada selección de dulces poblanos. Según Hernández Pérez, uno de los más vendidos es el camote, seguido del chilacayote, la cajeta, los confites y las cocadas de vivos colores.
Además, señaló que la mayoría de los vendedores de dulces que participan en esta fiesta provienen de San Cristóbal de las Casas, aunque también hay comerciantes que llegan desde otros municipios como lo son Tapilula y Coapilla.
Hernández Pérez afirmó que esta tradición ya forma parte esencial de la fiesta de San Vicente Ferrer, pues no solo aporta un delicioso sabor, también colorido y aroma que engalanan esta festividad tan representativa para el pueblo mágico de Copainalá
