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Alimentos no procesados vs. ultra procesados

Gerardo Gamba

Uno de los problemas graves de salud mundial y que ha pegado particularmente fuerte en México es el sobrepeso y obesidad. Tres de cada cuatro adultos en la ciudad de México tienen sobrepeso u obesidad. Basta con ver pasar gente en un centro comercial o en un parque para constatarlo. Y con el porcentaje creciente de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad, se prevé que en los próximos años será cada vez peor. ¿Llegará un momento en que dejen de existir personas mayores de 40 años con índice de masa corporal menor de 25?

El problema es sumamente complejo y no tiene solución fácil. Se han tomado algunas medidas con efecto dudoso. No estoy seguro de que etiquetar la comida con exceso de azúcar o calorías funcione. Los cigarros se etiquetan con imágenes grotescas y se siguen consumiendo.

Una causa importante del problema es el estilo de vida moderno. El tren de vida acelerado, la reducción de los espacios, la incorporación de todos a la fuerza laboral, el desapego a las costumbres familiares. Se ha perdido la alimentación hecha en casa con alimentos no procesados y se ha reemplazado por los alimentos ultra procesados. Estos últimos se definen como formulaciones hechas por la industria, con comida u otras fuentes orgánicas de energía, que típicamente contienen muy poco o nada de alimentos integrales, se venden ya listas para comer o calentar y tienen alto contenido de grasa, sal y azúcar, con poca fibra, proteínas, micronutrientes y compuestos bioactivos. Ejemplos: refrescos azucarados, helados, botanas, nuggets, papas fritas, hot dogs, pizzas y hamburguesas.

Un trabajo publicado en Cell Metabolism (doi.org/10.1016/j.cmet.2019.05.008), muestra los resultados de un ensayo clínico controlado que se llevó a cabo en el NIH para comparar el efecto de consumir alimentos ultra procesados vs. alimentos no procesados. En 20 sujetos sanos y jóvenes, 10 hombres y 10 mujeres, con promedio de 31 años y sin sobrepeso, permanecieron un mes internados en el campus del NIH y fueron asignados en forma aleatoria a recibir dos semanas de dieta con alimentos ultra procesados o no procesados, al término de los cuales, cambiaron a otras dos semanas en que recibieron la dieta contraria. Es decir, los 20 estuvieron en cada una de las dos dietas durante 15 días.

Los alimentos estaban diseñados para que entre ambas dietas presentaran las mismas calorías, densidad de energía, macronutrientes, azúcar, sodio y fibras. La diferencia entre las dietas era si las calorías venían de alimentos no procesado o ultra procesados. Los sujetos del estudio fueron instruidos a consumir la cantidad que quisieran. Tenían acceso a tres comidas al día, con 60 minutos para consumir los alimentos y, además, acceso libre durante el día a diversos bocadillos, también ultra procesados o no procesados.

El resultado del estudio es contundente. El consumo de energía en kilocalorías por día, el de carbohidratos y el de grasas, pero no el de proteínas, fue significativamente mayor con los alimentos ultra procesados. El cambio de peso correlacionó con el consumo de energía. Cuando estuvieron en dieta ultra procesada subieron en promedio 0.9 Kg. en dos semanas, mientras que cuando estuvieron en dieta con alimentos no procesados bajaron de peso en promedio 0.9 kg.

Siempre se ha sospechado que los alimentos ultra procesados conllevan al consumo de mayor energía en forma de azúcares y grasas, pero no se había demostrado de forma tan clara en un ensayo clínico controlado. Reducir o limitar el consumo de alimentos ultra procesados debe ser una estrategia útil para luchar contra la obesidad y sobrepeso. Esto se puede implementar a nivel personal. Lo que está muy difícil es desarrollar una estrategia poblacional para implementar eso en nuestro mundo actual.

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