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Gerardo Gamba

Un artículo publicado el 10 de marzo en la revista The Lancet muestra un análisis que plantea una idea más cercana sobre la verdadera mortalidad por COVID. Se trata de un estudio muy extenso que realizó el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de Seattle, Washington, en colaboración con muchos investigadores en el mundo. Se analizó el exceso de mortalidad en 191 países del 1 de enero de 2020 al 31 de diciembre de 2021 (doi.org/10.1016/ S0140-6736(21)02796-3).

Analizar el exceso de mortalidad es la forma más certera que tenemos de darnos una idea de cuál ha sido el efecto real del COVID en la mortalidad. Al final de diciembre de 2021 la cifra oficial de muertes por COVID fue de 5.9 millones de personas. El estudio que comento muestra que el exceso de mortalidad en ese momento fue de 18.2 millones de personas, con intervalo de incertidumbre que va de 17.1 a 19.6 millones.

El exceso de mortalidad debido a COVID-19 es la diferencia neta que existe entre el número de muertes ocurridas durante la pandemia, con el número esperado de muertes para cada país y región, de acuerdo con lo observado en los años anteriores a la pandemia. Si en una ciudad se habían muerto alrededor de 5 mil personas cada año, entre el 2014 y el 2019, pero en el 2020 y 2021 se murieron 10 mil cada año, entonces el exceso de mortalidad es de 5 mil personas por año y, aunque no todas hayan sido registradas como muertes por COVID, ciertamente el exceso es atribuible al COVID por las siguientes razones.

Gerardo Gamba

Primero, la mayoría de los sistemas de salud reporta una muerte por COVID-19, solo si se obtuvo un resultado positivo en la prueba de SARS-CoV-2 y por tanto, depende de que tantas pruebas se realicen en cada localidad. Con el trascurso de la pandemia, la accesibilidad a pruebas fue incrementándose. Segundo, la calidad de los registros varía entre regiones y países. Tercero, no hay un acuerdo de cómo reportar una muerte que ocurre en alguien positivo a COVID, pero que muere de algo diferente a insuficiencia respiratoria y cuatro, las muertes que hayan ocurrido durante la pandemia por falta de atención médica, acceso a camas de hospital o vigilancia adecuada, aunque no fueran por COVID, son finalmente consecuencia de la pandemia. Hay que considerar también que, en los momentos más críticos de la pandemia, se registró también una disminución de muertes por situaciones como accidentes automovilísticos o de otro tipo que ocurrieron menos dado que la población registraba poca movilidad.

El estudio muestra que el exceso de muerte en el mundo en 2020-2021 es de 18.2 millones. Tres veces más que las cifras oficiales. El exceso de mortalidad promedio en el mundo es de 120.3 por cada 100 mil habitantes. 21 países muestran cifras mayores a 300 muertes por 100 mil habitantes y uno de ellos es México con 325 muertes por cada 100 mil habitantes. El mayor número de muertes en exceso estimadas ocurrieron en la India, 4.07 millones, Estados Unidos, 1.13 millones, Rusia con 1.07 millones, México con 798 mil, Brasil 792 mil, Indonesia con 594 mil y Pakistán con 664 mil. Estos siete países han contribuido con la mitad del exceso de muertes observadas en el mundo (9.4 millones).

Este es un estimado más cercano del tamaño de la tragedia que ha vivido el planeta y que todavía no termina. Falta incluir lo que va del 2022 y no podemos cantar todavía victoria. Las evidencias de repuntes en Asia y Europa preocupan. Hay que estar atentos.

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