El Heraldo de México / Mariana Otero
La Península de Yucatán es la cuna de un tesoro único en el mundo que representa una oportunidad invaluable para el desarrollo económico y social de miles de familias y el posicionamiento de México como líder mundial en alimentos premium: la miel melipona.
Esta miel es parte de la riqueza cultural y de biodiversidad de la zona, por tratarse de alimento con propiedades nutricionales y medicinales superiores que la distinguen de la miel convencional, de ahí que impulsar su producción, consumo y exportación tendría múltiples beneficios sociales y económicos para sus productores y para el sector agroalimentario del país.
La miel melipona es producida por abejas sin aguijón, tiene un valor nutritivo más elevado que el de la miel regular, derivado de su alto contenido de antioxidantes, vitaminas y minerales.
Desde tiempos prehispánicos se ha utilizado en la medicina tradicional maya por sus propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y cicatrizantes, mientras que en la actualidad algunos estudios destacan su potencial en el tratamiento de enfermedades gastrointestinales, infecciones y cuidado de la piel, lo que la convierte en un producto altamente deseado en mercados de alimentos funcionales y cosméticos naturales.
De acuerdo a datos oficiales, la producción de miel melipona se practica en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas por más de 10 mil familias y, en su mayoría se trata de mujeres jefas de familia que se dedican a esta actividad.
A pesar de tratarse de un producto alimentario de alto valor, el mercado de la miel melipona enfrenta desafíos como la falta de infraestructura, comercialización limitada y competencia desleal de mieles adulteradas, generalmente provenientes de China, con lo que México está limitado para posicionarse como líder en alimentos de alta calidad, a través del fortalecimiento de su producción y de impulsar su exportación a mayor escala.
Hay voces en la industria que proponen que la miel melipona cuente con la Denominación de Origen, a fin de garantizar su autenticidad, preservar la técnica tradicional para su producción y proteger a los productores de la piratería y las prácticas desleales en el comercio internacional.
Sin duda, contar con una Denominación de Origen sería la puerta para abrir mercados internacionales de productos premium.